El Loco Garrafa se hizo famoso por los penales. Los arqueros pasaban de ridículos a monigotes en el arco al ver siempre cómo iba la pelota al otro lado del elegido. “No es tanto misterio, yo no entiendo por qué los jugadores miran la pelota cuando van a patear el penal. Si nadie la va a correr de ahí ¿Qué, te la va a mover una hormiga? Mirá al arquero que es el único que te la puede sacar. Yo vi millones de penales en los campeonatos en Laferrere, si no aprendía con eso era un burro. Pateábamos 100 o 200 penales los viernes a la noche. La clave es mirar al arquero que siempre hace un movimiento cuando vos llegás a impactar, es un segundo, y es reglamentario porque yo sigo con la carrera. Algunos me lo atajaron porque tardé en mirar, sino es imposible, a lo sumo le pegás al palo, pero el arquero no te la saca nunca”, explicó el Loco una vez en un asado entre amigos. Lo cierto es que la fórmula no la cambió. Incluso en 2001, luego que Elizaga de Quilmes le ataje un penal en el torneo, pateó otros dos que fueron definitivos ante Instituto y otra vez ante Elizaga, ambos fueron al palo que los arqueros no habían elegido. Todo el mundo sabía lo que iba a hacer, pero nadie supo cómo romper el hechizo.