La casita de madera al sur de Asheville, en Carolina del Norte, se caía a pedazos cuando cuatro personas reunieron, con esfuerzo, 95 mil dólares y la compraron en el año 2017. Que no contase con agua ni electricidad poco le importaba a Julie Mehretu, Ellen Gallagher, Rashid Johnson y Adam Pendleton, artistas contemporáneos afro que se embarcaron en esta odisea real estate por una simple razón: entre esas paredes había vivido antaño una niña prodigio que -según cuentan- ya era capaz de reconocer notas musicales en papel con solo 6 meses de edad. Aún más: en la década del 30, con apenas 3 añitos, Eunice Waymon -la pequeña virtuosa en cuestión- ya tocaba perfectamente en piano la canción religiosa God Be With You Till We Meet Again sin haber recibido clases nunca. La muchacha pasó sus primeros 17 años en esta modesta vivienda que, con el correr del tiempo, del olvido y del abandono, se deterioró tanto que estuvo a punto de ser demolida, sin que muchos lugareños advirtieran que ese lugar era una pepita que merecía ser salvada: allí floreció el talento musical de la descollante Eunice, que pasaría a la historia como Nina Simone, su nombre artístico.

Por fortuna, Pendleton y compañía salieron al rescate, consiguiendo además que en 2018 la casa fuera declarada tesoro nacional en Estados Unidos. Desde entonces, han hecho reiterados intentos por recaudar guita y poner la propiedad en condiciones, juntando a razón de medio millón de dólares. Un monto nada desdeñable, aunque se quede corto para el estado deplorable de un sitio que aún no saben cómo refaccionarán: una alternativa que barajan es hacerle arreglos mínimos, para que fans la visiten; otra es añadir una construcción anexa, funcional y moderna, para que eventualmente artistas emergentes de la comunidad negra realicen allí residencias.

Nina durante una performance para la BBC en 1968

La buena nueva es que, cualquiera sea el rumbo que tomen, en breve podrían juntar hasta 5 millones de dólares que servirán para refaccionar el hogar de niñez de Nina Simone. Al menos, eso suponen que sacarán de una venidera subasta que tendrá como co-organizadora ni más ni menos que a la tenista Venus Williams, legendaria deportista que dice estar “muy emocionada por ser parte de este proyecto expansivo que se centra en la vida y el legado de Nina, que ha sido una gran inspiración para tantos de nosotros”, no solo como música sino también como comprometida activista por los derechos civiles. “Las y los artistas que hemos seleccionado tienen una voz única y poderosa, y nos ha conmovido su generosidad y entusiasmo por esta importante causa”, añade la hermana de Serena, explicando que, entre el 11 y el 22 de mayo, se subastarán en forma online, a través de Sotheby’s, “obras excepcionales donadas por personalidades contemporáneas de renombre internacional”, con cierre por todo lo alto: una gala en Galería Pace, en Manhattan. La meta justifica el entusiasmo: acaso esa casita de madera abandonada pronto sea parte de la ruta de peregrinaje de quienes adoran a la excepcional Nina Simone.