La alarma frente a Thiago prendió por un comportamiento que no era el esperado en su jardín de infantes: se quejaba si lo hacían jugar con los chicos, se negaba a las actividades físicas y, lo que más preocupaba a sus docentes, al momento de inventarse roles en la casita de disfraces prefería usar vestidos. Las maestras leyeron esta elección como un problema, hicieron un informe de conducta y citaron a la madre para decirle que tendría que iniciar un acompañamiento psicológico, si es que quería que su hijo continuara en clase. La madre, tras escuchar que su hijo “podía estar en riesgo”, se preocupó y buscó ayuda para Thiago (lo llamamos así para resguardar su identidad), quien tiene seis años y vive desde que nació en Santa Fe. Esta historia es una de las diez que en el último año y medio llegaron a la Subsecretaría de Políticas de Diversidad Sexual santafesina, que acaba de presentar el “Servicio de acompañamiento a infancias trans”, un área que asistirá  estos casos hacia un ejercicio pleno del desarrollo identitario en menores.

Para la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño –a la que la Argentina adhiere e incluye en el espíritu de su Código Civil y Comercial–, los padres o tutores no son considerados dueños de un objeto llamado “hijo”, sino que lxs niñxs tienen derecho a ser oídos y que su opinión cuente, más allá de no haber alcanzado los 18 años. A través del “principio de interés progresivo”, avalado en la Convención, se debe respetar a niñxs y adolescentes como protagonistas de su propia vida, lo que implica entenderlos como sujetos de derecho y no como objetos. En este marco, el acceso a algo tan básico como es el desarrollo de la identidad tendría que ser primordial, aunque las tradiciones biologicistas muchas veces operan en contra. 

“Vivimos en una sociedad en la que se espera que si tu hijo sale varón, mejor, y si sale bien machito, mejor todavía. ¿Pero qué pasa cuando tu niño empieza a usar un vestido a los 5 o 6 años?, ¿qué pasa si se identifica con un mundo que supuestamente no tiene que ver con su biología? Muchos padres piensan que si pueden reprimir este comportamiento el niño no va a sufrir, y lo que se termina generando es justamente un sufrimiento. Nuestro aporte será trabajar para que estas familias, escuelas, clubes y demás ámbitos de desarrollo comprendan que es una cuestión de construcciones, y que desde niños y niñas hay derecho a decidir”, dijo a SOY Javier Panziera, coordinador del nuevo área.

La paleta de identidades no tiene por qué estar reducida a elegir entre ser niños “masculinos”, niñas “femeninas” o niñxs trans. Según cuenta Panziera, el servicio provincial buscará asistir sin presionar por definiciones ni estereotipos. En el caso de Thiago, la reunión se dio primero con su madre y después se sumó el padre, quien estaba notablemente angustiado con la situación. “El objetivo no es iniciar con tratamientos terapéuticos ni con indicaciones médicas de por sí, sino tomarnos tiempo para conocer a las familias y comprender cómo se está dando cada caso  particular. Recién después de estos procesos de acercamiento realizamos una devolución, basada sobre todo en que el niño y la niña tengan su derecho a ser escuchados sin prejuicios”, dijo Panziera, quien se formó en Psicología en la Universidad Nacional de Mar del Plata, se especializó en terapia familiar, y comenzó su trabajo con diversidad sexual en Altué, un centro de psicólogos que trabajan desde un modelo teórico “integrativo de base cognitivo-social”.

Derecho, salud e identidad

Desde 2010, Santa Fe adhirió a la ley nacional 26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes a través de la norma provincial 12.967. “El artículo 7 de esta ley establece el principio de igualdad y no discriminación, y se especifican motivos de sexo, género y orientación sexual”, explicó Esteban Paulón, subsecretario de Políticas de Diversidad Sexual de la provincia. El nuevo acompañamiento aparece como brazo para cumplir con esta legislación, haciendo un foco específico en la ley de Identidad de Género. “Velamos por garantizar este derecho desde un lugar desprejuiciado, el del respeto a la voluntad de las infancias. Nuestro propósito con esta política pública es que ese niño o niña que se está expresando sobre a su identidad de género pueda hacerlo en un marco de contención, sin ser objeto de ataques, discriminaciones o con los llamados métodos de ‘correcciones’ o ‘curas’”, dijo Paulón.     

A fines de 2013, la situación de Lulú -la niña trans que a los 6 años obtuvo el DNI con su  identidad autopercibida- instaló el debate cultural acerca de si lxs niñxs tienen derecho a elegir sobre sus identidades. Su madre, Gabriela Mansilla, decidió visibilizar esta experiencia en el libro Yo nena, yo princesa, y recientemente fundó la Asociación civil Infancias libres, que nuclea a padres para compartir sus experiencias. Al año siguiente de la rectificación del documento de Lulú –quien tuvo que pasar por varias complicaciones administrativas para acceder a su derecho–, “Facha”, de diez años, recibió su DNI sin mayores complicaciones. La mamá de Facha, Bárbara Magarelli, es ahora secretaria de Familias e Infancias Trans de la Federación Argentina LGBT, desde donde tienen registro de unos 30 casos de infancias trans a lo largo del país. 

Aprender a escuchar

Entendiendo que cada experiencia de construcción identitaria es un universo particular, y que no siempre aparece la necesidad de modificar el nombre ni adecuar el cuerpo, el servicio de la provincia de Santa Fe propone un abordaje interdisciplinario de lxs niñxs y sus familias, con visión integrada de las disciplinas de trabajo social, salud mental, derecho y medicina. 

En cumplimiento con el artículo 11 de la ley de Identidad de Género, quienes deseen comenzar un tratamiento de adecuación pueden solicitarlo. “En cuanto a lo estrictamente médico, a modo de resumen, se podría decir que el momento ideal para el inicio del bloqueo puberal es cuando lxs niñxs se hallan en el estadio de “tanner dos”, el cual depende del desarrollo de ciertos caracteres sexuales secundarios como el vello púbico, el desarrollo mamario o de los testículos. Los análogos de GnRH (siglas de la hormona liberadora de gonadotropinas, las que estimulan la producción de hormonas sexuales en ovarios y testículos), frenan o hacen retroceder el desarrollo puberal. Esto más tarde es complementado por la indicación de hormonas sexuales (testosterona o estrógenos) masculinizantes o feminizantes”, explicó Francisco Sueiras, médico del equipo de diversidad del Hospital Eva Perón en Granadero Baigorria, Gran Rosario.

Al encarar cualquier tratamiento hormonal es importante un adecuado seguimiento clínico del crecimiento y desarrollo, como así también analizar parámetros de laboratorio y exámenes complementarios. Al tratarse de esquemas reversibles en comparación con las intervenciones quirúrgicas, estos son los que primero se aconsejan en personas en desarrollo que quieran iniciar una transición. Para iniciar es necesario el consentimiento de los padres o tutores, aunque llegado el caso, teniendo en cuenta los mencionados principios de capacidad progresiva e interés superior del niño, si no existiere este aval aunque sí una voluntad expresa, se podría acceder por vía judicial. 

“Lo más importante en estas situaciones es el acompañamiento del proceso de atención desde una perspectiva de derechos, despatologizadora y brindando toda la información posible, en busca de que el proyecto terapéutico que se vaya construyendo en conjunto permita al niñx vivir con dignidad y feliz de acuerdo al género autopercibido”, dijo Sueiras, que en consonancia con todas las fuentes consultadas, resalta la importancia de la escucha como valor primordial.