Nadie graba, nadie vio nada”, fue la frase que refirió haber escuchado por parte de un agente de la Policía porteña la primera médica que asistió a Lucas González. En la tercera audiencia del juicio por el crimen del chico de 17 años, la médica describió que mientras subían a Lucas a la ambulancia, los policías formaban "una rueda" como "custodiando la zona" y afirmó tener “miedo” desde que ocurrieron los hechos. También declaró el subcomisario de la Policía Federal que estuvo a cargo del levantamiento de pruebas luego de que la Justicia apartara a la fuerza porteña del operativo y aseguró que los indicios recolectados -como un equipo de mate dentro del auto de los chicos- le llamaron la atención sobre la versión oficial del "enfrentamiento armado": "Nadie va a robar tomando mate", afirmó. 

El espacio cambió por completo. Del Salón Auditórium de Comodoro Py, preparado para más de cien personas, este martes el juicio pasó a realizarse en la pequeña sala de audiencias del Tribunal Oral Criminal N°25 de la sede judicial de Paraguay al 1500. No había lugar para público ni para familiares, ni siquiera para los catorce policías acusados, que aguardaban en una sala aledaña e ingresaban si eran convocados por sus defensas para hacer consultas. A ese recinto entró, pasadas las 12 horas, Myriam Nancy Sosa, médica del SAME que llegó con la ambulancia a Alvarado y Perdriel cerca de las 10 horas del 17 de noviembre de 2021. Allí, en el asiento del acompañante de una Surán azul, Lucas González yacía inconsciente con un balazo en la cabeza.

Algo nerviosa, Sosa comenzó a relatar lo que vivió desde que llegó a esa esquina de Barracas, en la que finalmente se detuvo la Surán en que viajaban los chicos y en la que los agentes están acusados de planear y concretar la trama de encubrimiento: "Veo una escena bastante impactante, que no es habitual: muchos efectivos, un vehículo y en su interior una persona joven en grave estado. Tenía heridas de arma de fuego en el cráneo y toda la escena estaba llena de sangre", aseguró y de inmediato hizo hincapié en lo que más le impactó de ese momento: "Un efectivo corpulento le gritaba en forma seria a todos los policías, que estaban en una rueda, 'nadie graba, nadie vio nada".

"Estaban como custodiando la zona en 360 grados, eso sí no es habitual. Era como que formaban un vallado y eso no lo vi nunca. He tenido que entrar a la villa 31 con heridos de bala y no había la atención que había en esta escena. Estaban todos muy pendientes de la situación, alertas y mirando hacia el lugar del hecho", añadió después y afirmó que desde ese momento "ya no trabajé igual, no fui la misma". "Vi que hay un oficial que posiblemente haya sido el asesino. A partir de este caso me da miedo porque sé que hay mucho en juego", agregó. 

Antes de Sosa declaró su colega Valeria Echeverría, médica que estaba a cargo del shockroom del Hospital Penna cuando Lucas ingresó al centro de salud. La doctora declaró sobre un punto importante de la investigación: los elementos que cayeron de la cabeza de la víctima cuando recibió la primera asistencia en el hospital. "Cuando lo posiciono para la intubación observo que cae al piso algo metálico. Pensé que eran balas, entonces pido que algún policía que estaba afuera ingrese para levantarlas. Cuando pregunto si son balas, el policía me dice que 'no son balas, son casquillos', contó Echeverría. 

A la médica le pidieron que precise cuántos elementos metálicos había visto caer al suelo, ya que en la instrucción había hablado de un solo objeto, y en esta ocasión afirmó que se trataba de dos, lo que no concuerda con lo declarado en la audiencia pasada por el agente Daniel Espinosa, encargado de la custodia de Lucas en el hospital, quien refirió un solo elemento al que catalogó como "un encamisado". El agente declaró haber resguardado el elemento para luego dárselo a la Policía Federal. 

También Sosa hizo referencia a lo que definió como "casquillos" que cayeron de la ropa de Lucas al ingresar al shockroom. La médica dijo que eran "dos o tres" y agregó: "No sé qué pasó con esos objetos". El abogado de la querella, Gregorio Dalbón, también le consultó si había visto algún arma en el auto del que bajaron a Lucas para subirlo a la ambulancia: "No. Al haber tanta sangre, y al ser una escena así, una siempre busca, pero no había un arma. No se me hubiera pasado por alto porque nosotros tenemos que percatarnos", afirmó la médica. 

El arma de juguete

Pablo Andrés Blanco, subcomisario de la Policía Federal que al momento del crimen era segundo jefe de la División Intervenciones Judiciales, estuvo a cargo del operativo de recolección de pruebas una vez que la Justicia decidió apartar a la Policía porteña. A su cargo estaban los agentes que, en el marco del peritaje a la Surán, retiraron una réplica de arma de fuego: "Cuando nos dan intervención definitivamente, cerca de las 16 horas, veo algo en el piso del auto que no sabía si era un arma, pero supuse que sí", contó el subcomisario, quien precisó que la perito científica que retiró el arma lo hizo entre las 17 y las 18 horas, es decir, más de siete horas después de la balacera policial que se ubica aproximadamente a las 9.40 de la mañana. 

El fiscal Guillermo de la Fuente le preguntó a Blanco de qué tipo era el arma secuestrada: "Era de juguete", confirmó el subcomisario, quien luego sostuvo que eso "me llamó la atención, no era un arma cargada ni era un arma de verdad". En su declaración, Blanco refirió otras cosas que le llamaron la atención durante ese día: "Era un vehículo sin pedido de secuestro, autorizado para que lo usara uno de los chicos y nadie va a robar con su vehículo. Había botines, y un equipo de mate en la puerta, esos elementos me daban una pauta porque el que va a robar no va tomando mate", indicó. En su relato, Blanco dijo haber llegado al lugar recién cerca de las 12 del mediodía, más de dos horas después de la balacera. Los imputados están acusados de haber intentado encubrir el crimen en ese lapso, con el arma plantada de por medio. 

A su vez, refirió el policía federal, recién a las 16 horas tomó intervención oficial del operativo, ya que hasta ese momento no se había determinado qué fuero intervendría en el hecho. Dijo, además, que en ese lapso se entrevistó con Roberto Inca, subcomisario de la División Brigadas y Sumarios de la que dependían Gabriel Isassi, Fabián López y Juan José Nieva, los tres acusados del homicidio agravado de Lucas. Blanco afirmó que Inca le transmitió el hecho ya con la versión del "enfrentamiento": "Me dijo que fueron a parar un vehículo que no se detuvo, que hubo un enfrentamiento armado y que uno de los agentes fue embestido", contó. 

El último testigo de este martes fue Ariel Lamela, chofer del comisario Daniel Santana, el policía de mayor rango acusado de encubrir el crimen. Santana estaba a cargo de toda la operatoria de la Comuna 4 y esa mañana se encontraba en Costanera Sur celebrando el quinto aniversario de la fuerza porteña. Lamela confirmó que llevó a Santana a Barracas cuando el comisario se enteró del hecho, dijo que allí su superior se entrevistó con Isassi y que después, incluso cuando ya había intervenido la Policía Federal, le reportó a Fabián Lencina, comisario mayor a cargo en ese momento del Área Sur de la ciudad. 

Durante la instrucción, el fiscal Leonel Gómez Barbella había pedido la detención para indagar a Lencina pero ni el Juzgado de Instrucción ni la Cámara le otorgaron el pedido. Durante su declaración, Lamela aseguró que en ese momento para ellos el hecho era un "enfrentamiento armado" y que "independientemente de que tome intervención la Federal, Santana debe relevar y elevar todo tipo de comunicación a su superioridad".