Princeton ultima detalles, se prepara para honrar a su profesora más ilustre: desde este mes, la prestigiosa universidad estadounidense llevará adelante una serie de exposiciones, performances, conciertos, debates, lecturas, entre otras actividades destinadas a celebrar a la inigualable Toni Morrison (1931-2019), gran dama de las letras que, desde su primera novela, profundizó en la historia estadounidense para remontarse a las fuentes de la segregación de la fueron víctimas los afroamericanos, luego de ser secuestrados en su lugares de origen y cruelmente esclavizados. Ingobernable, ni el éxito internacional, ni el Premio Nobel de Literatura en 1993 (fue la primera autora negra en recibirlo), ni el Pulitzer, ni los diversos doctorados honoris causa, hicieron mella en sus pasiones, en su mirada profundamente humanista. “Dueña de una vitalidad inmensa, inextinguible”, en palabras de su amiga Fran Lebowitz, escritora y comediante, que asimismo subraya la franqueza y la modestia de la impar Toni.

Considerada -con justa razón- una de las voces más importantes de la literatura contemporánea, como docente dedicada gozó de una especial popularidad en Princeton, donde dio clases entre 1989 y 2006, poniendo su talento y su autoridad moral al servicio de las causas que le eran caras, una contribución que hoy la institución recuerda y, de algún modo, retribuye con este ambicioso proyecto que estará abierto al público general y que empezará con una muestra. Con la exhibición Toni Morrison: Sites of Memory, para más precisiones, curada por Autum Womack, especialista en Literatura y en Estudios Afroamericanos que intentará desandar el proceso creativo de la escritora, responsable de títulos como Ojos azules (1970), Sula (1973), La canción de Salomón (1977), Beloved (1987), Jazz (1992), Paraíso (1997)… Sobre la literatura decía la autora que se levantaba muy temprano para escribir cuando sus hijos eran chiquitos: “Es toda mi existencia, es el lugar donde vivo”.

Del archivo de Toni Morrison

Womack ha pasado los últimos dos años revisando cajas y cajas de pertenencias donadas por la propia Morrison a Princeton, y ha seleccionado casi un centenar de objetos nunca antes exhibidos que incluyen manuscritos, borradores de discursos, correspondencia, fotografías inéditas. Entre las piezas que podrán verse desde el 22 de febrero en la Galería Milberg del campus, figuran sus agendas de 1974 y 1975, cuyo valor reside –acorde a la curadora- en que, además de permitir curiosear cómo Toni planificaba su día a día, contiene notas sobre la novela que entonces estaba escribiendo: ni más ni menos que La canción de Salomón, además de comentarios para las autobiografías de Angela Davis y Muhammad Ali, que por esos días supervisaba en calidad de editora de Random House. Morrison, recordemos, fue la primera afroestadounidense en desempeñarse como tal en la compañía, y en ese rol ayudó a abrirle las puertas de la industria a Gayl Jones, Toni Cade Bambara, Henry Dumas, entre otras plumas hoy muy apreciadas.

Toni en 1974

Otros ítems que generan entusiasmo en Womack son los mapas dibujados a mano por Toni de lugares imaginados para sus libros Beloved y Paraíso; o bien, epístolas que intercambió con su admirada Nina Simone, sobre la que antaño expresó que, con su música, “nos hizo creer que podíamos luchar contra la injusticia en lugar de sufrirla; sobrevivir a la pérdida; aceptar la traición; ser brutalmente honestos; encantadoramente tiernos; tener remordimientos sin pedir disculpas; y no solo probar la plenitud de la vida sino beberla”. Lo mismo podría decirse de la comprometida obra de Morrison, que además de novelas, incluye poemas, una obra de teatro sobre Martin Luther King (Dreaming Emmet), ensayos…

Su primera novela, Ojos azules (que recientemente fue prohibida en un distrito escolar del estado de Florida, parte de una preocupante ola de censuras alentada por el reaccionario Ron DeSantis, gobernador ultraconservador), refleja hasta qué punto el racismo interiorizado daña la autoestima de Pecola, niña negra que sueña con parecerse a Shirley Temple, ideal de belleza por el que se somete a lo indecible, y acaba ciega y en la locura. En Beloved, tenida por su obra maestra, que fue notablemente adaptada al cine por el director Jonathan Demme en el homónimo film producido y protagonizado por Oprah Winfrey, Toni se inspira en un hecho real, de 1855, para contar la trágica historia de Sethe, una mujer que prefiere matar a su pequeña hija antes de que sufra su misma suerte, la de mujer esclavizada…

“No necesitamos más escritores que sean héroes solitarios. Necesitamos un movimiento de escritores heroicos: asertivo, desafiante, militante”, manifestó alguna vez quien naciera Chloe Anthony Wofford el 18 de febrero de 1931 en Lorain, pueblito siderúrgico de Ohio, en el seno de una familia humilde, de padre soldador y madre ama de casa. Su abuela, una estupenda narradora, gustaba compartir con su nieta el folclore de los negros del sur, sus rituales, sus creencias; su abuelo, mientras tanto, era un ávido lector de la Biblia que leía versículo tras versículo a la niña. “No puedo pensar en ningún otro autor o autora cuya obra encarne mejor el ideal de la escritura y la lectura como práctica comunitaria, destinada al enriquecimiento del pueblo más que al entretenimiento privado del individuo”, señaló Vinson Cunningham, crítico del New Yorker, un día después de su muerte, el 5 de agosto de 2019.

Felizmente, entre las actividades mencionadas que en lo sucesivo Princeton irá estrenando, figura una performance de artistas de renombre, Daniel Alexander Jones y Mame Diarra Speis, que han indagado en el archivo de Toni para crear piezas originales que reflejan su perdurable influencia, no solo en el campo literario sino en la cultura estadounidense en general. La maravillosa cantante de jazz Cécile McLorin Salvant, por su parte, dará conciertos con composiciones hechas para la ocasión, inspiradas en la obra de Morrison. Además habrá actividades para niños y niñas. Amén de lo ya dicho: simposios, mesas de discusión, lecturas... Todo sea por amor a Toni.