El llamado “camión de la muerte” sigue deparando sorpresas en Texas. El vehículo en el que viajaban 39 personas y diez murieron por asfixia mientras cruzaban la frontera desde México, era conducido por un hombre sin licencia y que tiene antecedentes delictivos.

James Bradley Jr. jura que no tuvo nada que ver, que él no sabía qué es lo que llevaba, que sintió ruidos y por eso abrió el camión para encontrarse con el espectáculo dantesco de personas muertas por falta de aire y el resto con señales de asfixia. Era un domingo caluroso y los 40º de temperatura eran más en el interior de un vehículo sin ventilación, en el que se turnaban para respirar a través de una pequeña rendija.

Al chofer, que está detenido, le tocaba presentarse hoy a su primera audiencia, pero lo evitó. Afronta penas que pueden llegar a la cadena perpetua o a la pena de muerte por el tráfico de personas. Con todo, su historial no lo ayuda. Según se supo, desde 1990 enfrentó denuncias de violencia doméstica y violación de la libertad bajo palabra. Para complicar más su situación, su licencia de conducir estaba vencida.

Ya se sabe que 34 de las 39 personas eran de México. El consulado de ese país en San Antonio confirmó que eran oriundos de distintos puntos del país. A ese grupo pertenecen siete de las víctimas fatales. Otra es guatemalteca y dos personas aun no pudieron ser identificadas. Sobre la repatriación de los fallecidos, estimaron que “todavía estamos informando a los familiares, tratando de localizar a los parientes que en muchos casos viven en áreas rurales y sin comunicación”.

La tragedia del domingo se descubrió cuando, según Bradley en su declaración, “salió del camión para orinar y escuchó golpes en la parte de atrás del vehículo”. La policía desmiente que el hombre se haya sorprendido al ver “gente que hablaba español” en el estacionamiento de un WalMart donde se había detenido.

Los sobrevivientes fueron internados con distintos grados de lesión, con señales de deshidratación. Incluso se detectaron lesiones cerebrales en algunos casos. Así las cosas, de los 29 sobrevivientes hay 13 que ya fueron dados de alta y están en custodia del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, en calidad de testigos.

El caso volvió a poner en discusión el drama de la inmigración ilegal entre la extensa frontera que comparten México y los Estados Unidos, con un gobierno republicano que busca endurecer los controles y se apresta a construir un muro, tal como prometiera Donald Trump en campaña.