(Desde Córdoba)

La escena se repite. Todos los años.
La puesta, también. A veces, los nombres son los mismos. Más aplausos que abucheos. Todo cuidadosamente armado. Porque, como dijo Séneca: “La vida es una obra teatral que no importa cuánto haya durado, sino cuán bien haya sido representada”.

Sobre este último punto, las interpretaciones quizá no sean del todo logradas, toda vez que el physique du role del candidato o candidata “no da”. De todas maneras, el intento está. Si la boina y el poncho quedan bien, es otro problema. La foto es necesaria.

Con mayor o menor pericia, en los festivales este tipo de escenas son moneda corriente. A diferencia de otras temporadas, el 2023 tuvo sobreoferta de este tipo de performances, donde un candidato pasa de la bombacha de gaucho y la alpargata de yute a la campera de cuero. Del folclore al rock, pasando por el cuarteto. Todo sin solución de continuidad.

La provincia de Córdoba cuenta con al menos tres de los festivales más convocantes del país, como Jesús María, Cosquín folclore, el Festival Bum-Bum (organizado por La Mona Jiménez) y el Cosquín Rock, los cuales se desarrollan de manera casi concatenada.

En definitiva se trata de un focus group “a la carta” que haría las delicias de cualquier consultor, ya que abarca a un universo de votantes más que apetecible: sectores populares, habitantes del interior del interior, del “campo”, jóvenes, adolescentes que debutarán electoralmente e integrantes de la clase media-media.

Nada desdeñable. Por ello es que bien vale ponerse la boina, las alpargatas y la bombacha de gaucho para la foto. Del facón sólo se muestra el mango.

¿Cuál es tu rock?

Un pequeño anticipo se observó en el Festival del Chamamé, donde el gobernador Gustavo Valdés se multiplicó para recibir a gran parte de los precandidatos de Juntos por el Cambio: Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Facundo Manes y Gerardo Morales. Pero en la que quizá es la provincia más antikirchnerista del país, no tan paradójicamente gobernada hace casi un cuarto de siglo por una vertiente muy particular del peronismo, la movida festivalera promete ser una versión aumentada de lo sucedido en tierras mesopotámicas.

Como ocurre desde 2015 a esta parte, Córdoba es una parada obligada para cualquier candidato que pretenda tener repercusión nacional. Se sabe y se repite hasta el cansancio: Córdoba, más precisamente la localidad de Marcos Juárez, es el kilómetro 0 de JxC.

Este trasfondo permite así la ejecución de una sesuda partida de ajedrez que muestra un desfile incesante de precandidatos del espectro amarillo que saben que juegan de local.

Por orden de aparición y sin que eso obture la posibilidad de “meter doblete”, Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales ya dieron el presente en Jesús María (los dos) y Cosquín (sólo el jujeño), respectivamente, mientras que para esta semana próxima se aguarda el desembarco de Patricia Bullrich.

De hecho, el jefe de Gobierno de CABA cambiará la boina por la campera de cuero, ya que estará en el Cosquín Rock los días 18 y 19 de febrero en Santa María de Punilla. “Está confirmado con seguridad”, sostienen desde las huestes de HRL en Córdoba. Incluso, no descartan un póquer con el Festival de Peñas de Villa María, entre el 10 y el 14 del mes próximo.

Como si se tratara de una playlist musical aleatoria, Rodríguez Larreta cubrirá así el rock, el folclore y el cuarteto, ya que a principios de mes se sacó la correspondiente foto con La Mona.

Más allá de esto, su arribo al mayor festival rockero del país significa otro capítulo de la disputa interna entre las palomas y los halcones.

El año pasado, la presidenta del PRO hizo punta y pateó el tablero. Entre sierras y río, la exministra de Seguridad, enfundada en un chaleco de cuero, se paseó entre jóvenes y adolescentes evangelizando acerca de las bondades de su discurso “duro”.

Selfies y videos mediante, también supo interpretar su rol en la puesta en escena.

Cuadro de doble entrada, ya que se trata de la población núcleo que habitualmente es objeto de esas políticas restrictivas y punitivas. Pero, como se escuchó el año pasado “Patricia es rock”. ¿Qué rock?

Ilusión para después

Con la incógnita respecto de Mauricio Macri o María Eugenia Vidal, quienes aún no definieron su futuro electoral, desde la mayor coalición opositora saben que más allá del discurso electoral, la centralidad de Córdoba es vital como ordenadora del distrito.

Es que la llegada de cada uno de los referentes también se replica en los alineamientos internos, ya que aún hoy la interna entre el senador Luis Juez y el diputado Rodrigo de Loredo sigue sin definirse.

Todos quienes llegan a Córdoba tienen en claro que plantar bandera implica comenzar con un plus simbólico fuerte. Y al mismo tiempo se cuidan de entrometerse, de manera abierta, en la definición de las candidaturas.

Un dato no menor es que ni Juez ni De Loredo acompañaron las recorridas de ninguno de los referentes. El diputado del bloque Evolución Radical sí estuvo en Jesús María, pero prefirió atender el juego interno con reuniones con intendentes.

Hay para todos y todas

Acompañando a la delegación jujeña en Cosquín, Gerardo Morales también se hizo fuerte ante un importante grupo de jefes comunales de la UCR. Allí confirmó que lanzará oficialmente su candidatura en los primeros días del mes próximo. “Tenemos que trabajar, a los del interior a veces nos cuesta más, y más si venimos del norte, pero tenemos un partido fuerte, potente, y una buena oportunidad para que tengamos un presidente radical, así que vamos a trabajar para eso”, lanzó.

Desde el “cordobesismo”, la batuta la maneja Juan Schiaretti. Ya lanzado como referente del espacio que comparte con el salteño Juan Manuel Urtubey y que anota el apoyo de Alberto Rodríguez Saá, el gobernador camina la provincia cortando cintas apuntalando la candidatura de su delfín, Martín Llaryora, y sin la necesidad de mantener una agenda festivalera.

De cualquier manera, Facundo Manes volvió a sacudir el avispero en Juntos por el Cambio. El neurólogo radical repitió que sería bueno que Schiaretti se sume al espacio opositor. Claro que dejó la pelota en terreno del cordobés: “Hay que ver si quiere”, dijo.

En el Panal, casa de Gobierno de mediterránea, el silencio es la moneda común. Sólo en los discursos de inauguración, que han sido prolíficos en este mes, Schiaretti lo rompe. De manera tibia vuelve a explicar las bondades del “modelo Córdoba” en discursos que son más para el consumo interno que para movimientos fronteras afuera.

Quizá haya alguna definición el 1 de febrero, en la apertura de las sesiones legislativas locales, ya que será su último discurso como gobernador.

Para el rol de candidato, parece, que habrá que esperar.