El Indec sorprendió el viernes al informar una inflación de 8,4 por ciento en abril, por encima de lo que habían vaticinado la mayoría de las consultoras. Alimentos y bebidas subió 10,8 por ciento y acumula 41,2 por ciento en apenas cuatro meses. Frente a esta disparada de los precios, PáginaI12 consultó a Genaro Grasso del Departamento de Economía Política del Centro Cultural de la Cooperación (CCC), Matías de Luca de la consultora LCG, Martín Epstein del CEPA y Federico Zirulnik del CESO para intentar comprender qué es lo que puede venir. ¿Hay riesgo de hiperinflación? ¿Qué pasa si el gobierno devalúa el dólar oficial? ¿Tiene herramientas para contener los precios?

Hiperinflación

Consultados sobre si hay riesgos de hiperinflación, los economistas lo relativizaron. Matías de Luca aclaró: “La gente tiene que tener presente qué es una hiperinflación: ocurre cuando abandonamos la moneda para todo, eso significa que dejamos de hacer cuentas en la moneda y también dejamos de transaccionar con nuestra moneda. Entonces la gente tiene que tener presente que una inflación del 300 por ciento por año no necesariamente implica hiperinflación. Una hiperinflación ocurre cuando los precios cambian por hora, en cambio, con una inflación del 300 por ciento cambian una vez por semana.” En igual dirección, Zirulnik apuntó que “si bien hay muchos productos y servicios que se comercializan en dólares, todavía no es la norma”.

Para Genaro Grasso “no estamos cerca de una hiperinflación, pero sí estamos en un régimen de alta inflación”. Y explica: “Cuando estamos en un régimen de inflación moderada, todos tenemos más o menos en claro cuál es la referencia de inflación. Cuando entramos en un proceso de alta inflación esto es más etéreo y por lo tanto lo que sucede es que hay una gran descoordinación de los actores que toman para sí proyecciones de inflación muy diferentes y divergentes, y eso genera pujas de precios y distributivas entre los sectores económicos, que se resuelven con más subas de precios y pujas distributivas”. Esos procesos económicos se ven potenciados ante la fragilidad que suponen la falta de divisas y de consensos políticos.

De Luca afirmó: “El riesgo de hiperinflación se puede reducir con voluntad y consenso político, pero también fue la falta de consenso lo que nos llevó al riesgo de hiperinflación”.

Devaluación

Para Matías de Luca: “Con semejantes niveles de inflación y una economía super indexada, cualquier movimiento brusco en el tipo de cambio se trasladará a precios. En parte es lo que vemos que ocurre cuando aumenta súbitamente el dólar paralelo. En caso del dólar oficial, ese impacto sería mucho mayor”. En tanto, Zirulnik explica que “en una economía como la argentina donde consumimos muchos productos importados e insumos importados para la fabricación nacional de bienes, el tipo de cambio es una variable es una variable clave a la hora de formar los precios.” Además, en el caso de los alimentos “al ser derivados de commodities –bienes cuyo precio se determina en el mercado internacional fijado en dólares- una suba del dólar los encarece, por ejemplo, una suba del trigo se traslada a la harina y a otros alimentos encadenadamente”.

“La inflación tiene hoy un factor central en la escasez de reservas”, coincide Epstein, “esto trae como resultado un sostenido incremento de precios por especulación con una hipotética devaluación, lo que incentiva el proceso de remarcaciones en un contexto de alta inercia inflacionaria”. Bajo el escenario actual, “una devaluación no traería respuesta al principal problema que es la falta de dólares, pero sí golpearía fuertemente el poder adquisitivo del salario y […] en el marco de una economía altamente indexada conllevaría un alto riesgo de espiralización”.

Qué puede hacer el gobierno

La inflación actual tiene mucho de componente inercial, donde los principales precios de la economía (tipo de cambio, salarios, tarifas, alquileres por contrato) se ajustan en base a la inflación pasada. Esto deja un piso para la inflación futuro. Entonces un congelamiento de precios podría ayudar a quebrar la inercia, pero para eso es necesario mucho poder político”, sostiene Zirulnik del CESO. “Si se congelan parcialmente algunos precios y otros no –como sucede con los Precios Justos- eso termina distorsionando los precios relativos, pero la dinámica inercial no se frena”, aclara.

Martín Epstein del CEPA y Genaro Grasso del CCC coinciden en que revertir el problema de la insuficiencia de divisas se tornó esencial para atacar la dinámica de aceleración inflacionaria. Grasso agrega además condimentos políticos a la explicación: “No son inocuas las declaraciones sobre dolarización, el no pago de la deuda en pesos, llamar a la deuda en pesos 'bomba', etc. Los conflictos intra coaliciones y entre coaliciones afectan las espectativas […] estamos en niveles muy altos de inflación que van a necesitar un liderazgo político importante: decisiones importantes y difíciles, que dependerán de un acuerdo social y político amplio para encarrilar las expectativas, enfriar las pujas y el efecto inercial que estas tienen sobre la inflación”.