En el primer año y medio de la dictadura, la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) estuvo al frente de tres centros clandestinos de detención, tortura y exterminio (CCDTyE): el más conocido es Automotores Orletti, pero antes los agentes estuvieron en una casona de la calle Bacacay y después se mudaron a la base de Pomar y Chiclana. Dos de estos campos de concentración fueron identificados en los últimos dos años, lo que demuestra que, a casi 40 años del retorno de la democracia, aún es extremadamente complejo entender cómo fue la actuación de los organismos de inteligencia durante los años del terrorismo de Estado. El funcionamiento “caótico” de estos CCDTyE es reconstruido en la resolución que dictó días atrás el juez federal Daniel Rafecas al procesar a cinco represores de la SIDE que operaron en estos lugares.

Hablar de Operaciones Tácticas (OT) 18 equivale a hablar de los centros clandestinos conocidos como Bacacay y Orletti. A esa conclusión llegó el juzgado de Rafecas. Durante mucho tiempo se había pensado que la OT 18 se había creado para mayo de 1976, cuando la banda de Aníbal Gordon se instaló en el taller de autos de la calle Venancio Flores –Orletti–. Sin embargo, un sumario encontrado por la intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) durante la gestión de Cristina Caamaño permitió saber que para marzo esa estructura ya estaba en funcionamiento. Incluso podría haber comenzado a operar antes, apuntó en su indagatoria Patricio Miguel Finnen, un exjerarca de la SIDE que fue procesado esta semana.

Bacacay

Recién en 2020, el juzgado de Rafecas logró identificar la casona de la calle Bacacay al 3570 en la que funcionó proto-Orletti. Para su localización fue clave un cable desclasificado de la CIA en el que se refería a la banda de Gordon.

Para Rafecas, Bacacay estuvo activo entre el 16 de marzo de 1976 –es decir, antes del golpe de Estado– y el 22 de mayo de ese año. La primera víctima de la que se tiene registro es Marcelo Andrés Sallenave, secuestrado en Chascomús y trasladado hasta Flores para ser torturado. La última víctima que habría estado alojada en ese lugar es Juan Ignacio Azarola Saint, que fue secuestrado el 20 de mayo de 1976 y liberado dos días después.

La hipótesis que sostiene el juzgado es que la SIDE desmontó ese centro clandestino después de que sus agentes asesinaron al expresidente de la Cámara de Representantes del Uruguay Héctor Gutiérrez Ruiz, al exsenador Zelmar Michelini y a la pareja de militantes conformada por Rosario Barredo y William Whitelaw. Sus cuerpos fueron hallados en un Torino borravino el 21 de mayo de 1976 en la intersección de Dellepiane y Perito Moreno.

“Si bien se desconoce el motivo que propició el cierre del centro clandestino, no habría de excluirse el significativo hecho mediante el cual se dio muerte a los políticos mencionados junto con la pareja Barredo-Whitelaw, lo cual por su impacto institucional habría de alentar la necesidad de destruir cualquier vestigio que pudiera haber con respecto a los días de cautiverio de los mismos, pues era necesario que la versión de la existencia de un enfrentamiento no fuera puesta en duda”, escribió el magistrado.

Si algo distinguió a Bacacay fue que se utilizó como un lugar de alojamiento de víctimas por períodos breves –en general, menores de una semana–. El crujir de la madera cuando alguien caminaba o los pisos damero del baño son algunos de los elementos que quienes estuvieron allí cautivos aún recuerdan así como el uso del sótano como lugar de reclusión.

Plano de Bacacay que aportó quien compró la casa en 1977, cuando ya había sido desmantelado el CCDTyE.


De Orletti a Pomar

El 1 de junio de 1976, Gordon usó uno de sus nombres supuestos –Felipe Salvador Silva– para firmar el contrato de alquiler de un taller ubicado en la calle Venancio Flores al 3519. Como fiadores aparecían dos de sus lugartenientes, Eduardo Ruffo y Juan Rodríguez. En el documento figuraba que los hombres se habían hecho del lugar a partir del 11 de mayo de ese año y que supuestamente iba a usarse para el depósito de productos alimenticios. No fue justamente éste el uso que se le dio: Orletti se caracterizó por los secuestros de militantes extranjeros –particularmente uruguayos o cubanos– o de militantes argentinos con vínculos con países vecinos. Funcionó como una base del Plan Cóndor, donde recalaron militares uruguayos, argentinos e integrantes de la Policía Federal (PFA). Su modo de operar fue “caótico”, según consigna Rafecas. La única certeza es que Gordon tenía la voz de mando.

Orletti estuvo activo desde el 9 de junio de 1976 con una redada que incluyó el secuestro del dirigente Gerardo Gatti hasta los primeros días de noviembre de 1976, cuando lograron huir a los tiros Graciela Vidaillac y su compañero, José Ramón Morales. Por razones de seguridad, Gordon debió levantar el lugar. Al dueño del taller, Santiago Cortell, le avisaron que debían irse por una complicación.

Gordon era un matón de la Triple A que estaba, al menos, desde 1974 trabajando para la SIDE, según un documento al que accedió Página/12 y que estaba en poder de la Comisión Provincial por la Memoria (CPM). Hábil para moverse en el mundo del hampa, para febrero de 1977, ya había conseguido un nuevo galpón desde donde operar: estaba ubicado en Chiclana y Pomar, en el barrio de Nueva Pompeya. Así se lo hizo saber al jefe del departamento de Contrainteligencia de la SIDE, Juan Ramón Nieto Moreno, un militar que reportaba en ese organismo desde los años ‘60. “Se utilizó esa base para algunas actividades operacionales y como lugar de detención transitorio e interrogatorio”, declaró en plena dictadura Nieto Moreno.

Para Rafecas, la base Pomar funcionó como CCDTyE entre mayo y junio de 1977. En la causa está acreditado que la banda de Gordon secuestró a siete militantes del Partido Comunista (PC) a la salida del local de Avenida Callao el 20 de mayo de 1977. Solo tres sobrevivieron: el testimonio de uno de ellos, el exdiputado Juan Carlos Comínguez, fue fundamental para saber que todos habían sido conducidos al mismo lugar y torturados.

El 14 de junio de 1977, la banda raptó al financista Pedro León Zavalía –que ya había estado secuestrado en el circuito Camps porque se lo relacionaba con el Grupo Graiver–. Zavalía fue rescatado y la banda de Gordon, desmantelada –al menos por un tiempo–. ¿Quién estuvo detrás de ese golpe? Miguel Osvaldo Etchecolatz, el director de Investigaciones de la Bonaerense.

Después de esa caída, el agente César Albarracín declaró sobre el funcionamiento de la base Pomar y aportó un número de teléfono. Ese teléfono sirvió para encontrar la dirección exacta del inmueble. Albarracín es uno de los exSIDE procesados por Rafecas, junto con Finnen, Luis “Pinocho” González, Hugo Carlet y Rubén Escobar.

El local de Pomar había sido alquilado como depósito de frutas, pero en determinado momento los inquilinos no aparecieron más. No dejaron ni la llave, probablemente porque estaban detenidos o prófugos. El año pasado, el hijo de los dueños declaró ante el juzgado de Rafecas que un día llegaron con un camión del ejército para vaciarlo. En la causa figura que un vehículo semejante se había usado en noviembre de 1976 para robar todos los muebles de Graciela Vidaillac.