La revista Technology Review de la universidad MIT publicó en las últimas semanas una noticia inquietante. Las principales firmas de Silicon Valley, por la dificultad para contratar ingenieros con conocimientos de machine learning y redes neuronales, empezaron a diseñar programas que no sólo aprenden una tarea puntual sino que son capaces de desarrollar por su cuenta algoritmos para abordar otras tareas complejas. El blog científico SingularityHub considera que empezó a darse el paso inicial para que la inteligencia artificial genere sin ayuda humana nueva inteligencia artificial. Las consecuencias de este avance no pueden predecirse pero generarán transformaciones profundas.

El sistema financiero no está exento de los cambios tecnológicos. Los bancos fueron una actividad que se benefició en las últimas décadas por la masificación de la informática, al ampliar las operaciones. Las grandes entidades realizan millones de compras y ventas de activos por segundo y cuentan con servidores del tamaño de estadios deportivos para respaldar las transacciones. El dinero electrónico, es decir el pago de bienes y servicios con tarjetas de crédito y débito pasó a ser un elemento común en la población, en particular en los países desarrollados, y las transferencias de dinero en línea facilitaron los flujos de capitales a nivel mundial. Pero el avance de la innovación continúa y empieza a poner en jaque el status quo de la arquitectura financiera internacional.

“La tecnología está cambiando la forma en que se consumen, producen y distribuyen los productos y servicios financieros. Nuevos jugadores están impulsando la innovación en esta industria y las instituciones tradicionales –bancos minoristas, grandes fondos de inversión, microfinancieras, compañías de seguro– deben adaptarse para no ser desplazadas”. Esta advertencia no la hace algún fanático de las monedas digitales que postea en redes sociales e intenta llamar la atención sobre las grandes ganancias que arrojó el Bitcoin en los últimos años. Son las conclusiones de un documento del área de estudios tecnológicos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID)

Una de las principales transformaciones que mueven el tablero de las finanzas es la cadena de bloques (blockchain) y contratos inteligentes (smart contracts). Se trata de innovaciones en el área de la computación que permiten automatizar y enviar información digital de forma segura y confiable de una persona a otra sin necesidad de que un tercero certifique la transferencia. Este es el secreto tecnológico con el que operan los criptomonedas y por el cual dejan de tener sentido empresas de clearing (firmas dedicadas a validar las operaciones financieras). Las propias cuentas de los bancos tradicionales también pierden relevancia porque los sistemas de blockchain permiten a cada individuo mantener un depósito en la nube que se guarda de manera segura y gratuita.

Los grandes bancos centrales del mundo ya están experimentando con el desarrollo de sus propias cadenas de bloques y el lanzamiento de monedas digitales de un Estado parece una realidad cercana. El caso más reciente es el de la autoridad monetaria China, que ya realizó un sistema de blockchain en el que viene testeando desde finales de 2016 el funcionamiento de su propia moneda digital. El plan de las autoridades de China sería lanzar una moneda digital que pueda convivir en una primera etapa con el yuan (el billete físico). Además plantea un esquema en el que los bancos comerciales puedan adaptarse a estas tecnologías y ofrezcan sus productos financieros a través de la plataforma administrada por el Banco Central chino. La autoridad monetaria de Inglaterra, Alemania y Canadá también vienen invirtiendo en esta clase de desarrollos. Los principales beneficios que encuentran son la reducción de los costos de transferencia y la posibilidad de tener registrado cada uno de los movimientos financieros que se realizan en la economía.

En la nota “El próximo Rembrandt” de Adrián Paenza publicada hace dos semanas en el PáginaI12 se ofrece un detalle minucioso de los cambios que ha ocasionado y ocasionará en los próximos años la informática y la inteligencia artificial. El artículo cuando se concentra en el área económica plantea en forma precisa e intuitiva lo que viene. “Con la criptografía ya no solo usás los cajeros automáticos sino que dentro de poco hasta las monedas van a desaparecer, no se va a usar más efectivo. No sólo comprás distinto, sino que te obligué a vivir distinto”, apunta la descripción. La masificación de la tecnología de blockchain parece ser difícil de frenar y las entidades bancarias que no consigan reinventar sus modelos de negocios tendrán fuertes dificultades para mantener su actividad.

El UBS, el Deutsche Bank, el Santander y el BNY Mellon lanzaron un proyecto conjunto para diseñar sus propios sistemas para operar con moneda digital. El banco de inversión JP Morgan también realizó algunos experimentos con contratos inteligentes que se programan a través la plataforma de blockchain de Ethereum. La directora del FMI, Christine Lagarde, fue contundente sobre el tema: “Sería muy extraño que en los próximos cinco años la banca no funcione bajo estas nuevas tecnologías”.