Con el verso de la corrupción no se come, ni se cura, ni se educa. Credo Durán Barba, palabra santa para Cambiemos: instalen a De Vido y se olvidarán que no comen, no se curan ni se educan. La congregación duránbarbista cumplió al pie de la letra. Incluso lo sobreactuó, fueron más papistas que el Papa. Sacerdotisa máxima, Elisa Carrió, maldijo a santos y demonios, satanizó a De Vido y proclamó su propia santidad  pero perdió la votación. No le importó, estaba en sus cálculos como candidata de Cambiemos en la CABA. Porque el cálculo no pasó por la virtud sino por el bolicheo electoralista para frenar a Cristina Kirchner. Fue una operación para los medios.  Y fue tan evidente que perdió eficacia y asustó a los aliados. En forma simultánea, Cristina Kirchner seguía su propia agenda: en vez de las bombas mediáticas, guerrilla en las redes.

El dólar se disparó a pesar de que pusieron tasas altísimas de interés;  el consumo cayó en picada y aún así la inflación aumentó; sacaron subsidios y las pensiones a discapacitados y en vez de bajar el gasto,  el déficit se triplicó; hay súper endeudamiento récord pero también súper fuga récord de dólares; aumentaron las importaciones y aumentaron los precios. Tormenta perfecta. Todo al revés de lo que dijeron que iba a pasar con las medidas que tomaron. Han provocado una caída abrupta de la economía que hasta para ellos mismos  es difícil de explicar. Según sus previsiones, con tasas altas de interés, el dólar tendría que estar súper anclado; con menos demanda, la caída del consumo tendría que haber planchado la inflación; el kirchnerismo entregó el gobierno con más de dos puntos de déficit; el gobierno macrista llevó el déficit a más de seis puntos a pesar de que recortó pensiones, subsidios y paralizó decenas de programas; abrieron las importaciones con el argumento de hacer bajar los precios y éstos siguieron subiendo y la frutilla del postre fue que se endeudaron para tapar déficit y la misma cantidad que tomaron prestada se fue en la famosa fuga de capitales. Así como entró, salió. Los ministros presentan declaración de bienes, son millonarios y tienen la plata afuera, se endeudan para sacarla. De cuarta. Haciendo a un lado ideología, partidos y personajes, solamente desde un punto de vista resultadista, bilardista puro, en economía este gobierno es un desastre.

Un macrista podría pensar que se trata de una evaluación prejuiciosa, parcializada, teñida de “oposicionismo”, pero la demostración palmaria de que este cuadro es lo más cercano a la realidad fue el gran teatro que montaron con Julio de Vido en el Congreso. En una campaña electoral siempre es más provechoso mostrar logros de gestión, embellecerlos y agrandarlos si se quiere. La comedia De Vido-Carrió los desnudó, dejó claro para todo el mundo que se trata de una gestión que no tiene nada que mostrar, ni siquiera para agrandar. Por el contrario, quedó la sensación de que Carrió, haciendo de enojada al estilo Pimpinela con De Vido estaba tapando el desastre del que no quieren que se hable.   

Silenciosamente, la campaña de Cristina Kirchner discurre por otros andariveles  inusuales. La acusan de “haberse robado tres PBI” pero es la campaña más austera, contando incluso las diferentes propuestas de la izquierda. Cada quien va con su auto y se paga la nafta. Es la candidata que más mide en casi todas las encuestas y es la única que no transcurre por los programas políticos de la TV de aire o de cable.  Los candidatos del macrismo hacen actos con cámaras, pero sin gente. Actúan como si hubiera gente, pero le hablan a las cámaras. Los actos de la ex presidenta, son al revés. No hay cámaras y se llenan de gente autoconvocada.

Es una apuesta difícil. Se respalda en una candidata que ya está instalada y conocida, a la que pueden potenciar con pequeños enviones. Es una campaña de abajo para arriba, creciendo desde el pie, como diría Zitarrosa. Y que busca sacar ventaja de una situación desigual. Sabe que tiene a toda la corporación mediática en contra y busca aprovechar la buena receptividad por abajo, entre la gente. Una campaña de aguas calmas por arriba y de mucha reverberancia por abajo. Son acciones relámpago. Los actos no se preparan. El equipo de campaña discute sobre los lugares que pueden visitar. Cuando lo deciden hacen una llamada el día anterior, piden permiso y les advierten que probablemente al otro día llegue la ex presidenta. No se hacen convocatorias ni se guionizan las entrevistas.

Además de los actos en Arsenal y en Mar del Plata, estuvo en un hospital de La Matanza, con los obreros y los dueños de fábricas pequeñas y medianas, en San Martín; con los obreros despedidos de Atucha y otras empresas en Zárate; con productores lácteos en Lincoln, y esta semana en una empresa textil en Moreno y en comedores populares de Quilmes. Algunas son localidades con fuerte presencia popular del kirchnerismo y otras, como Mar del Plata,  Quilmes o Lanús, en las que ha perdido las últimas elecciones. Los lugares que se eligen no están encuadrados en una orgánica del kirchnerismo e incluso alguno ha sido visitado después por otros candidatos. Según sus colaboradores, en todos lados, la recepción no sólo fue buena, sino impresionante. “Nadie convoca, solamente lo saben algunos del hospital o de la fábrica que va a llegar. Todos la reciben con mucho respeto y ella no da discursos, hablan varios, escucha y después hace una breve reflexión. Pero en ese tiempo se corrió la bola en los barrios y empieza a llegar gente de todos lados, multitudes que la quieren tocar, abrazar” relata uno de los integrantes de su equipo. Está acostumbrado a acompañar a la ex presidenta en los actos, pero igual está impresionado: “Es muy fuerte –dice–, la gente llora, le grita que la quiere, varias veces hemos tenido que improvisar un escenario o subirla al techo de un auto, porque la quieren ver y quieren que les diga algo”. De todas maneras, son actos de decenas, cientos o miles de personas en una provincia inmensa muy poblada. Las reuniones son filmadas y colgadas en las redes donde se potencian y multiplican y dan vueltas durante varios días. Del relato que hacen los colaboradores de Cristina Kirchner se deduce que el factor emotivo que tanto busca en forma artificial el macrismo en sus campañas, con tuteos forzados y actores guionados que hacen de obreros, falsos viajes de Macri en colectivo y timbreos preparados, en la campaña de Cristina Kirchner ese factor emotivo surge en forma espontánea. Hay una empatía ya establecida.

Son espejos enfrentados. El macrismo prioriza lo mediático y los grandes medios y el kirchnerismo el contacto directo y las redes. El macrismo hace eje en la crítica al gobierno anterior y Cristina Kirchner escucha las quejas de la gente por la situación causada por el oficialismo.  Son territorios y abordajes diferentes. Los cálculos del Jefe de Gabinete, Marcos Peña, que extrapola al resto del país los votos que las encuestas le asignan a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires para concederle un exiguo 12 por ciento nacional son forzados, no respetan la realidad. La base más humilde del peronismo reacciona en todo el país como en el Conurbano, aunque vote a un gobernador al que en este momento le convenga tomar distancia de la ex presidenta.

Se dijo también que la ofensiva contra Julio De Vido era el prólogo de la que asumirá el oficialismo si, como todo lo indica,  Cristina Kirchner ganara una banca en el Senado. La expulsión de De Vido se hubiera convertido así en un antecedente para exigir la expulsión de la ex presidenta. Es un escenario de altísimo voltaje. El macrismo ha incorporado al escenario político un fuerte factor de violencia institucional, inédito en democracia. Además del despliegue represivo en el plano social, este gobierno ha perseguido a las voces diferentes como ninguno antes, ha espiado la correspondencia privada de empleados públicos, ha despedido y perseguido a periodistas y trata de asfixiar a los pocos medios que no le responden. Sus voceros en los medios oficialistas justifican con discursos infamantes y exaltados el impulso violento contra la oposición. Un gobierno que se sostiene y hace campaña con un discurso revanchista camina siempre sobre el filo de una reacción popular violenta en un escenario donde se despliegan fuertes reacciones de afecto y odio al que se le suman en estos dos años el fuerte aumento de la pobreza, el desempleo y la exclusión.