Capitalizá la manija mundialista con Moneyball, aquella película de 2011 con Brad Pitt que contaba la historia de un sistema: cómo armar equipos ganadores en base a jugadores que nadie quiere, con talentos dudosos y que parecen olvidados en la mesa de saldos. No es sólo una historia sobre béisbol, ni sobre deportes, sino sobre el arte de construir grupos humanos.