Para Gabriel Vommaro, Mauricio Macri ya venía comportándose como un “no candidato”. El  sociólogo de la UBA y doctor en sociología por la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, entiende también que los números de lass encuestas que habitualmente se utilizan para tomar las decisiones no lo acompañaban, razón por la cual decidió "refugiarse" en la Ciudad de Buenos Aires, donde apuesta a que su primo, Jorge Macri, se convierta en el sucesor de Horacio Rodíguez Larreta. 

Vommaro Trabaja como docente de seminario en la maestría “Política y Sociedad”, en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), de la Universidad de San Martín (UNSAM) y es investigador del Conicet. En 2019 recibió el Premio Houssay al Investigador de la Nación en Ciencias Sociales otorgado por el Ministerio de Educación.

En los últimos años publicó una serie de libros dedicados al PRO, uno de los fenómenos emergentes de la política argentina posterior al estallido de 2001, opuesto y complementario del kirchnerismo. La lista comienza con “Mundo Pro” (2015),  “La larga marcha de Cambiemos” (2017) y concluye, por ahora, con el reciente “El sueño intacto de la centroderecha y sus dilemas tras haber gobernado y fracasado” (Siglo XXI), en coautoría con Mariana Gené. Estas investigaciones lo convierten en un experto en el partido de derecha, su funcionamiento y características.

¿Coincide con la idea del "techo bajo" que llevó a Macri renunciar a su candidatura o hay algo más detrás de esa decisión?

—Macri ya venía comportándose como un “no candidato”. Por un lado, se lo ve muy activo construyendo su perfil internacional en la FIFA y en los encuentros de la derecha global. También es cierto que los números no lo acompañaban, que no estaba para nada claro que pudiera ganarle a los otros precandidatos del mismo espacio. Lo que no se sabía era cuándo ni cómo lo iba a anunciar porque era la prenda que tenía para negociar, sobre todo con Larreta, pero en general con sus desafiantes. Era una cuestión de tiempos. Pero a cambio de eso conserva su influencia en la ciudad, que es el bastión del Pro, donde tiene la mayor parte de sus recursos, en el sentido más amplio.

¿Cuánto daño pueden hacerse Bullrich y Larreta en estos meses y cómo se imagina el día después?

—En efecto, el Pro nunca tuvo una cultura de competencia abierta. Las candidaturas en la ciudad siempre las definían Macri y su entorno. Sí había competencia, pero en sordina, en otros niveles, en el sentido de que varios competían entre sí para ser elegidos por Macri. La única vez que hubo internas fue en 2015, cuando Michetti enfrentó a Horacio Rodríguez Larreta. Y Michetti, que fue la perdedora, no salió bien parada de ahí. Recién en 2019 esto cambia y empieza a haber competencia abierta por la sucesión de Macri con terminales en otros distritos como la provincia de Buenos Aires. No puedo arriesgar cuán dura va a ser la interna entre Bullrich y Larreta, cómo van a procesarla. Es una buena pregunta. Pero sí creo que, al día siguiente de la elección, cualquiera que sea el resultado, se van a ordenar y van a acompañar al ganador. En esto el Pro es similar al peronismo.

¿Macri salvó la Ciudad de Buenos Aires a cambio de su liderazgo nacional?

—No sabemos con exactitud cuáles fueron los términos del acuerdo entre Macri y Larreta, pero seguramente a cambio del anuncio Macri conservará una cuota importante de poder en la ciudad que, como dijimos antes, es el bastión del Pro y su prioridad. Macri sabe que quien gane la interna tendrá muchos elementos para convertirse en el nuevo líder del partido, pero aún así él se garantiza un ascendente sobre la ciudad.

¿Y en la provincia, Macri puede imponer un candidato? ¿Qué rol jugarán los radicales? 

—No se qué puede ocurrir en provincia. Insisto, no sabemos qué alcance tiene el acuerdo entre Macri y Larreta. En líneas generales, me imagino más a los radicales jugando en la interno del Pro que apostando a la construcción de candidaturas propias. Hay un último escenario, improbable pero no imposible, que es que Macri baje a Patricia Bullrich. Eso terminaría de ordenar el escenario.

¿Son distintas las dinámicas de uno y otro lado de la General Paz?

—Son absolutamente distintas. De un lado es su bastión, gobiernan desde 2007 ininterrumpidamente. Del otro, exceptuando el período comprendido entre 2016 y 2019, el territorio siempre les resultó bastante hostil y ajeno. Hay algunas jefaturas pequeñas pero aún cuando lograron algo, lo hicieron con candidatos "exportados" desde la ciudad. Ahora mismo, los dos precandidatos principales son porteños. Uno se mudó a provincia en 2015 y el otro hace menos. Eso significa que no hay figuras con capacidad de dirección. Los intendentes del conurbano tienen alguna pretensión, pero la lógica es mucho más descentralizada y compleja. Por eso, todavía se interviene en provincia desde la ciudad.

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