Bonifacio Díaz y Marta Alonso se encontraban en sus casas la noche del 20 de agosto de 1976 cuando fueron secuestrades. Trabajaban juntes en la Fábrica Argentina de Porcelanas Armanino (FAPA), ubicada en Monte Grande. Militaban sindicalmente allí. Bonifacio, además, era delegado de la Federación Obrera Ceramista de la República Argentina. Al día siguiente, a la tarde, corrió igual suerte Victoria Borelli, a quien levantaron de la puerta de la fábrica, cuando salía tras finalizar su turno. Ella también era delegada en Armanino. Para homenajearlos, pero también para “visibilizar que fueron secuestrades por trabajadores que buscaban mejorar las condiciones laborales de todos en FAPA y en el país”, el Colectivo de Educación por la Memoria, la Verdad y la Justicia de Esteban Echeverría fabricó junto a familiares de les homenajeades dos baldosas por la memoria que pensaban colocar en la puerta de FAPA el 1 de mayo. Pero no pudieron: la fábrica no quiso y el municipio la avaló.

“Nos sorprendió esta reacción tan contraria a las banderas de memoria, de verdad y de justicia que supimos compartir hasta ahora”, comentó a este diario María del Carmen Ojea, integrante del colectivo.

La idea de recordar a Díaz, a Alonso y a Borrelli surgió a mediados de marzo pasado. Desde el colectivo se contactaron con familiares, a quienes propusieron recordarles a través de una baldosa con sus nombres, las fechas en las que habían sido secuestrades y desde las que permanecían desaparecides, sus condiciones de trabajadores. De esas familias surgió la idea de que las baldosas fueran colocadas en la puerta de FAPA: “Alonso fue secuestrada ahí mismo, a la salida de su turno, pero la intención era también remarcar que sus militancias como trabajadores tenía todo que ver en lo que les había ocurrido, y también visibilizar el hecho para la comunidad y los obreros actuales de la fábrica, concientizar sobre lo ocurrido allí en dictadura”, apuntó Ojea.

El 24 de marzo el colectivo de derechos humanos local entregó en mano al intendente Fernando Gray el petitorio para llevar a cabo la iniciativa. El 25 fabricaron todes juntes las baldosas en la Plaza de la Memoria de Monte Grande, que en la intersección de Bulevar Buenos Aires y Salta contiene un memorial con el nombre de decenas de víctimas locales del terrorismo de Estado. Entre ellos, los de Díaz, Alonso y Borrelli.

En paralelo, comenzó un diálogo con funcionarios del municipio que fue a la deriva cuando el director de Derechos Humanos local, Matías Barraza, informó que “las baldosas no se podían colocar por negativa del frentista”, es decir, de la fábrica. Una respuesta que les integrantes del colectivo evaluaron como “demasiado burocrática para algo que tiene un carácter político y en el que la trascendencia del rol del Estado es fundamental. Propusimos una actividad de memoria y nos respondió como si fuéramos a colocar un tacho de basura”.

En ese sentido, Ojea añadió que el contacto entre el organismo local y el municipio “es habitual” ya que “son la representación del Estado en el territorio”. “Hicimos un montón de actividades vinculadas a la memoria en las que ellos participaron, por eso nos sorprendió esta respuesta”, remarcó la mujer, que contó más de diez baldosas por la memoria colocadas desde 2019 y la señalización de al menos tres sitios de memoria desarrolladas por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.

Antes de cortar la comunicación –”dejó de respondernos directamente”, mencionó la referente del colectivo–, Barraza les ofreció colocar las baldosas en la parte trasera de FAPA. “Dijimos que no, que ese lugar no tiene visibilidad, nadie pasa por allí caminando, los obreros tampoco ingresan por allí”, mencionaron desde el colectivo. “La vereda es un espacio público. Lo que no quieren los patrones de la fábrica es que se visibilice en absoluto que durante la dictadura trabajadores de allí fueron desaparecidos. Son muchos años de silencio y los quieren seguir manteniendo”, aportó la militante. Este diario intentó comunicarse con Barraza, sin éxito. 

Del destino que corrieron les trabajadores secuestrades se sabe poco. Los sobrevivientes Gustavo Fernández y Esteban Cora declararon en el juicio por la verdad de La Plata que los vieron a les tres en la Delegación de la Policía Federal de Avellaneda, ubicada en plena avenida Hipólito Yrigoyen. El grupo estaba también integrado por Carlos Ochoa, empleado del Banco Nación de Monte Grande, quien presuntamente fue secuestrado en el mismo operativo que Borelli. A él también lo vieron en el centro clandestino que funcionó en la Brigada de Investigaciones de Lanús, “El Infierno”, según testimonios que se oyeron en el marco del juicio Brigadas. Ochoa es “caso” en ese debate; no así les tres ceramistas: “Sus familias no tienen justicia, no han tenido verdad ya que nadie sabe qué pasó con ellos. La colocación de esta baldosa es reparadora porque hace memoria. No vamos a aceptar no colocarla”, sostuvieron desde el colectivo, que desarrollarán la actividad a pesar de la negativa, este viernes 19, a las 16, en Mariano Acosta al 500, en la puerta de FAPA.