Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco realizaron un censo poblacional de ballenas Sei luego de reportar varios avistamientos en las playas de Rada Tilly, provincia de Chubut, en los últimos años. Se trata de la tercera ballena más grande del mundo, que llega a medir unos 18 metros y puede pesar hasta 30 toneladas. Para lograr el objetivo, realizaron una serie de vuelos sobre la zona costera del Golfo San Jorge. Por culpa de la caza, que tuvo su apogeo a partir del siglo XIX, estuvo al borde de la extinción y es por eso que no se tiene mucha información sobre ella. Al día de hoy, la Unión internacional para la Conservación de la Naturaleza la considera en peligro.

“Durante los últimos 100 años no se observaron muchos ejemplares. Si bien los registros históricos daban cuenta que esta ballena estaba acá antes de las cacerías, sorprende muchísimo el número y la frecuencia con la que están apareciendo en la actualidad”, comenta Mariano Coscarella, investigador del Conicet en el Centro para el Estudio de Sistemas Marinos.

Una especie desconocida

Nos llamó la atención que hubiese tantas de estas ballenas en la región, pero entendimos por qué llegan aquí una vez que comenzamos a estudiar su comportamiento”, explica el científico. El Golfo San Jorge es una zona productiva y a partir de marzo hay mucha langostilla, un pequeño crustáceo del que se alimentan las Sei. Además, aclara: “No hemos visto cópulas ni nacimientos. No es una zona donde vengan a parir, pero sí vienen a comer en esta época del año. Tienen una forma de alimentarse que se denomina por embestida; el animal abre la boca y se le amplía la garganta. Pudimos observar grupos de hasta 10 ballenas comiendo simultáneamente sobre el mismo cardumen”.

A su vez, la reaparición de esta especie obligó al equipo de trabajo a reorientar su investigación habitual. Una de las nuevas preguntas que surgió tiene que ver con los lazos biológicos y familiares de otras Sei que habitan sitios cercanos. “No sabemos si son las mismas que están en la Antártida o en Chile. Probablemente se relacionen con las que están en Malvinas y en la costa de Tierra del Fuego, porque empezaron a aparecer en esas regiones más o menos al mismo tiempo que comenzaron a visitar nuestras costas”, detalla.

Observatorio de cetáceos

El Área Natural Protegida Punta Marqués se encuentra en el extremo sureste de la provincia de Chubut, al sur de la localidad de Rada Tilly, y está situada en la zona central del Golfo San Jorge. Hasta allí llegan muchas especies de cetáceos como toninas overas, delfines oscuros, delfines nariz de botella, delfines grises, cachalotes, ballenas azules y jorobadas.

Sin embargo, el investigador destaca que la más abundante de todas es la ballena Sei. “Se las puede ver prácticamente todo el año, salvo entre julio y septiembre que casi no hay. A partir de ahí, pueden observarse cada vez con más frecuencia y alcanzan su máximo en mayo. Llegamos a contar 70 ejemplares en un mismo sitio, a simple vista”, describe.

El período del año en que esta ballena visita la región hace que Chubut ocupe un lugar de privilegio desde el punto de vista del turismo de naturaleza. En los meses en que la frecuencia de avistajes de Sei empieza a mermar, a 450 kilómetros de distancia, en la ciudad de Puerto Madryn comienza el apogeo de visita de la Ballena Franca. Así, la provincia cuenta con estos animales fabulosos todo el año.

Caza indiscriminada

Según indica Coscarella, a partir del análisis de registros y documentos de época, entre finales del siglo XIX y principios del XX, se estima que unas 100 mil Sei fueron cazadas en todo el mundo. Las ballenas y otros animales marinos, como lobos y elefantes, fueron explotados durante muchísimos años, porque su grasa tenía un alto interés comercial y se usaba, entre otras cosas, en lámparas de aceite.

Con el paso de los años, a medida que la tecnología y las artes de caza fueron mejorando, la cantidad de ballenas capturadas se incrementó al punto que, en diferentes épocas, distintas especies estuvieron al borde de la extinción. Tras la firma de la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas en 1946 y las políticas de moratoria en la caza implementadas en 1986 por la Comisión Ballenera Internacional (sumadas a leyes y políticas públicas nacionales) algunas especies de ballena, como la Sei, recuperaron en mayor o menor grado sus poblaciones. Disponer de un censo es clave: después de todo, contar también es conocer.