"Creemos que el porno puede tener tantas perspectivas como tengan quienes lo dibujen", plantea Júlia Barata. La historietista de origen portugués es desde hace rato una figura presente en el circuito local, especialmente para quienes se interesan por las corrientes alternativas. Y fue justamente a partir de un taller sobre historieta experimental que dio para colegas que surgió La calorosa, la antología erótica colectiva publicada recientemente por el sello LocoRabia.

"En esa amplitud contemplamos diferentes miradas, sea desde la inclusión de cuerpos no-hegemónicos o al priorizar la expresión por sobre el realismo del dibujo", explica Barata. "Nos interesa explorar otras representaciones de lo formal y también incluir una dimensión sensorial y sensible en la sexualidad, cruzando el erotismo y la sensualidad con la pornografia", profundiza.

Tapa de La calorosa, antología firmada por el Colectivo de Historieta Experimental

¿Cuáles son los límites entre erotismo y pornografía? ¿Qué es lo que calienta a cada une en un dibujo, en una tira, en una página? ¿Qué aparece cuando la mano se suelta y se pone a dibujar deseos y goces? ¿Qué sienten y experimentan desde el entorno cuando aparecen esos dibujos? Esas preguntas y muchas otras aparecieron durante el proceso de trabajo, como le cuentan al NO varios integrantes del colectivo que se completa con Santiago Adano, Nicolás Castelo, Angie Cornejo, Ailín Kirjner, Nico Lassalle, Fiorella Malfatti, Mariana Ruiz Johnson y Catalina de Sanctis.

"Sin proponérnoslo, fuimos mostrando la diversidad en los cuerpos, las distintas formas de darse y generar placer, y demostrando la amplitud que podemos encontrar en la sexualidad y el erotismo", considera Malfatti. "Fue muy lindo cómo en el proceso vimos madurar el marco teórico, o entendiendo ciertas preguntas que iban surgiendo, en relación con qué es el erotismo, qué alcances tiene, su relación tiene con el sexo, cómo hacer un abordaje diverso y responsable, entre otras preguntas que todavía seguimos madurando", recuerda Adano.

El trabajo empezó en un taller virtual de historieta experimental en pleno 2020, y el contexto pandémico impactó fuerte en todes. "Creo que pegó especialmente fuerte, teniendo en cuenta que el cuerpo y el contacto físico eran tan extrañados como deseados", reflexiona Kirjner. "Era hablar de esto cada cual desde su propio aislamiento, a través de la pantalla, en muchos casos sin habernos conocido en persona, y aún así, con una intimidad enorme."

La paradoja entre la intimidad y el goce, en franco contraste con el distanciamiento físico, se advierte en muchas páginas, pues no siempre les integrantes del colectivo dibujan a sus personajes en compañía. "También nos dimos cuenta de que para algunxs el erotismo pasaba por algo sutil, pero para otrxs era algo explícito", advierte Malfatti.

Viñeta de Primera vez, de Nicolás Castelo

--¿Desde qué disparador partieron?

Malfatti: En mi caso, abordé mi historieta desde el placer, de buscarlo con otrx y con unx, le di un enfoque inocente, porque en sí el tema de la autosatisfacción es bastante tabú, y mostrarlo con inocencia le quitaba seriedad, lo hacía más fácil de abordar.

De Sanctis: Yo partí de que cualquier cosa puede erotizarnos, entonces busqué salir de los lugares comunes, jugué y experimenté con esa premisa en mi cabeza, y la intención de no representar miméticamente, de manera realista los cuerpos, sino evocar, generar clima, sensaciones.

Más allá del obvio alejamiento de la historieta porno tradicional, hipergenitalizada y deudora del cine (o de Xvideos), aquí las exploraciones autorales son claramente otras. "Había algo de la búsqueda todo el tiempo escondido; en el sentido de las preguntas por el erotismo y también en el de una búsqueda gráfica, artística. Nos gusta mucho trabajar juntxs, nos admiramos y fue muy interesante y orgánico ver cómo cada cual abordaba desde su registro el mismo tema. Siendo un colectivo, lo experimental también se da en los diferentes abordajes. Se genera un discurso menos parejo, y propiciamos esa diferencia de una forma casi no planeada", señala Adano.

Para Kirjner el punto en común fue el esfuerzo por correrse del dibujo naturalista: "Cada cual lo llevó para otro lado, tanto en lo narrativo como en lo visual. Algunos más abstractos o fantasiosos, humorísticos, metafóricos, insinuantes o explícitos". Además, agrega, ese correrse de lo obvio da más lugar a la imaginación, al juego, invita a entrar desde otro rol, con una complicidad más íntima y activa.

Viñeta de En mi cabeza, de Nico Lasalle

"Para mí fue una liberación. Cuando surgió el tema del erotismo para trabajar, entré en pánico. Sentía una vergüenza muy grande, me invadían los prejuicios sobre qué pensaría la gente sobre lo que estaba haciendo. Lo increíble es que al final terminé disfrutándolo mucho. Poder compartir el libro con mi familia y amigos me ayudó a romper con un montón de tabúes y pudores propios", celebra Malfatti.

"Sabíamos que el lenguaje gráfico puede movilizar lo sexual, pero ponernos en ese rol fue distinto, y fue interesante esto de las preguntas y nudos que ata y desata trabajar lo en grupo, e inaugurar reflexiones en torno a los cuerpos, al erotismo, a por qué nos calienta lo que nos calienta, y cómo contarlo. También nos pareció interesante saltar deliberadamente el tabú, hablar de sexo entre amigues y colegas, invitar a otres a pensar y a abrirse a hablar, sobre todo en un contexto en el que a pesar de los avances todavía se está discutiendo la ESI", destaca Adano.

"Por ejemplo, alguien del grupo tuvo un debate re interesante con su hija adolescente en torno a la incomodidad que le generaba que su madre estuviera publicando un libro de historieta erótica. Pensábamos que era algo bueno que alguien joven vea a adultes, a sus xadres, pensando y discutiendo con liviandad y con responsabilidad sobre sexo; volverlo parte de lo cotidiano, saber que es algo que vale la pena conversar y sacarle el peso moral, el carácter de tabú."