Al estilo madrileño

A los argentinos nos gusta la tortilla. No sólo está presente en bodegones y restaurantes españoles, sino que en los últimos años este plato se puso de moda en vermuterías, bares de vino, restaurantes de platitos y esas cantinas neovintage que están a la orden del día. Pero la enorme mayoría son tortillas que, al menos desde la tradición de España, dejan mucho que desear. “No me gusta el corte de la papa que se suele hacer; y le ponen muy poca cantidad de huevo”, se queja Vins, madrileño radicado en Argentina y creador de ¡Sí, Tortilla!, un pequeño despacho de tortillas a la usanza española en el barrio de Belgrano.

Junto con su pareja Rebe (ella brasileña), Vins prepara cada día decenas de tortillas: la clásica con cebolla, otra que suma espinaca, y una porteña con chorizo colorado. Pero lo realmente innovador de esta casa es su apego a la tradición: el corte muy fino de la papa, una cocción lenta en aceite a baja temperatura (evitando que la papa se dore), el descanso luego de la papa con el huevo (usan seis huevos por cada 500 gramos de tubérculo), y una cocción final cuidada a gusto de cada cliente. Por el modo de elaborarla, incluso cuando se la pide menos jugosa, siempre es una tortilla cremosa, lejana a esas secas y gomosas que tanto se ven en Argentina.

Los precios son amigables: $2100 por la tortilla clásica entera, $2300 por la de chorizo o espinaca. También la ofrecen como “montado” sobre rodaja de pan ($900), “bocadillo” (en sándwich, $1050) o ración (acompañada de pan, $1150). Suman otras especialidades: hay paella de pollo ($1600 la porción) y de mariscos ($2300), ensaladilla rusa con atún ($1000) y pantumaca (pan con crema de tomate natural, ajo, perejil y oliva, $600).

Más pensado para el delivery y take away, el lugar cuenta con un par de mesas en la vereda ideales para arrimarse, beber un vaso de sangría, comer un bocadillo y seguir viaje. La bienvenida cuota de felicidad para mejorar el humor de cada día.

¡Sí, Tortilla! queda en Vidal 2515. Whatsapp: 11-2387-3697. Horario de atención: martes a sábado de 11:30 a 15 y 19 a 23. Instagram: @sitortillaba.

El barcito japonés

Edgar Kuda es una figura muy conocida en la gastronomía japonesa argentina. Con largo recorrido en lugares emblemáticos, en los últimos tiempos Kuda fue de a poco ocupando una cuadra entera sobre la calle Paraguay, sumando en cien metros tres locales: el prestigioso Kuda Omakase; el café de especialidad con dulces nipones San Café; y una black kitchen desde donde despachan delivery de ramen, sushi y cocina caliente japonesa (con tres marcas distintas).

Por desgracia, hace un par de meses Edgar decidió cerrar el omakase: "El precio era alto y la zona pedía algo más popular”, explica. Por suerte, en ese mismo local acaba de abrir Yuzu Izikaya, una propuesta mucho más informal y de precio amigable. “Un izakaya es como un bar en Buenos Aires, un lugar donde pasás, comés algo rico, tomás una cerveza o trago, todo muy relajado y simple”, explica. Su idea fue hacer algo que coquetee con la tradición japonesa pero en una versión muy libre, con evidentes guiños a la cocina argentina. La carta tiene sandos (sándwiches en un pan de miga: el de milanesa de bife de chorizo es excelente, $2000) y baos (sándwiches en pan al vapor, como el de panceta con cilantro y pickles de pepino, $1800). Suma demás opciones de ramen (el de Yoshimi, en honor a la cocinera Yoshimi Tabemono, es de cerdo con aceite de ajo negro, $2200) y bowls aptos veganos y celíacos, como el muy rico kare de lentejas a $2100.

Para beber hay cervezas nacionales e importadas (desde $950), también sake (desde $1300) y los muy japoneses highballs servidos en chopps (sería más lindo un clásico vaso de trago largo), a precio muy amigable: por ejemplo, el Matcha Tonic con gin, té matcha, cítricos y tónica sale $900.

Yuzu Izakaya es todavía muy nuevo y tiene platos por mejorar: la cocción del vistoso calamar a la plancha no está lograda, el dumpling (casi una empanada) de humita y queso merece una revisión. Pero el lugar ya exhibe mucho de lo mejor que tiene: sabores originales, atención rápida y una alegría que no suma pretensiones.

Yuzu Izakaya queda en Paraguay 3521. Horario de atención: martes a sábados de 19 a 23. Instagram: @yuzu.izakaya.

Tradición bien entendida

El universo pizzero porteño suele dividirse en grupos discernibles: por un lado, las grandes pizzerías de toda la vida, templos populares como Güerrin, El Cuartito, Cedrón, el Fortín y tantas otras; por el otro, las pizzerías modernas con guiños napolitanos, con sus bordes inflados y levados de largo tiempo. Y en entre ambas aparece la ancha avenida del medio, con suerte dispar y abundancia de pizzas elaboradas sin cariño ni conocimiento. Pero ahí, también, hay una categoría muy importante, la de la buena pizzería barrial, la de los parroquianos y no de los turistas, la que mantiene una idea firme de cómo elaborar una pizza argentina que valga la pena. La Posta es un ejemplo: una pequeña esquina en el barrio de Balvanera, con mesas de madera y fórmica, servilleteros de plástico, baños olvidables, cerveza grande y moscato en carta. Un lugar con fecha incierta de nacimiento (allá por los años 70), que mantiene su bello horno de ladrillos alimentado a leña de donde sale la especialidad de la casa, la pizza a la piedra, fina, de piso crujiente, con buen y generoso queso por encima.

Los sabores son los clásicos: muzzarella ($2250 la grande, $1700 la chica), jamón y morrón ($3190/$2350), napolitana ($2820/$2130) y ese resto que conocemos de memoria: provolone, calabresa, espinaca con salsa blanca, ananá, roquefort y etcéteras. Hay porciones para una comida más rápida: la de muzza sale $280, la de cancha $220, la faina $180: un almuerzo por menos de $1000. Las empanadas son jugosas y correctas (de carne picada, $280), se suma budín de pan ($550), flan y una TV sintonizada en deportes o noticieros.

Para quienes prefieran, La Posta tiene algunas opciones al molde, en especial en las pizzas que salen por porción, con masa alta y esponjosa; de ese molde rectangular proviene por ejemplo la potente fugazetta rellena ($3400). Si bien son ricas, están por debajo de la especialidad de la casa, la pizza a la piedra: tan solo una buena Napolitana finita y tostada, con generosas rodajas de tomate, ajo y condimento, amerita por mucho la visita.

La Posta queda en Hipólito Yrigoyen 2295. Horario de atención: todos los días de 8:30 a 24. Instagram: @pizzerialapostaok