El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió una "campaña mundial" por la libertad del periodista australiano Julian Assange, de quien aseguró que está preso por "denunciar las trampas de un Estado".

Lula se pronunció en favor de Assange en una conferencia de prensa durante el sábado pasado, transmitida por la televisión pública brasileña desde Londres, donde asistió a la coronación del rey Carlos III y justamente donde está en prisión el periodista y fundador de WikiLeaks, a la espera de que se resuelva un proceso de extradición a Estados Unidos.

"Me parece una vergüenza que un periodista que desveló las trampas de un Estado contra otros esté condenado a morir en la cárcel y que nadie haga nada por su libertad", declaró el presidente brasileño, quien incluso pidió "perdón" porque dijo haber olvidado tratar ese asunto con el primer ministro británico, Rishi Sunak.

Según Lula, "es necesario un movimiento de la prensa mundial en defensa de Assange y en defensa de la libertad de denunciar" que "deben tener todos los periodistas".

Asimismo, agregó, en referencia a Assange, que "sólo denunció que había un Estado que espiaba a otros y eso lo transformaron en un crimen del periodista", lo cual consideró que es "inaceptable" y "triste".

La situación de Julian Assange

WikiLeaks, el sitio web fundado por Assange en 2006, publicó en 2010 información confidencial filtrada de gobiernos y empresas, incluidos cables diplomáticos y documentos militares estadounidenses, especialmente sobre Irak y Afganistán.

En 2012, Assange, quien estaba bajo arresto domiciliario en el Reino Unido, se refugió en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde enfrentaba acusaciones de violación, ahora prescritas.

El 11 de abril de 2019 Ecuador le retiró el asilo y la policía británica lo detuvo dentro de la embajada por haber violado su arresto domiciliario en 2012 mientras se tramitaba su posible extradición a Suecia.

Actualmente, se encuentra en la prisión de Belmarsh, en Londres, a la espera del final del proceso de extradición a Estados Unidos. De ser hallado culpable, el periodista podría ser condenado a 175 años de prisión por sus 18 delitos "de espionaje e intrusión informática".

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