Las demoradas elecciones en Tucumán, que se realizarán el próximo domingo 11 de junio, incluyen la competencia por la Comuna Rural de Amaicha del Valle, el ancestral poblamiento ubicado en las espectaculares Valles Calchaquíes que, además, ostenta la singularidad de contar con una cédula real de 1716 que los reconoce como propietarios de las tierras que ocupan.

Aunque se presentan 16 candidatos y candidatas a ocupar el cargo de una institución aún de tercera categoría (se estima que viven siete mil pobladores lo que automáticamente lo coloca en la primera categoría municipal), se destaca Eduardo “Lalo” Nieva, abogado, representante legal de otros pueblos indígenas como los qom, kollas, pobladores de la Puna catamarqueña, entre otros.

Nieva se desempeñó como cacique entre 2008 y 2020 al compartir la responsabilidad de cuidar a la población amaicheña con el Consejo de Ancianos, instituciones indígenas que supieron conservar pese a vivir en un escenario de guerra y persecución desde la llegada de la colonización española. Además fue Delegado Comunal entre 2015 y 2019, cargo que busca recuperar, obsesionado, básicamente, por garantizar agua -potable y de riego- para comuneros y residentes.

Sigue parte de la entrevista al abogado diaguita, candidato por el Frente de Todos por Tucumán lista 830, que lleva a Osvaldo Jaldo como candidato a gobernador.

-¿Por qué buscar el cargo nuevamente, creés que hay mucho por hacer en Amaicha?

-Me presento por el tema agua, histórico. De hecho, la simbología del Valle Calchaquí siempre fue pedir agua, la rana, la danza del suri, la danza de la lluvia (rituales indígenas), todo eso era pedir agua a la Pachamama. Los ancestros pedían para producir, para vivir y eso ha ocurrido durante cientos de años porque siempre faltó agua acá. Se invirtió muchísimo en la sistematización del agua de riego porque lo poco que tenemos hay que repartirlo y administrarlo mejor. Tenemos que ir a, en vez de canales y acequias, riego presurizado, es decir aprovechar las nuevas tecnologías para que ese recurso escaso alcance para todos.

-¿Cómo repercute la falta de agua para la población y para la producción?

-La población crece y hay que equilibrar la distribución de un recurso escaso y que alcance para todos. Los últimos años la agricultura bajó muchísimo porque el agua es escasa. Nuestros abuelos llevaban la producción al mercado de Tucumán (159 kilómetros al este), fruta, verdura, y ahora ya no se puede porque creció mucho la población y el agua es para el consumo humano. Queda muy poco para riego. Hay que hacer infraestructura para guardar cuando hay en tiempo de verano, hacer diques, represas, hacer reservorios, aprovechar la energía alternativa para captar agua subterránea. En Encalilla (zona cercana a la ruta nacional 40) hay tres o cuatro pozos pero la verdad es que ¿quién puede cubrir los costos de la electricidad? no cierra para un pequeño productor del valle cargar con los montos de un pozo de agua eléctrico.

-¿Es cierto que hay una obra de agua potable sin terminar?

-Nosotros hicimos una obra de agua potable con Enohsa (Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento), con Sepapys (Servicio Provincial de Agua Potable y Saneamiento) y con Unicef. Gracias a Unicef que trabajó acá unos cinco años e hizo los vínculos con el Enohsa y el gobierno provincial. Pasaron años de este proyecto y falta el 30%, queremos terminar esa obra, son 3200 usuarios (zona urbana, Amaicha, Los Zazos, la Banda, entre otros) y hay 70 kilómetros de cañerías enterrados. Es una obra inmensa.

-Se habla mucho del turismo y los puestos de trabajo que podrían retener a los jóvenes y afianzar la cultura, entre otros resultados ¿cómo imaginás una Amaicha polo de atracción turística?

-A eso (el modelo de turismo) hay que discutirlo internamente. Hay cuestiones básicas indispensables ¿cómo le garantizás el agua a las familias que viven acá, niños, abuelos, que son los originarios y que tiene que mejorar su calidad de vida con agua potable? una vez que se solucione todo eso y se garantice, se termine la obra de agua potable, entonces se puede proyectar y pensar qué turismo recibir porque si promocionás y no tenés agua es difícil.

-¿Entonces no se puede?

-¿Cómo hacen los hoteles, los hospedajes o las cabañas de los comuneros sin agua? Hay que pensar en forma distinta, que esa sistematización de agua potable llegue a cada casa y que realmente se garantice el mínimo indispensable para su consumo y también para que esa familia pueda proyectar un emprendimiento.

-Creación de fuentes de trabajo, capacitación de jóvenes, turismo, etcétera ¿qué se necesita y cómo ves al valle en general?

-Al valle calchaquí le hace falta inversiones en agua para abaratar costos porque los productores quieren producir, quieren trabajar. Por ejemplo, existen bombas con paneles solares para extracción de agua. Bienvenido sea porque el sol aquí es todo el año entonces necesitamos una mirada regional del valle calchaquí en el tema agua.

-¿Recién después hablamos de desarrollo?

-Exacto, no podemos hablar de desarrollo si no tenemos agua. Hicimos esfuerzos enormes con la primera bodega indígena de Latinoamérica. Se trata de pequeñas parcelas con el agua mínima indispensable para que el productor mantenga el pequeño viñedo pero si no insistimos con la extracción de agua subterránea, captación del agua de los cerros, almacenamiento de agua para que sigan creciendo las parcelas de los productores nos vamos a estancar. Una idea excelente pero nos hemos quedado en 50 mil litros. No podemos producir más, Amaicha debería pensar en un reservorio de agua sumamente importante que pueda garantizar al productor que en tercer cuarto año pueda producir más vino.

La entrevista continúa con las urgencias del icónico pueblo ubicado a 2000 metros sobre el nivel del mar, caminos internos, ruta 307, basura, capacitación para jóvenes, formación de líderes para el futuro de un municipio que es básicamente indígena y que está inserto en unas 52 mil hectáreas de ocupación efectiva, permanente y pública de territorio comunitario que comienza en El Infiernillo (3060 msnm) por donde la ruta 307 se lanza en zig zag hasta el valle del Yokavil o Santa María.

Las y los indígenas siguen con las ceremonias de pedidos a la Pacha pero también apuestan a los mejores dirigentes para gestionar sus presentes y futuro común.