La madrugada del domingo 26 de marzo será recordada como una de las noches más salvajes que experimentó el rock argentino, al menos en lo que va de esta de esta década. Se trató de un arrebato de insubordinación ante la dictadura de la música urbana, y sobre todo una expresión de hastío frente a una época en la que lo único real es la incertidumbre.

En el barrio porteño de Palermo, en las esquinas de Humboldt y Niceto Vega, la cumbia es lo que explota. Pero esa noche se palpó en el ambiente una ecuación distinta. Lo que inicialmente iba a ser otro recital de Winona Riders, se tornó en uno de los fenómenos de 2023. O la vuelta a la contracultura. Para algunos fue una movida de marketing; para otros, el nacimiento de un hito.

Justo enfrente se encuentra Niceto Bar. El lugar tiene un salón en el que se programan shows en vivo para no más de un centenar de personas, pero antes de que la banda se subiera al escenario, la cantidad de público en la calle triplicaba el aforo. Lo que decantó en una situación caótica que derivó en la histeria colectiva al grito de: “¡Queremos entrar! ¡Queremos entrar!".

Afuera, debajo de la lluvia, el público se empujaba en la puerta del local, se trepaba como podía a las paredes o se colgaba a los ventanales. Adentro, con el grupo que debe su nombre a la sempiterna heroína gótica en acción, la volatilidad y el pogo se movían al ritmo del brutalismo. Si Le Corbusier viviera, hubiera entendido que así de hermoso suena el hormigón.

“Aún no podemos creer lo que pasó”, afirma Ariel Mirabal Nigrelli, cantante y guitarrista del sexteto. “Sabíamos que podía quedar gente afuera, pero nunca pensamos que entrarían por encima de los patovicas. Ni siquiera pudimos terminar el recital porque cayó la policía. Si bien el público se alebresta en nuestras fechas, ese día fue más allá”.

A pesar de que el descontrol se pudo solventar, el músico reflexiona: “Hoy es memorable. Salió bien porque salió bien. Pero podía haber terminado mal”. A lo que Ricky Morales (guitarra y coros), añade: “Te llegan este tipo de fechas, en las que de la nada te cae esa cantidad de gente. Hace tres meses estábamos tocando para no más de 80 personas”.

► "Algo que a la gente le encanta"

24 horas después, para mermar lo que había sucedido, Winona Riders improvisó un recital en el Lado A de Niceto Club. ¡Pero para cuatro días más tarde! Ese jueves, metieron 700 personas. Sin compartir la fecha con nadie más. Algo que no consigue hacer, y mucho menos en ese margen de tiempo, ningún artista nuevo argentino.

“Estamos creciendo, estamos aprendiendo y estamos viendo cómo nos reciben”, explica Ariel. “Winona tiene algo que a la gente le encanta, y que no lo vi en ningún otro grupo. Por eso nos cuesta encontrar referencias. No conozco ninguna otra banda a la que le pase lo mismo. Nuestro camino lo vamos marcando nosotros”.

--¿No se sienten desbordados por lo que les está pasando?

Ricky: Nos sorprende. Siempre confiamos en que estaríamos donde estamos, pero pensamos que sucedería en cinco o seis años. Supongo que tiene que ver con que hay un montón de información que está procesando una generación nueva de artistas y público, y con que esta es una escena joven en la que nadie entiende nada. Aún no hay reglas. Hasta el más experto no sabe para dónde está yendo la cosa.

► Los emergentes

La historia siempre demostró que la música responde a los cambios sociales de una época. Incluso, cuando los estilos que se suponían obsoletos emergieron de vuelta. No es fortuito que, al igual que lo hizo Babasónicos en su disco compilatorio Vedette (2000), los Winona vuelvan a cantarle a la dopamina. Ni que cada recital suyo se tornara en una ceremonia de la liberación.

“Si bien tenemos cuatro años como banda, nos dedicamos a tocar cinco veces por mes. Apostamos a esto hasta que ahora explotó”, reflexiona Ariel. Entonces Ricky ahonda: “Es parte del concepto de la banda. Cuando nos juntamos con Ari, tras fracasar con otros proyectos, lo que queríamos demostrar con Winona era que todo estaba dormido”.

--¿A qué se refieren?

Ricky: Entre 2010 y 2019, acá el under no existía. Estábamos muy enojados porque el sonido y todo lo que sucedía eran muy tibios. La idea era juntar las influencias de los grupos de los que habíamos sido parte. Fue una hermosa y linda coincidencia encontrarnos los seis, porque manejamos ese mismo tipo de manija. Quisimos hacer algo más jugado con respecto a lo que ya existía. Antes nos venían a ver nuestros amigos para hacernos el aguante, ahora nos viene a ver gente que no nos conoce y que corea los riffs de las canciones que tocamos en 2019. Y nos preguntamos, ¿qué pasó?

--¿Y qué creen que pasó?

Ariel: Hay un montón de factores: la cantidad de fechas, la propuesta en vivo. Siempre hubo bandas de rock, pero era rock y ya. Cada vez que aparecía el titular de que este o aquel grupo iba a salvar al rock no lo consiguieron, porque no lo hicieron de una forma distinta.

A manera de corolario de ese desencanto, la banda tituló a su álbum debut Esto es lo que obtenés cuando te cansás de lo que ya obtuviste. Estará en disponible en las plataformas digitales a partir del 21 de abril, y su repertorio está basado en las canciones que vienen tocando desde sus inicios. Decidieron no incluir ninguno de los temas nuevos.

► Por un puñado de canciones

Esto genera aún más desconcierto en torno al imaginario del sexteto, porque erigieron su popularidad con apenas un puñado de canciones colgadas en Spotify. Lo más parecido a esto, en un contexto global, fue el caso del grupo inglés de punk Black Country, New Road, que en 2019 era capaz de llenar teatros en el Reino Unido con un solo tema subido a esa plataforma.

Redimieron el boca a boca en el rock. La única forma de conocerlos era en vivo.

Ricky: Se perdieron un montón de valores que eran parte de la mística del rock. Se filtraron tanto que se volvió publicidad. Las bandas que nos influencian aún siguen tocando y tienen fechas todos los días. En Argentina, un programador o un mánager te dicen que toques una vez en capital y que te guardes dos meses para hacer otra fecha grande. ¿En qué cabeza cabe que eso a mí me sirve?

--¿Por qué decidieron sacar un disco basado sólo en sus primeros temas?

Ariel: De hecho, hay un disco en YouTube que es de una fecha en Ramos Mejía, de hace un año, donde tocamos lo mismo. Pero el sonido es más cutre. Si vos querés avanzar, tenés que inmortalizar esta etapa. Los temas nuevos tienen un carácter más formado en cuanto a sonido. Nos ponemos cómodos con una estética, pero la búsqueda siempre va a estar. Escarbamos, a ver qué sigue. 

En la propuesta del grupo de Zona Oeste convergen la psicodelia, el space rock, el shoegaze y el garage. En tanto que sus letras evocan a los comienzos de la banda Victoria Abril, cuando cantaban: “Pierdan la plata, después tendrán mucha / El delirio en esta época es tomar conciencia”.

“Somos lo que cantamos”, afirma Ariel. “Las letras nacen en base a experiencias que recurren a sustancias, pero no por hacernos los reventados. Al menos yo (Ricky es el otro autor del grupo) escribo de lo que más me marca. Si de pronto voy a una rave, me tomo dos pastis y sentí una percepción nueva en mi cuerpo que me queda en la cabeza en la semana, compongo sobre eso”.

--¿También tocan puestos?

Ariel: No nos drogamos para tocar en vivo. Un porro, y nada más. No hay mejor droga que terminar un show, que haya salido bien y la gente se acerque a felicitarte.

--A la actriz Victoria Abril no le copó que usarán su nombre. ¿Qué onda Winona?

Ricky: No hubo problema hasta ahora. Al igual que Brian Jonestown, nos gusta jugar con los nombres y las palabras. Estamos muy en esa de buscar siempre referencias. El primer nombre que tuvimos fue Lou Weed. Antes de nuestra primera fecha, salimos a pegar afiches por el Oeste para publicitarla. Ese día a la noche, un chabón se comunicó para avisarnos que era de Zona Sur y que tenía una banda llamada igual. Lo mandamos a la mierda con altura. Nos quisimos evitar problemas.

Ariel: Ya teníamos la fecha debut y necesitábamos un nombre. Hablando con mi viejo, me tiró la idea. Me dijo: “¿Sabés cuál es un buen nombre para una banda?: Winona Riders”. Y sirvió.

--¿Cómo se llevan con la tradición del rock argentino? Ahora son parte…

Ricky: No nos llevamos mal. Tampoco la negamos, por más que no sea lo que más consumimos.

Ariel: Curtimos los '70 y los '90: Viejas Locas, La 25, Jóvenes Pordioseros, La Renga, Pappo y Manal a full. Nutrimos a la banda con todo lo que nos gusta.

Spaceman 3, The Stooges, The Rolling Stones y The Brian Jonestown Massacre ayudaron asimismo a delinear su idiosincrasia. Al punto de que su performance evoca a la de la banda comandada por Anton Newcombe. Lo que se podrá comprobar o refutar este martes a partir de las 20 en C Complejo Art Media, cuando le abran a los de San Francisco en su vuelta a Buenos Aires.

--¿Les pesa que les digan que son los “Brian Jonestown argentinos”?

Ariel: No, era el objetivo. De todas formas, no todos nuestros temas suenan a Brian Jonestown. Entiendo que lo digan por el concepto y porque usamos maracas. Tampoco buscamos esconder nada. Las cosas que agarramos, las ponemos al frente. Me parece meritorio que haya alguien que junte sus influencias y las plasme sobre un escenario. Eso hacemos nosotros.

--¿Qué se siente abrirle un recital a uno de los artistas que los moldearon?

Ariel: Estamos enfocados en el show. El cholulaje está porque nos tocó la fibra que ningún otro artista nos tocó. Sin embargo, nuestro objetivo es sonar mejor que Brian Jonestown esa noche.

Ricky: Sentimos respeto, porque es una influencia. ¿Pero por qué tenemos que minimizarnos? Yo también quiero mover el piso.

Posiblemente, esta semana sea la más importante en la breve, rauda y vehemente historia de Winona Riders. La de su consagración. Parece que ya la música popular contemporánea argentina tiene artista revelación en 2023. Y viene del rock. También proviene del Oeste, donde está el agite (dixit Divididos), por más que la mitad de sus integrantes sean de Capital Federal.

“La bandera es ser del Oeste”, enfatiza Ariel. “Otra cosa que nos diferencia del resto de los grupos es que no queremos tocar en Palermo siempre. Por más que nos presentemos en vivo en un lugar chiquito de otra parte, le ponemos actitud. Es hermoso que la gente diga que nos vio en Rafael Calzada un domingo. Eso habla mucho de la banda”.