Esa tarde de marzo 2016, parecía un domingo de fútbol más en el Bosque platense. Gimnasia y Esgrima recibirá a Quilmes, por la novena fecha del Torneo Inicial, bajo el tibio sol de otoño. Las banderas, los hinchas y el césped estaban listos. Todo parecía ser como fue siempre.

Nada amenazaba con romper la monotonía ancestral, hasta que la voz de Ivana Rodriguez atravesó el aire para, por primera vez, desde la cabina del mítico Juan Carmelo Zerillo, dar la formación que se sabía de memoria. Y cumplir su sueño.

En ese momento, el “Lobo” se transformaba en el primer club bonaerense en tener una voz del estadio femenina, la segunda del país detrás de la de Argentinos Juniors. 

“Es lo que soñé toda mi vida, nunca quise ser otra cosa aunque mi mamá dice que de muy chiquita quería ser astronauta”, cuenta Ivana a BuenosAires12. Mientras rememora aquel debut que terminó con un triunfo del local por 3 a 2. “Menos mal, porque soy muy cabulera”, reconoce.

Un centenar de sueños después

Desde ese día pasaron siete años y 102 partidos. Rodriguez se transformó no solo en la voz del Estadio sino en un faro para el pueblo tripero que la vio crecer en el club y un  símbolo de muchas pibas que sueñan lo mismo. De hecho, el 9 de abril, antes del partido con Racing, la subcomisión de género le entregó un diploma en agradecimiento por su primer centenar de encuentros. Toda la cancha la recibió con aplausos y felicitaciones. “Jamás me imaginé llegar a vivir lo que viví”, cuenta.

Ivana Rodriguez no entiende su vida sin sus dos de sus mayores pasiones: el lobo y la comunicación. Ya no vive en La Plata, sino en Mar del Tuyú. Hace 300 kilometros sólo para hacer su trabajo de voz del Estadio, ad honoren. “Soy hincha de Gimnasia desde que tengo uso de razón y siempre quise ser periodista y locutora, nunca quise ser otra cosa”, subraya.

Es mamá de dos varones, de 12 y 5 años, y junto con su marido se trasladan desde la Costa Atlántica a la capital bonaerense cada vez que su equipo lo requiere. “Muchos dicen que estoy loca”, cuenta entre risas.

Pero el amor que la hinchada y el “pueblo tripero” le brindan partido a partido los hace volver cada fin de semana. Ahora que el club está en Copa Sudamericana también entre semana. Para Rodriguez los equipos en la cancha, “La 22” alentando y la cabina lista son su lugar en el mundo.

Animarse al desafío

Ivana mira hacia atrás y recuerda su camino: “Cada vez que asumía una nueva dirigencia yo mandaba una carta que quedaba, casi siempre, en mesa de entradas. Ofrecía mis servicios de locución, ya sea para una entrega de trofeos de una actividad amateur, una fiesta de fin de año o lo que sea”.

En este sentido, Ivana reconoce un punto nodal y es que para una piba, por más capacitada que esté, ser la voz del estadio del primer equipo sonaba tan utópico como aquel sueño de llegar a las estrellas que recordaba su mamá. “Yo quería ser voz del estadio, pero siempre me ofrecía para otro tipo de eventos, porque tenemos, incluso nosotras, una cabeza estructurada por el patriarcado que nos dice con qué podemos soñar y con qué no. Nosotras mismas nos autocorregimos el sueño”, advierte.

Pero un día, su carta llegó a buen destino, formalizó su sueño de ser voz del estadio y alcanzó su objetivo de que el equipo de sus amores sea pionero en este avance a la igualdad.

En ese momento, Ivana se dió cuenta de otro obstáculo inesperado se interponía en el camino. Había querido ser toda la vida voz del Estadio pero ni  siquiera se había animado a jugar a eso de chica. Así que tenia que pensarse haciendo algo que nunca había hecho "ni en soledad".

“Lo primero que pensé es en hacerlo como me gusta a mi. Con todo los que había escuchado, en estos años de cancha, pero con mi impronta. Sabía que no iba a cambiar la voz ni a ser algo que no era, pero por suerte después de escuchar la prueba me dijeron que el domingo empezaba”, relata.

Todavía recuerda la ansiedad del debut y el murmullo del principio,  cuando la novedad se hizo palpable para el estadio. Pero también cómo, con el correr de los minutos y los partidos, se sentía cada vez mas cómoda y segura. “Me di cuenta que esto es lo que quiero hacer toda la vida”, asegura.

Aquella tarde con Boca

Uno de los días que Ivana recuerda como de los más emblemáticos de su carrera tuvo lugar durante los episodios del 6 de octubre del 2022 , cuando un partido de Gimnasia y Boca fue suspendido tras un combo que incluyó falta de organización, sobreventa de entradas y represión policial . En ese momento, Ivana cumplió un rol fundamental para ayudar a reunir familias, indicar por donde no tenían que salir los hinchas, e intentar calmar en el momento de mayor tensión .

“Nosotros no sólo damos las formaciones y decimos los cambios,  también damos las indicaciones de seguridad que nos dan los organismos responsables, pero en ese momento nadie me decía nada, así que entró en juego el oficio, no solo de comunicadora sino de madre, porque no me moví hasta que el ultimo niño encontró a sus padres”, recuerda emocionada.

Su trabajo de ese día fue reconocido por todos, tanto en medios como en redes. La destacaron como una de las personas que logró que la gravedad del caso no escale aún mas. “Fue algo muy emocionante lo vivido después de un día tan difícil, y no fue sólo de los hinchas de Gimnasia , sino del fútbol en general”, rememora.

Los días de Maradona

Ivana estaba en su casa de la costa cuando le llegó un mensaje al celular de su mamá. “¿Te das cuenta que vas a presentar a Maradona?”, le dijo. Lo que parecía una posibilidad lejana se empezaba a cristalizar y ella sólo tenía vínculo con el club a través de su mamá, que aún sigue viviendo en la ciudad.

Cuándo por fin fue la presentación,  estaba en el campo de juego, y no ya en la lejana cabina. Recuerda a adultos llorando como chicos, la locura de la gente llegando a la ciudad de las diagonales y la sencillez de un hombre que por momentos parecía no hacerse cargo de lo que provocaba.

Hay una anécdota que Ivana cuenta y que pinta a Maradona de cuerpo entero. Luego de la presentación, la locutora quedó frente al Diez, casi  petrificada, con el celular listo para una foto. “Yo no me podía mover, era todo muy fuerte. El caso es que, en medio del torbellino de personas que se lo querían llevar, Diego me vio y dijo: paren que la piba se quiere sacar una foto conmigo”. "O sea que yo pude sacarme una foto con Diego, gracias a él”, asegura. 

Ella define aquel año antes de la pandemia como “una locura inimaginable”. No solo porque su voz nombrando a Maradona aparecía en medios de todo el mundo, sino porque, según cuenta, “Gimnasia nunca fue tan feliz como con lo fue él y viceversa”.

Las pibas con voz

En este momento hay 21 mujeres a cargo de la locución en los estadios de modo permanente. Nueve de ellas son bonaerenses: Gimnasia, Independiente, Morón, Villa San Carlos, Santamarina de Tandil, Alvarado de Mar del plata, Merlo, Defensores Unidos de Zárate y Villa Dálmine.

Son pibas unidas que militan la causa por mayor igualdad en un ambiente tan adverso como lo es el del fútbol y hasta tiene un grupo de Whatsapp por el que se mantienen en permanente contacto. Al respecto, Ivana explica: “Nosotras militamos por la idea de que las personas que se hacen cargo de la voz de un estadio, no importa si son hombres, mujeres o disidentes, estén preparadas en la comunicación, porque hay momentos en los que no se puede dudar”.

“Es normal que para el 8 de marzo los clubes inviten a una mujer a hacer ese trabajo, como si hicieran un favor de prestado, pero nosotros entendemos que es un lugar que podemos ocupar de forma permanente porque estamos capacitadas. Y las que lo quieran hacerlo será porque están listos. No importa si es hombre o mujer, pero es un lugar de mucha responsabilidad que hay que estar listos y listas para ocuparlo”, dice.

Por lo pronto, Ivana y sus colegas ya están listas para el próximo partido. Grandes estadios hoy tienen su voz, y ellas ejercen su trabajo con orgullo. Saben que representan no sólo a un equipo de fútbol , sino a un cambio de época que las tiene como protagonistas, y, pensándolo bien, no están tan lejos de llegar a las estrellas. Como ella soñaba de chica.