A menos de 24 horas de la denuncia de C., la joven de 22 años que es amenazada por el femicida Maximiliano Tesone -que en 2012 mató a Dayana Capacio y cumple una condena a 23 años- se conoció otra víctima. Los mecanismos con los que acosó a la joven, durante un noviazgo de un año, desde adentro del penal de Coronda, son calcados con el caso de C.. Tesone contactó vía Facebook a M., a fines de 2014, cuando ella tenía 21. "Siempre me trataba muy bien y me jugaba con la lástima porque estaba preso, pero me dijo que fue por un homicidio en el que era él o las personas con las que se había peleado adentro de un boliche; y que terminó entregándose". La mentira fue diferente que en el caso de C., a quien le dijo que estaba por un hecho de robo. Seis meses después de ir a verlo por primera vez y soportar el hostigamiento que llegaba al extremo de tener una llamada en línea durante las 24 horas, para que él estuviera al tanto de todos sus movimientos, M. lo googleó y se enteró de que era el asesino de Dayana. Cuando lo increpó, él negó que las cosas hayan sido como decían los diarios. Ayer se realizó una requisa en el pabellón donde está detenido Tesone.

El agresor quería tener hijos y había iniciado los papeles para casarse con la chica que terminó la relación en septiembre de 2015, aunque él la siguió acosando. "Quizás no me amenazaba tanto porque tenía que controlarla a C. y no le daba el tiempo para las dos cosas", dijo a Rosario/12.

Las víctimas de Tesone son parecidas entre sí. En tanto, el accionar del condenado tiene un modus operandi concreto porque usa las mismas herramientas de control: no las dejaba cortar el teléfono, les pedía que no salieran, que no vieran a sus familias, que no usaran short en el verano y que le dieran su clave de Facebook. Todo, desde adentro del penal de Coronda, donde tiene una habitación con televisor, play station, freezer y al menos un celular desde el cual las acosa las 24 horas. Ayer, al cierre de esta edición, se realizaba una requisa en el pabellón de estudiantes universitarios, donde reside Tesone. Secuestraron tres celulares y acceso a internet. El procedimiento lo realizó la Dirección de Asuntos internos de Rosario y también fue pedida por el juez de ejecución penal de Coronda, Cristian Fiz.

Quien reunió a las jovencitas que estuvieron en pareja con Tesone fue Hugo Capacio, el padre de la víctima de femicidio de mayo de 2012. "Usa diferentes perfiles de Facebook hasta que una termina enganchada", dijo M., de 23 años. "A mí me escribió con su segundo nombre y el apellido de la madre. Me dejó mensajes y le respondí, porque teníamos algunas fotos en común. Al mes de hablar me dijo que él no salía a bailar porque estaba preso". La relación iba bien hasta que empezaron las prohibiciones: "Que no saliera a bailar, que no vaya a la casa de mis amigos, que no salga a comer, que no me compre ropa. Si me compraba una calza o una remerita era para mostrar. Me acusaba de 'plumerear' (igual que a C.). Como sabía que yo tenía franco los miércoles, un día me dijo que fuera a comer con su familia y eso se repitió cada miércoles, pero después me di cuenta de que era para que yo no esté con mi familia. No me dejaba estar ni con mis cuñados. Yo trabajaba, comía y hasta me bañaba con el teléfono en línea con él, para que escuchara todo; y si se me apagaba el celular era un escándalo y empezaba a llamar a mi trabajo, a mi jefa. Yo trabajaba en atención al público y si saludaba a algún cliente empezaba a gritar. Me obligó a tatuarme su nombre, quería que nos casemos, no podía ir a comprar anticonceptivos, llegué a escribirle notas a mi familia para que él no escuchara lo que les decía y hasta me dijo que se iba a suicidar si yo me iba a pasar mi cumpleaños con mi familia".

Todo ese hostigamiento cansó a M. quien se empezó a alejar, pero él la convenció de que estaba por salir y hasta llegó a mandarle fotos de espacios públicos y la hizo creer que había salido. Incluso le describía cómo estaba vestida, y las víctimas creen que tenía gente siguiéndolas. "Yo escuchaba su vos, cuando me llamaba al trabajo, y me descomponía. Una noche me dijo que saliera y mirara hacia la esquina".