Los ciudadanos no son los únicos habitantes de Rosario. Junto con ellos, una diversa fauna se despliega sobre las calles, por debajo de ellas y también a muchos metros de altura. Entre el cielo y la tierra, anidando en árboles, balcones, terrazas y monumentos históricos, están los pájaros. Este martes se celebra el Día Internacional de las Aves, una fecha para pensar esta convivencia silenciosa que se suele notar sólo cuando genera problemas.

El año que pasó, el crecimiento desmedido de la población de palomas en la ciudad, llevó a la comisión de ecología del Concejo municipal a analizar una serie de proyectos para su control. También las quemas en las islas y el avance de las fronteras agrícolas, cada vez más cercanas a la ciudad, generan la aparición de nuevas especies de aves en Rosario, propias de entornos silvestres. Pero estas no son las únicas. Una gran variedad de pájaros están presentes en la ciudad, de manera permanente o por temporada migratoria, siempre silenciosos, cohabitando el territorio con los rosarinos.

Claudia Nigro es médica veterinaria y coordinadora académica de la Cátedra Libre de Fauna Silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNR, un espacio que promueve el cuidado y la observación de las aves silvestres en sus ambientes naturales, con numerosas publicaciones en el tema que se pueden descargar de manera gratuita en la sección Ciencia Abierta de UNR Editora. En diálogo con Rosario/12 analizó la presencia de nuevas especies en la ciudad, reflexionó acerca de la problemática de las palomas y describió el impacto que las aves tienen en la cotidianidad de los rosarinos.

Posicionada desde una mirada de la salud que postula la interdependencia entre la salud humana, animal y el ambiente, planteó la urgencia de una Ley de Humedales y, particularmente, la necesidad de repensar el vínculo con las aves para “reconectar con la naturaleza y hacer más soportable la vida del ser humano moderno”.

Claudia Nigro, veterinaria y coordinadora Académica de la Cátedra Libre de fauna silvestre,

“Estamos persuadidas de que el encuentro con estos seres no humanos alados, cambia la percepción sobre lo que es verdaderamente vital y nos abren la mente y el corazón para habitar este planeta tan maravilloso de una manera diferente, esencialmente, amorosa. Indudablemente, los sistemas sostenedores de vida, son dispensadores de felicidad y están a nuestro alcance”, afirmó.

-De un tiempo a esta parte se ven algunas especies de aves silvestres que no era habitual verlas en la ciudad. Cotorras, por ejemplo. ¿A qué se debe esto?

-En el caso de las cotorras por ejemplo, la tala indiscriminada de árboles de gran parte en los campos cultivados y su periferia ha provocado un cierto desplazamiento de la especie hacia las ciudades, buscando alternativas posibles para nidificar, como las palmeras implantadas en parques, plazas y bulevares urbanos, entre otros. Esto también trajo aparejado que se las capture para ser vendidas en los circuitos del tráfico ilegal de fauna silvestre. Aquí es necesario aclarar que los animales silvestres no son mascotas y los autóctonos están protegidos por la Ley Nacional Nº 22.421, por lo tanto su tenencia en cautiverio es delito.

-Además de mantener controlada la población de insectos ¿Cumplen alguna otra función las aves en la ciudad?

-¡Claro que sí! La avifauna presente en los espacios verdes existentes en las ciudades, ya sean parques, áreas protegidas, plazas, etc, es parte de la vida silvestre, imprescindible para el sostenimiento de la única salud posible, la que plantea la interdependencia entre la salud humana, animal y el ambiente. Y eso no es todo. Su contemplación o el acompañamiento que sus cantos y vocalizaciones proporcionan a nuestro vivir cotidiano permiten sentir un estado de bienestar que nos conecta profundamente con la naturaleza, de la cual somos parte.

La tijereta con su característica cola larga.

-Este año estuvieron en debate algunos proyectos en relación al control de la población de palomas que, según estudios, se triplicó en los últimos dos años. ¿Tenés una opinión sobre este tema?

-La problemática en torno al control urbano de las palomas tiene una cierta complejidad con la que hay que saber lidiar. La utilización de granos envenenados con cebos tóxicos, por ejemplo. Al no tratarse de un método selectivo ha ocasionado impacto negativo sobre el ambiente y otras especies de aves silvestres que no eran motivo del control. Además, es necesario diferenciar entre las especies de palomas a las que nos referimos. Entre otras, las que podrían estar causando algunas molestias en las ciudades son las domésticas (Columbia livia es su nombre científico) originaria de otros continentes; mientras que en parques, plazas y jardines, también se pueden observar las especies autóctonas como torcazas y torcacitas que son parte de nuestra avifauna y deben ser protegidas. La alta densidad en los centros de las ciudades puede deberse a la disponibilidad de recursos alimenticios y la abundancia de sitios posibles de nidificación, como edificios antiguos. Por otro lado, la costumbre instalada de alimentarlas, colaboraría en el aumento de la tasa de crecimiento de esas poblaciones.

-¿Son Rosario y el Delta del Paraná lugares de parada de aves migratorias? Por temporada se ven golondrinas azules, ¿hay más de este tipo de población?

-Efectivamente, a toda nuestra provincia arriban durante el transcurso del año, especies de aves migratorias. La migración es uno de los fenómenos naturales más maravillosos que puedan existir. Cientos de especies hacen, anualmente, un esfuerzo impresionante para trasladarse desde las zonas de reproducción o cría hacia las zonas no reproductivas que incluyen las de descanso o alimentación y en muchos casos esto significa volar miles de kilómetros. Para mencionar algunas, hay al menos 3 especies de aves migratorias que son de fácil contemplación en los espacios verdes de la ciudad, reservas naturales, áreas protegidas, parques nacionales, y hasta en nuestros jardines domiciliarios. Son los denominados migradores B, esto es aves que se reproducen en Argentina durante las estaciones de primavera y verano, para luego trasladarse al norte del continente, cuando llega el otoño. Son el churrinche (Pyrocephalus rubinus), ave muy vistosa porque los machos tiene un color rojo brillante; la tijereta (Tyrannus savana) cuya cola en forma de tijera le da el nombre común y suirirí real (Tyrannus melancholicus) que caza insectos en el aire y tiene una vocalización muy bella.

El suirirí real.

-¿Cómo afectó la quema en las islas a la población de aves silvestres? ¿Estas aves a las que se les quemó el hábitat, hacia dónde fueron? 

-Aquí se impone hacer una observación. No es sólo cómo pudo haber afectado a las aves de esa zona, sino a las que llegan tras hacer el enrome esfuerzo de volar miles de kilómetros y se encuentran con tierra quemada. Por eso es harto importante conservar esas áreas que las reciben en buenas condiciones de salud ambiental, para no causar un disturbio que impacte negativamente en las estrategias de supervivencia de las aves que migran. Incendios como los que padecimos en las islas del Delta, para garantizar las actividades agrícolas y ganaderas en un ecosistema tan único y frágil como ese, es un verdadero ecocidio e impone la necesidad de una Ley de Humedales cuánto antes, para que se impida la destrucción total de esos ambientes.

-¿Vinieron algunas a la ciudad?

-En el caso de las que habitan en las islas, el vuelo podría haber permitido a muchos ejemplares huir del fuego y seguramente la ciudad les haya resultado un verdadero salvavidas temporario. Pero el estrés sufrido por estos animales debe haber sido terrible y acomodarse en la ciudad, todo un desafío. La Universidad Nacional de Rosario, a través de la Plataforma de Estudios Ambientales y Sostenibilidad, viene investigando sobre los alcances del daño producido en ese ecosistema y su biodiversidad. Sin embargo, no basta con eso, es imprescindible que la humanidad internalice, de una vez y para siempre, que sin vida silvestre la especie humana no tendrá chances de supervivencia en el planeta. Recordemos que esta situación tan dramática, se suma a un contexto de crisis climática muy grave, donde los ambientes naturales que nos restan adquieren una importancia estratégica superlativa. Las generaciones futuras dependen de ello para ser viables.