Todo lo que respira       7 puntos

All That Breathes; Reino Unido/India/EE.UU., 2022

Dirección y guion: Shaunak Sen.

Duración: 97 minutos.

Estreno en HBO Max.

La primera escena de Todo lo que respira, segundo largometraje del documentalista indio Shaunak Sen, es un prodigio técnico a pequeña escala. El lente hace foco en lo que parece un descampado, lugar ideal para tirar basura de todo tipo. En el fondo se dibujan las siluetas de edificios altos, el reino de los seres humanos. Pero allí debajo la vida salvaje de la gran ciudad es ama y señora. La cámara comienza a trasladarse lentamente y la pantalla se llena de decenas de ratas corriendo alegremente por el lugar en busca de comida. La cohabitación entre animales y humanos será uno de los temas centrales del documental, nominado a un premio Oscar en su categoría luego de obtener importantes premios en los festivales de Sundance y Cannes. Pero los hermanos Nadeem y Mohammad, los protagonistas no alados del film, no están preocupados por lo roedores que habitan en Nueva Delhi. Su pasión, la fuerza que mueve los días y noches, es la protección de las aves que sobrevuelan los cielos de la ciudad, en particular el milano negro, un pájaro rapaz cuyas conductas y hábitos parecen haber cambiado junto con el desarrollo de la urbe.

Todos los días, uno de los hermanos o su colaborador Salik regresan a un galpón atestado –que también hace las veces de taller donde se acoplan piezas de plástico para envases con spray– con varias cajas agujereadas. En su interior, aves heridas esperan su curación hasta que puedan ser puestas nuevamente en libertad. Algunas de ellas, con achaques provocados por la contaminación urbana, no pueden sino esperar su muerte. Durante los primeros minutos de Todo lo que respira, lo que podría parecer un simple hobby termina revelándose como misión. Shaunak Sen –cuyo esfuerzo anterior Cities of Sleep se metía con las “mafias del sueño”, los mandamases de las rincones donde los sin techo de Nueva Delhi pueden o no descansar– se contactó con los sujetos de su nuevo film luego de una búsqueda online.

Rodada a lo largo de tres años, All that Breathes entrelaza secuencias filmadas con cámaras digitales de resolución moderada, en particular cuando sigue el día a día de los hermanos, con otras registradas en altísima resolución, y cuyas ambiciones poéticas son más que evidentes: un extenso paneo sobre árboles habitados por milanos, aguas estancadas llenas de mosquitos que reflejan las tiendas y casuchas de un callejón, el vuelo en cámara lenta de los pájaros sobre los tejados y cables. La espera por un apoyo financiero del exterior que tarda en llegar, dinero imprescindible para transformar el improvisado refugio en un santuario con mejores condiciones para las aves, genera diferencias e incluso algunas discusiones, en particular cuando una beca podría facilitar el acceso de uno de ellos a talleres de especialización.

“La triangulación abstracta entre el aire, los humanos y los pájaros”. Así definió Sen su película, que en el transcurso de poco más de noventa minutos construye un relato consagrado a la compleja interacción entre los seres vivos bajo la amenaza creciente de la polución. Pero mientras los pájaros siguen cayendo del cielo, otra cuestión urgente toma posesión de la película: la creciente violencia social originada por cuestiones religiosas, un lamentable clásico en la historia de la India desde tiempos inmemoriales, que no ha hecho más que acrecentarse en los últimos tiempos. “Uno está acostumbrado a los disturbios, pero esto es otra cosa”, reflexiona Nadeem ante una nueva oleada de muertes en el barrio. Desde las relucientes jaulas donde pasarán algunas semanas antes de volver a volar, las aves observan los movimientos humanos, parte de un ecosistema urbano que parece tan dañado como sus alas.