Marzo, mujer, memoria, Malvinas se llama la muestra colectiva que integra una "Maratón de la memoria" organizada por el Fondo Nacional de las Artes (FNA). "Podría parecer que son temáticas juntadas a la fuerza, sin embargo hay un dolor que las atraviesa. Son tres cosas muy a flor de piel en nuestra memoria emotiva", expresa la presidenta del organismo, Diana Saiegh. El cruce generacional y la diversidad estética son dos rasgos de esta exposición que puede visitarse hasta mediados de abril, de jueves a domingos de 14 a 19, en la Casa de la Cultura del FNA, ubicada en Rufino de Elizalde 2831.

"Lo que hay aquí es una multiplicidad de imágenes listas para anudar sentimientos de dolor, lucha y justicia", se lee en el catálogo de la muestra, que incluye obras de Luis Felipe "Yuyo" Noé, Carlos Alonso, Jacques Bedel y Martín Reyna. La "Maratón", en marcha este viernes, sábado y domingo, incluye además mesas literarias, música y teatro, entre otras cosas. La programación se puede consultar en fnartes.gob.ar

La sección más grande de la exposición es la de Malvinas, con curaduría de Florence Baranger. "Esta es una síntesis acotadísima de mi libro Malvinas: paisaje y memoria, que tiene un recorrido en seis ejes. Para esta sala, por sus dimensiones, elegí tres. Cuando uno piensa en Malvinas piensa rápidamente en la forma de las islas, después en imágenes de la guerra y en los excombatientes", resume Florence. 

Llama la atención la escultura Los príncipes australes (1983), de Bedel, "la primera obra que habla de Malvinas en forma literal". Son dos cascos de hierro electrolítico que portarían "unos guerreros mitológicos que iban a reconquistar el territorio", imaginados por el artista. "Malvinas se traduce en diferentes materialidades y sigue apareciendo a lo largo del tiempo, aún en artistas jóvenes que ni siquiera vivieron la guerra", dice la curadora. Se ven pinturas, dibujos y fotografías, además de esta escultura.

De 1983 es, también, la primera pintura que remite al tema. Su autor es Martín Reyna. "El es de la generación que hubiera ido a la guerra. Quería pintarla y en ese momento no circulaban imágenes. Pintó un barco de la Segunda Guerra Mundial. Y así, al hablar de Malvinas habla de todas las guerras posibles: en realidad todas se parecen", explica Florence. Tahiana con tortuga, de Alexis Minkiewicz, es un dibujo que retrata a la única veterana que transicionó de género masculino a femenino. Una impresión digital de Zulema Masa también pone en primer plano a los excombatientes. Cerca están las fotografías que registraron la performance de Marta Minujín El pago de la deuda a Margaret Thatcher , de 1996.

La forma de las islas se observa en variantes muy distintas, en las miradas de María Silvia Corcuera (1994), Javier Barilaro (2007) y Manuel Aja Espil (2020). El realismo de Hundimiento del Belgrano, de Karina El Azem, hecha con una foto de archivo, contrasta con la pintura de Reyna. Exocet al Sheffield, de Duilio Pierri, y ARA Isla de los Estados, de María Martha Pichel, completan la zona dedicada a "momentos cúlmines" del conflicto bélico. La exposición se completa con una fotografía del Cementerio de Darwin, de Juan Travnik, replicada en una obra de Diana Dowek, y otra foto de Facundo de Zuviría que evoca el fin de la guerra mientras que en la calle aún se veía un cartel que decía "Las Malvinas son argentinas".

"La consigna era buscar artistas que hubieran recibido algún tipo de aliento del Fondo. Hice un recorte de mujeres nacidas en democracia. Todo lo que ellas saben de memoria y de Malvinas es por relato. Quería ver cómo sigue el arte argentino, que durante 40 años se basa en eso. Las jóvenes tienen una mirada que lo incluye y lo supera", comenta Gabriela Jurevicius, curadora de la sección "Mujer". Eligió creadoras que dan cuenta de "desafíos y luchas, para contribuir con sus imágenes sobre las problemáticas de género y poder a su representación en la sociedad actual". Hay una excepción a la regla: una escultura en bronce de Noemí Gerstein, de 1975. Es la que abre el recorrido.

La obra más grande es una fotografía intervenida de Mariana Pierantoni y Paula Penise llamada La cautiva, inspirada en La vuelta del malón, pintura de Ángel Della Valle. La escena recrea el rescate de una cautiva por otras dos mujeres. La violencia de género está presente en una pequeña instalación de María Allemand, una obra de técnica mixta de Vanina Prajs y una de las fotos de Karen Espada, que muestra a una mujer que recibió 19 puñaladas de parte de su expareja. Su cuerpo lleva las marcas. Completan el recorrido un patchwork en arpillera sintética de Candelaria Traverso, crítico del fast-fashionCecilia, de Majo Arrigoni, pintura de 2022 que muestra a una mujer leyendo un libro de Alejandra Pizarnik; y fotografías de Celeste Valero a tejedoras andinas.

En la zona dedicada a la memoria, en el centro de la escena, hay dos obras de Noé: La memoria (2006) y Estado de terror (2017), que es de esas que exigen ser vistas de cerca. Y hay otras dos de Alonso, de 1969; un autorretrato en tinta y Cómo me desgarro. Aquí también está presente el diálogo entre generaciones, porque las fotos del Parque de la Memoria que están frente a estos cuadros las firma Fabrizio Santo Guerra, de 22 años. Es muy bella la obra Uno de treinta mil, que María Rosa Andreotti dedicó a su hermano Juan Carlos, desaparecido. Memoria de una memoria, de Nicolás Robbio (2017), hecha de hueso, alambre y vinilo, completa la sección.