Mabel Molina (48) es la madre de Héctor Luis Riso Molina (28), un joven trabajador rural que fue asesinado en patota el 25 de febrero de 2022. Los acusados por el crimen son maquinistas, solo uno de ellos declaró que le quitaron la vida porque pensaron que les había robado. 

Seis de los acusados estuvieron con prisión preventiva hasta que el 30 de marzo el juez Francisco  Oyarzú, mediante el pago de una suma de dinero en caución, les otorgó la domiciliaria.

La fiscala que investiga la causa es Claudia Carreras, quien ya imputó a Felipe Velarde, Juan Chavarría, Matías Toledo, Facundo Domínguez Novoa, Osvaldo Juárez, Juan Ferreyra y Cayetano Domínguez por el delito de homicidio calificado por el concurso premeditado de dos o más personas en grado de coautores, agravado por la intervención de un menor de edad.

Precisamente, también está imputado M. Domínguez, quien era menor de edad al momento de los hechos. También en su caso la acusación es como coautor de homicidio calificado.

La madre de la víctima contó a Salta/12 que Cayetano Domínguez es el dueño de las máquinas trilladoras, y está prófugo desde el año pasado. Este hombre es el padre de los dos jóvenes implicados Facundo Domínguez y M. Domínguez y ha sido señalado como el cabecilla del grupo homicida. 

Mabel Molina contó que su hijo vivía en Pichanal pero se encontraba trabajando en la empresa Santa Cecilia SRL en Rivadavia Banda Sur, donde se desempeñaba como tractorista y realizaba otras tareas rurales. El poblado más cercano de ahí es el paraje La Estrella, a donde el joven solía ir cuando salía del trabajo para comprar lo que necesitaba y para comunicarse por teléfono porque allí encontraba señal. El 24 de febrero de 2022 en la noche, se dirigió hasta ahí con otros dos compañeros y luego permaneció varios días desaparecido.

La madre relató que cuando Riso Molina llevaba dos días desaparecido, una mujer de la zona rural donde trabajaba se comunicó con ella para informarle que el joven no había regresado.

Al recibir esa noticia, la madre viajó hasta la finca Santa Cecilia. Se entrevistó con un encargado, quien le dijo que su hijo había salido con dos compañeros y no regresó. Este hombre buscó a los otros dos trabajadores con quien el joven estuvo por última vez y ellos aseguraron que se había quedado consumiendo bebidas alcohólicas con unas chicas.

Con estos datos, Mabel Molina hizo la denuncia e intervino la Brigada de Investigaciones, que buscó a su hijo por ocho días. En ese lapso lograron averiguar lo que había sucedido y uno de los acusados declaró ante las autoridades. De este modo, la madre logró reconstruir lo que había sucedido con su hijo. 

Se determinó que el 24 de febrero el joven salió de trabajar de la finca alrededor de las 22 y con otros dos trabajadores se dirigió al paraje La Estrella. En ese lugar había un campamento de maquinistas. “Mi hijo llegó a donde estaba esta gente, con los dos compañeros. Entraron, parece que conversaron. Los dos compañeros robaron un celular, de los que se usaban para esas zonas con poca señal, y un cargador, y escaparon al monte". Riso Molina, que no había participado de esa acción, estaba subido a un lugar buscando señal, y los maquinistas "lo agarraron a mi hijo. Le pegaron, lo torturaron, lo secuestraron y lo mataron”, relató Molina. "En total había 8 personas ahí, entre todas estas personas me le han hecho todo esto”.

La madre dijo que los dos compañeros de trabajo de su hijo escondieron lo que habían robado en el monte y recién a los cinco días lo entregaron a la Brigada de Investigaciones.

Según la mujer, estos hombres contaron que su hijo no había participado de la sustracción del teléfono y el cargador, y habrían manifestado que escucharon sus gritos cuando los maquinistas lo atacaron pero huyeron dejándolo ahí.

Mientras la Brigada investigaba los hechos, uno de los ahora acusados relató lo que había pasado e indicó el lugar donde dejaron el cuerpo. “Los que mataron a mi hijo lo votaron en un desierto donde jamás lo iba a encontrar, en ese lugar no andaba nadie”, sostuvo la madre.

“Los asesinos dicen que ellos se han defendido de un robo. Mi hijo agonizó desde la noche hasta las 9 de la mañana”, dijo la madre y aclaró que sabe todo esto por la declaración de uno de los implicados. Este hombre habría expuesto “que no le pegó, no lo torturó y no lo mató. Declaró que vio lo que le hacían y cómo le pegaban. (Dijo que) mi hijo cada vez que lo pateaban en la cara se descomponía, que iba y lo ayudaba. Después lo alzaron en una camioneta y lo fueron a dejar en el desierto. Entre todos, incluso el que declaró, lo tiraron”, relató la madre.

Mabel Molina consideró que este hombre también fue partícipe porque en ningún momento fue a pedir ayuda a las casas del lugar, no llamó al 911, y también subió a la camioneta en la que trasladaron el cuerpo hasta el lugar donde lo abandonaron. “Desde un principio desde lo que vio, se hubiera retirado, podría haberse arrimado a las casas en el paraje y haber pedido ayuda”, cuestionó. También contó que en la Fiscalía le dijeron que si este hombre no hablaba nunca habrían encontrado el cuerpo.

"El prófugo (Cayetano Domínguez) fue el último que le pegó un golpe a mi hijo en la cabeza”, relató la madre y dijo que por el único maquinista que declaró sabe que después de abandonar el cuerpo este hombre los habría juntado a todos los partícipes del crimen para decirles “acá no pasó nada. Nadie va a decir nada”.

“Entre los que hicieron eso hay dueños de las máquinas y empleados”, indicó la mujer. “No estamos de acuerdo con lo que el juez hizo”, manifestó respecto al arresto domiciliario que concedió a los acusados.

Pertenencias que no aparecieron

“Mi hijo en uno de esos días, antes de que le pase esto, me dijo ‘vieja, cobré el sueldo, tengo acá la plata. Tenía para cobrar 70 mil pesos”, contó Mabel Molina y precisó que cuando las autoridades le devolvieron un bolso de su hijo, tenía allí los comprobantes del cobro.

El joven también tenía un celular Samsung J7 Neo “que nunca apareció”. La madre indicó que en el campamento los maquinistas también quemaron evidencias. Detalló que en ese lugar, mientras ella buscaba a su hijo el año pasado, encontró la hebilla de la gorra del joven y un biquero entre porotos.

Además, precisó que al cuerpo de Riso Molina le faltaban “la gorra, las zapatillas, las medias, una cadenita, uno o dos anillos de plata”.

“Yo digo que a mi hijo ahí también le robaron”, denunció la madre. Indicó que también hizo la denuncia policial por el dinero y las pertenencias que faltaban, “pero nunca aparecieron sus cosas”.

Sin representación penal

Mabel Molina explicó que es pobre y no tiene dinero para contratar un abogado particular que la represente en el proceso penal. Dijo que pensó en vender una propiedad de una casita de madera con terreno. Sin embargo, contó que en la Fiscalía le dijeron que no era necesario que hiciera esto.

La madre expresó su preocupación porque no tiene notificaciones por escrito de la Fiscalía ni del Juzgado interviniente y debe estar siempre preguntando para enterarse del estado de la causa. Dijo que solo se comunica con ella por teléfono la auxiliar fiscal. También manifestó que le cuesta entender el lenguaje judicial por lo que muchas veces no comprende lo que le explican y que cuando va a la oficina de la Fiscalía no le permiten tomar nota. Además, el año pasado hizo una marcha y pidió que la reciba el juez, pero contó que éste le respondió que debía ir con un abogado para que la atienda.

Por otro lado, Mabel Molina también contó que un abogado se ofreció a representarla solo en la actoría civil para exigir un resarcimiento económico y no le cobró para iniciar ese trámite, y recién deberá pagarle cuando finalice el proceso.