En el mes de febrero fueron condenadas Magdalena Espósito Valenti y su pareja, Abigail Páez por homicidio triplemente calificado por el vínculo, alevosía y ensañamiento que incluía también situaciones de abuso sexual hacia el pequeño Lucio Dupuy.

En marzo, la denuncia de Lucas Benvenuto y otrxs sobrevivientes de abuso, señaló la existencia de una organización destinada a reclutar menores y mayores de edad en situación de vulnerabilidad con el fin de someterlos a la práctica de relaciones sexuales. Allí entre los acusados nos encontramos con Jey Mammón (Juan Martin Rago) y Marcelo Corazza, dos varones abiertamente gays.

Tanto en un caso, como en el otro, tenemos situaciones de abuso sexual de menores ante la justicia, en un caso, una pareja de lesbianas, en otro, dos de los cincos nombres que figuran entre los acusados son abiertamente gays a la vez que figuras públicas reconocidas.

Rápidamente nos encontramos con declaraciones en medios y redes como “Hay muchos en el ambiente gay que están muy nerviosos”: Baby Etchecopar sugirió que podría haber nuevos famosos denunciados por abuso de menores. O afirmaciones como “No es casualidad que todos los pedófilos sean gays”.

 Jey Mammón y Marcelo Corazza tapan el bosque

¿Por qué en los medios y en las redes sólo se está hablando de Jey Mammón, Marcelo Corazza, Marley, Martín Cirio (La Faraona), cuando son miles las denuncias por abuso sexual en la infancia radicadas en los diferentes juzgados a lo largo y ancho del país donde los acusados no son famosos, ni gays, ni lesbianas, sino buenos abuelos, tíos o padres de familias heterosexuales? Por mencionar solo algunos casos que la mayoría de la sociedad desconoce: Arcoiris, niña que fue abusada por su abuelo José “Kuki” Vergara, mano derecha de Karina Becerra, miembro del Tribunal Superior de Justicia de la provincia de La Rioja y presidenta del Consejo de la Magistratura; Martín de 7 años, quien ha podido narrar los abusos que su papá ejerció sobre él, entre muchísimos otros.

La periodista Liliana Viola en el programa “No se puede vivir del amor” que conduce Franco Torchia destacó que “El abuso sexual históricamente no ha importado porque el abuso está en la base de la constitución familiar heterosexual, el abuso comienza en el poder del jefe del hogar, en el silencio de los más débiles.”

Parecería que solo en la medida en que lxs acusadxs son gays y lesbianas el abuso sexual se vuelve un asunto de interés para la sociedad, es colocado en la agenda por los grandes medios de comunicación. Será que podamos leer en los temas que ingresan a la agenda pública, así como también los que quedan fuera de ella, una reacción conservadora donde se pretende asociar el abuso sexual en la infancia a las existencias LGBT+. Operación similar a la que contribuyó Mirtha Legrand apenas dos días antes que se votara y aprobara la ley de matrimonio igualitario en 2010, al formular la pregunta que el pueblo se hacía respecto de la adopción por parte de parejas gay o de lesbianas: “Roberto, te voy a hacer una pregunta muy delicada: la pareja de homosexuales, suponte que adoptan a un chico, como tienen inclinaciones homosexuales, ¿no podría producirse una violación hacia su hijo?".

Nuestra comunidad ya ha pasado por esto en el pasado, por la asociación de pedofilia con homosexualidad, no es la primera vez. Quizás la diferencia resida en que en esta oportunidad quienes son acusadxs ante la justicia son gay y lesbianas por abuso sexual en la infancia, y aquí no se pretende ni disculpar, ni justificar a nadie. Solo señalar que mientras se visibiliza hasta el hartazgo, banalizando las situaciones de abuso, sin pensar en quienes fueron abusadxs en estos y otros casos, va en aumento la estigmatización de la homosexualidad y el lesbianismo a partir de la homologación que se está haciendo entre la pedofilia y la homosexualidad.

¿Por qué no sabemos nada sobre la orientación sexual de la mayoría de los denunciados por abuso?

En la denuncia que pudo formular Lucas Benvenuto el resto de los imputados son: Francisco Rolando Angelotti Notarbartolo, Andrés Fernando Charpenet y Raúl Ignacio Mermet. ¿Por qué no sabemos nada sobre su orientación sexual?

Insistiré con la pregunta ¿a quiénes le sirve que la pedofilia quede asociada a la homosexualidad/lesbianismo? Nos encontramos en momentos profundamente reaccionarios y conservadores, luego de ciertas conquistas en materia de derechos para las mujeres y lesbianas, gays, travestis, trans, no binaries.

Señalar la operación mediática reaccionaria y conservadora de homologación entre homosexualidad y pedofilia es importante porque a la vez que demoniza unas orientaciones sexuales (minoritarias políticamente) que hoy cuentan con derechos antes preservados solo para lxs heterosexuales, la familia heteronormada permanece intacta. Y estadísticamente si de denuncias de violencia sexual se trata, la inmensa mayoría de las situaciones de abuso sexual en la infancia y en las adolescencias ocurren en el seno familiar, son los padres, los abuelos, los tíos, quienes habitualmente violentan sexualmente a niñxs y adolescentes. Cuando el abusador es heterosexual se suele pasar por alto su orientación sexual, es la norma no se nombra, no se interroga, no se cuestiona.

Cuando se hicieron públicas las denuncias por abuso sexual a Thiago Almada y a Gonzalo Montiel a nadie se le ocurrió plantear que había que investigar a todos los jugadores de la selección. ¿Por qué no? Acá no interesa instigar una política persecutoria y punitivista, sino solo dar cuenta de las dobles varas que se manejan para pensar el abuso, sea en las infancias, o en la adultez.

Por último, Viola planteó que cuando el delito es perpetrado por alguien que pertenece a una minoría existe un regodeo de la sociedad y nos dejó dando vueltas la pregunta “¿Qué quiere esconder esta sociedad que pide cárcel para los culpables, no tanto por culpables, como para a todos los que odia?”

La homologación de la homosexualidad con la pedofilia es peligrosa por la masividad y el alcance que tienen los medios de comunicación en la sociedad en general y en el poder judicial en particular. No solo porque su objetivo es deslegitimar las luchas del movimiento lgbt y los feminismos sino también porque habitualmente la abrumadora mayoría de los acusados son heterosexuales y si se construye al victimario “perverso” gay muchas de las denuncias penales que ya han sido realizadas, y las que vendrán, serán desoídas en la medida que esta nueva oleada demonizadora instituya una relación intrínseca entre homosexualidad y pedofilia.