No es novedoso señalar que la comunicación constituye una dimensión estratégica en nuestra sociedad. La expresión libre y la información de calidad forman parte de las necesidades de nuestra vida cotidiana. Aunque las distinciones no desaparecen, ya no se trata centralmente si medios sí o medios no, si son hegemónicos, comerciales, comunitarios o autogestivos. De modo creciente, socializamos, trabajamos, nos educamos, nos atendemos la salud con plataformas, redes o aplicaciones digitales que forman parte de las herramientas propias de lo que hasta hace poco llamábamos nuevas tecnologías. Formamos nuestras miradas del mundo y sus relaciones a través de medios, redes y burbujas que informan o desinforman y llenan de sentido a nuestras existencias. Hoy debatimos la inteligencia artificial y sus consecuencias para el trabajo, la educación y el devenir de la humanidad. No obstante, a pesar de cualquier avance tecnológico lo que sigue y debe seguir estando en el centro de nuestras preocupaciones es que los medios, las redes, las plataformas estén pobladas de profesionales que respondan a las necesidades de información de calidad para el mejoramiento de una sociedad democrática, en la que todas las personas puedan desarrollar una vida digna.

Entonces, ¿qué es lo novedoso? El miércoles 26 de abril la Universidad de Buenos Aires aprobó un nuevo plan de estudios de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación que implica sustantivas transformaciones curriculares. La relevancia del dato no radica tanto en que la reforma logró concretarse luego de un proceso que se extendió demasiado en el tiempo. Más bien, el hecho permite volver a poner el foco en la importancia que tiene para nuestra sociedad la formación de profesionales de la comunicación con mirada crítica, capacidad de comprender los procesos de transformación de la comunicación y la cultura, apego a la verdad y compromiso con una sociedad democrática. Estas cuatro características que aspiramos para comunicadoras y comunicadores revisten, hoy más que nunca, crucial importancia.

Habitualmente, la reforma de los planes de estudios de las carreras de grado no suelen ser asuntos noticiables, ya que en general afecta a las comunidades, más grandes o más pequeñas, que componen las unidades académicas implicadas. Quizás, en este caso, valga la pena hacer la excepción.

Uno de los aspectos más salientes de la reforma curricular aprobada es el tipo de sujeto de aprendizaje que presupone. La gran electividad del nuevo plan implica un estudiante con múltiples momentos de toma de decisión de acuerdo a sus propios intereses y vocaciones. Las y los estudiantes eligen las asignaturas a realizar en 17 momentos, desde el inicio hasta el final de la trayectoria. Esto tiene como consecuencia una formación universitaria flexible y no escolarizante, un sujeto con autonomía para crear recorridos creativos y complejos.

Por otra parte, la curricularización de las prácticas preprofesionales con sentido pedagógico no sólo acerca a las y los estudiantes a la experiencia del mundo del trabajo. También permite la producción de contenidos periodísticos de calidad con capacidad de incidir en el debate público. La experiencia preliminar de ANCCOM | Agencia de Noticias es un ejemplo en este sentido. Por otro lado, facilita la construcción de articulaciones de mutuos aportes entre universidad, organizaciones, Estado y territorio a través de proyectos definidos conjuntamente.

Por último, la reforma curricular formaliza, a través de nuevas asignaturas, la incorporación de los debates actuales del campo de la comunicación y deja abierta la inclusión de sus futuras transformaciones, en un equilibrio que supone no deslumbrarse ante la fascinación por el último avance tecnológico, sino que propone comprender los cambios en su relación con los procesos históricos que los configuran y desde una trama conceptual que habilita la reflexión sobre lo complejo. No sólo se trata de formar profesionales críticos con habilidad para manipular las actuales técnicas, sino también con capacidad de aprender y comprender las transformaciones venideras, aún desconocidas.

Con todo esto, el enriquecimiento de la propuesta formativa de Ciencias de la Comunicación no es sólo la respuesta a una demanda histórica de nuestra comunidad y de los y las jóvenes que desean estudiar esta carrera sino, fundamentalmente, un logro para el conjunto de la Universidad de Buenos Aires que, de este modo, se fortalece como actora en el proceso de formación, reflexión y debate infocomunicacional y en su compromiso con los procesos democratizadores.

* Diego de Charras es vicedecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA; Larisa Kejval es directora de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA.