En Paraná, un cura accedió a la jubilación con el cargo de Comisario Mayor de la Policía de Entre Ríos, lo que le permitirá percibir del Estado unos 50 mil pesos mensuales por su retiro. Hernán Héctor Quijano Guesalaga, de 67 años, es también secretario canciller del Arzobispado de Paraná, adonde llegó a fines de 1976, recién ordenado como sacerdote, y de la mano del arzobispo Adolfo Servando Tortolo, el vicario castrense de la última dictadura. Quijano Guesalaga había ingresado en la policía provincial en 1984 y se mantuvo en ella hasta el año pasado.

Medios entrerrianos dieron cuenta de que el decreto Nº 3.645, emitido el 30 de noviembre de 2016 y publicado el 17 de mayo último en el Boletín Oficial, dispuso “el pase a retiro voluntario, con goce de haberes del comisario mayor de la Policía Hernán Héctor Ramón Quijano Guesalaga”.

El cura se jubiló como comisario mayor pero mantiene todavía el cargo de canciller de la curia provincial, un puesto jerárquico que compartió con el actual arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, y con los arzobispos eméritos Estanislao Karlic y Mario Maulión. Fue, además, uno de los testigos en la causa que investiga al cura Justo José Ilarraz por abusos sexuales en el seminario de Paraná.

Además, el comisario mayor ahora retirado también es docente en la Universidad Católica Argentina, y está registrado en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) como proveedor de “servicios para el orden público y la seguridad”.