El año electoral ya comenzó y desde todas las terminales del oficialismo lo tienen claro. Los tiempos se aceleran y el presidente Alberto Fernández --que tuvo un fin de semana que pretendía ser de descanso, pero que terminó siendo agitado por el intento de golpe en Brasil-- lo sabe y se prepara para encarar el 2023 de la mejor manera posible. Luego de repudiar lo ocurrido en el país vecino y colaborar con Lula da Silva, Fernández no viajará a Brasil --porque así se lo pidieron desde el PT-- y esperará a su par a fines de enero para la cumbre de la CELAC. Este lunes, tras una visita a Miramar, el Presidente volvió a Capital Federal y en la semana planea hacer algunas recorridas por el conurbano, en una especie de remake de las "recorridas de cercanía" que realizó en la campaña de 2021. El pedido para las sesiones extraordinarias, según adelantan en Balcarce 50, no se enviaría esta semana, como se esperaba, sino la próxima. 

El mandatario, más allá de la agenda internacional que tendrá centralidad este mes por el encuentro de la CELAC, pretende hacer un "relanzamiento de su gestión", para demostrar que el suyo fue "un buen gobierno", una empresa en la que, por ahora, no pareciera tener el apoyo del resto de las tribus oficialistas. Él siente que el contacto cara a cara con la ciudadanía "ayuda mucho porque la gente ve a los políticos muy distantes" y asegura a los miembros de su entorno íntimo que él "se va a poner al hombro todo lo que haya que ponerse al hombro para garantizar el triunfo del FDT". El fin de semana que viene, en tanto, volverá a la costa. Allí, además de descansar, el lunes estaría en Villa Gesell. Durante estas visitas a la costa argentina, Fernández se instala en el complejo de Chapadmalal, donde recibe ministros y donde la semana pasada se reunió con un grupo de intendentes. 

Algunos de los participantes comentaron a este diario que en esa última reunión propusieron "privilegiar la unidad"; la reelección de Axel Kicillof --que estuvo presente-- y hablaron de propulsar una "gran paso", y "cesar el fuego amigo", porque analizaron que divididos pierden. Más allá de eso, los intendentes bonaerenses que estuvieron presentes no fueron representativos. Hay otro grupo, más cercano al jefe de gabinete, Martín Insaurralde, que no estuvo y que en silencio impulsa su candidatura y no la del gobernador.

En Casa Rosada se muestran confiados y creen que el peronismo "tiene importantes chances" el año que viene. Aseguran que las encuestas "empiezan a mejorar" para el FDT y que, a contramano de algunos pronósticos, luego del acuerdo con el FMI "no hubo recesión ni caímos en default". "Ese era el escenario en el que irremediablemente íbamos a perder", analizan. Destacan que creció el empleo, que está transcurriendo una buena temporada turística y que se cumplió con el programa económico. "Eso es lo que queremos que vea la gente en las recorridas de cercanía", puntualizan. Confían que la inflación va a bajar y dicen que los problemas salariales "se irán resolviendo poco a poco".

Este lunes en Miramar, de hecho, en línea con esta estrategia de "relanzar su gestión", el Presidente aseguró "que la Argentina comenzó a crecer desde hace dos años", y destacó que “crecimos el 10,3 por ciento en el 2021, vamos a crecer en 2022 alrededor del 5,7 y eso ya nos asegura que vamos a crecer en el 2023”. Más allá de que Fernández transitó en el balneario argentino un episodio con personas que le gritaron --el día anterior un grupo enfrentó al jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta por querer quedarse con fondos coparticipables de otras provincias--, desde Casa Rosada desestimaron el "escrache" y dijeron que el Presidente "no cambiará en nada su agenda" por esa situación.

Luego de la reunión con 17 intendentes que Fernández tuvo la semana pasada, el mandatario decidió quedarse a pasar el fin de semana en Chapadmalal con el objetivo de descansar. Dijo que no se tomaría vacaciones y estos pequeños descansos serán lo único que el Jefe de Estado va a tener antes de que empiece la vorágine del año electoral.

Durante el fin de semana, sin embargo, el descanso fue interrumpido por el episodio en Brasil que hizo que el mandatario tenga al rojo vivo su teléfono. No solo conversaba con el asesor de Lula, Celso Amorim, sino también con miembros de su gabinete y con el embajador en Brasil, Daniel Scioli, una figura que cada vez se muestra más cerca del mandatario y que podría tener un protagonismo particular en las próximas elecciones. El canciller Santiago Cafiero, un día después de lo ocurrido en Brasilia, habló con su par Mauro Vieira y le aseguró que la situación ya estaba bajo control. 

Según la información que manejan en el PT y que le comunicaron al gobierno argentino, el intento de golpe fue armado y financiado y se encuentran "investigando a fondo". Desde el Gobierno del país vecino, además de agradecer los gestos de Fernández y el apoyo público que le dio a Lula, consideraron que ahora es momento de que el Presidente brasileño "se muestre gobernando", y no rodeado de presidentes de la región. Por eso Fernández descartó viajar. Así lo confirmó Cafiero. 

Lula, según explicaron, necesita "normalidad" y no armar una agenda "muy politizada". Para eso habrá tiempo a fines de enero, cuando el 23 viaje a la Argentina para participar de la cumbre de la Celac y anuncie allí que su país volverá a ser parte del bloque del que se había retirado por decisión del expresidente Jair Bolsonaro. Según el canciller argentino “con estos acontecimientos (por el intento de golpe) seguramente se va a cargar mucho más la agenda en relación a los desafíos de la integración”. “No se trata solamente una integración económica o financiera, sino de robustecer las instituciones democráticas de cada uno de los países”, afirmó en declaraciones radiales. 

Este lunes, la presidencia pro témpore de la CELAC emitió un comunicado oficial firmado por el Presidente argentino en el que repudiaron lo sucedido en Brasil y respaldando a da Silva. "Es necesario enfrentar con decisión a los que maltratan a la democracia", subrayaron.