Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo son las precursoras de los feminismos populares en la Argentina. Son mujeres que politizaron la maternidad.

La identidad mujer-madre se hizo sistema para garantizar la subalternidad de las mujeres en las sociedades patriarcales. El confinamiento de las mujeres a lo doméstico y a la reproducción de la vida construyó un sujeto incompleto y subordinado. A partir de la politización de la maternidad, lo que ocurrió fue exactamente lo contrario. Y fue algo que nos abrió una posibilidad a los feminismos en nuestro país, a los feminismos populares, de ligar la causa de los derechos humanos, tan valiosa para nuestra cultura resistente, con los derechos de las mujeres y otras identidades de género subalternizadas.

Ellas –las Madres y Abuelas- pasaron a ser las madres de todos. No de un hijo o una hija. Generaron una maternidad social y política que fue la búsqueda de las y los hijos, de la memoria, la verdad y la justicia, pero que también se actualizó en las demandas y los desafíos del presente. Eso, para el feminismo popular, quedó marcado en los territorios en una clave muy poderosa, que tiene que ver con la participación de las mujeres.

Hay una feminización muy grande de la política y de la participación social. Eso hace que los barrios, los lugares de trabajo y los ámbitos culturales hoy estén ampliamente feminizados. Y allí, donde hay necesidades, hay tramas y redes de mujeres que se organizan, hacen el aguante y solidariamente dedican horas de su vida para trabajar para y por el otro y la otra. No se puede desligar esto del fuerte legado de las Madres y Abuelas, que lucharon por construir la democracia.

En esta lucha por la justicia y la verdad tenemos que enmarcar la sentencia que recibieron los perpetradores del femicidio de Lucía Pérez. Fue una larga batalla de sus familiares y de diversas organizaciones, que lograron que el juicio oral se realizara de nuevo y con perspectiva de género.

Esta democracia que se logró hoy está amenazada. En esa amenaza vivimos, con acciones de vulneración y promiscuidad en las relaciones de determinados sectores del poder. La violencia institucional se viene arrastrando desde hace tiempo y tuvo su punto más alto cuando quisieron matar a Cristina. El intento de magnicidio tuvo un alto contenido de género, por su calidad de líder mujer que se atrevió a enfrentar al poder dominante. La han atacado constantemente y tuvo otro capítulo con el fallo de la Causa Vialidad. Además de la condena en sí, hubo un mensaje para las mujeres que se animan. Un mensaje para los liderazgos femeninos porque las mujeres somos un frente resistente a la desigualdad y a la injusticia.

El feminismo popular es un movimiento que ofrece una enorme resistencia al neoliberalismo. Es la clave de un cambio social que está muy enraizado en nuestra sociedad. Podemos encontrar colectivos feministas en las grandes ciudades, pero también en los pueblos más pequeños de la provincia de Buenos Aires.

Tenemos que redoblar la fuerza militante y el diálogo con la sociedad porque es la herramienta que tenemos. A 47 años del golpe cívico-militar, y transitando la cuarta década de estabilidad democrática - el período más largo de nuestra historia -, enfrentamos un rebrote de los discursos de odio. Debemos seguir construyendo, desde los derechos humanos, una política del amor y del encuentro, como nos enseñaron las Madres y las Abuelas.

*Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires.