En el siglo XVIII se empezó a utilizar el orden alfabético como principio organizador en la enciclopedia moderna para clasificar la multiplicidad de un modo arbitrario, a partir de los fragmentos. Algo de esa fragmentariedad arbitraria está presente en Breve Enciclopedia Sobre la Amistad, una creación que sus propixs hacedorxs han definido con categorías tan diversas como instalación viva, conferencia performática, obra cómica o concierto escénico, y que puede verse los jueves a las 21 en Planta Inclán (Inclán 2661).

No importa tanto la etiqueta específica ni tampoco lo que ocurre en términos de trama; importa mucho más lo que se construye a partir de esa trama y cómo se cuenta, la forma que adopta esa multiplicidad delirante que lxs BESA van moldeando para que la arbitrariedad se transforme en sentido. Celso (Max Suen) y Celia (Felipe Saade) son dos amigues “culo y calzón” que viven en la década de los ’90. El mundo que habitan está hecho a imagen y semejanza de esos personajes, una suerte de dimensión paralela regida por sus propias reglas, un universo noventoso no tanto por las referencias concretas (hay un vestuario rosa chicle estilo Barbie y algunos vocablos) como por ese aire de espectacularidad que lo tiñe todo.

Si se piensa un poco en esos años, aparece la falsa idea de que todo era posible de la mano del “1 a 1”, pero esas fantasías terminaron estrellándose contra una de las crisis económicas, sociales y políticas más terribles en 2001. No es un dato menor que esta obra problematice un tema que suele ser tabú: el dinero. No sólo en la diferencia de clase entre los protagonistas sino también en las alusiones a la necesidad de inversión en el circuito independiente, los costos de vestuario o escenografía, el reparto entre artistas y salas o la distribución de la plata bajo el modelo de cooperativa.

Lo que Saade y Suen ponen en escena con ternura y frenesí es una amistad entrañable, con todos los condimentos que tiene esos vínculos intensos de la adolescencia, un período extraño en el que se mezcla la candidez (y vileza) de la infancia, la solemnidad de la madurez y lo monstruoso de la transición. Un momento en el que cuerpo y mente cambian de manera tan acelerada que resulta difícil que el propio individuo entienda esos cambios o pueda reconocerse en un espejo.

Celso y Celia son amigues, cómplices, íntimos confidentes: su cuentan eso que nadie se atrevería a confesarle a otrx. Celia es una piba cheta; Celso no. Los padres de ella se van a vacacionar a Punta y el padre de él a Claromecó; la casa de Celia queda sola, entonces tienen vía libre para la fantasía y la invención. Celso se enamora pero las cosas no salen del todo bien y además necesita trabajar; su amiga lo consuela y le ofrece un contrato para convertirlo en su geisha. Lxs amigxs juegan, bailan, toman sol en la terraza, escuchan radio, se pelean, se tientan y se olvidan por qué discutieron, se visten con ropa elegante de los padres de Celia y en algún momento les pinta confeccionar su propia enciclopedia, es decir, ordenar el mundo bajo sus propios criterios de clasificación y elegir las palabras que para ellxs son relevantes.

Lxs BESA (esta es la sigla de la obra y también el nombre del grupo multidisciplinario de artistas, productorxs y comunicadorxs que la crearon) definen esto como “la puesta en escena del naufragio de un relato”. Lo que naufragó, quizás, es el relato tradicional de corte realista y estructurado de manera lineal; en su lugar apareció esta creación difícil de clasificar pero absolutamente disfrutable y divertida: aquí hay relato, música ejecutada en vivo por Maga Clavijo, una performance a cargo de Casandra Velázquez y una danza colectiva contagiosa, entre otras cosas.

Muchos de los segmentos surgen a partir del capricho y esto es algo que el propio director (Tomás Masariche) se encarga de blanquear en sus intervenciones explicativas después de que una actriz se tire al piso quince veces, el espacio se llene de hilos o lxs intérpretes cambien de personajes. Masariche tiene miedo de que el público no entienda, como solía ocurrirle a su padre cuando lo acompañaba al teatro. Esa arbitrariedad que organiza las enciclopedias es también la que rige esta pieza; verla es casi como leer varias entradas consecutivas que saltan de un tema a otro pero igual están emparentadas por su pertenencia al mismo conjunto. Hay capricho que no es antojo sino prueba, experimentación y apuesta al margen de las convenciones más tradicionales. “Cuando se van tus papás, te quedás sola con tu amiga y te hacés más amiga”, dice Celia. Ese espíritu de amistad y emancipación está en el gesto artístico del grupo. Esta es su segunda obra como compañía –tuvieron una primera experiencia al ser convocadxs por Piel de Lava para poner en escena Freeshop, texto de la uruguaya Victoria Vera en el marco de la Temporada Fluorescente– y esperemos que vengan muchas más.

BESA: 8 Puntos

Dramaturgia y dirección: Tomás Masariche

Intérpretes: Maga Clavijo, Tomás Masariche, Felipe Saade, Max Suen, Casandra Velázquez

Vestuario: Nadia Sandrone

Diseño de luces: Alejandro Velázquez

Diseño sonoro: Maga Clavijo

*Puede verse los jueves a las 21 en Planta Inclán (Inclán 2661) y las entradas se adquieren por Alternativa Teatral