Cuando hablamos de divorcios, si bien lo mejor siempre es acordar, podemos encontrarnos con relaciones en las que hubo muchos años de violencias, que generalmente pueden ser violencias verbales, psicológicas, no necesariamente físicas, pero sí que han afectado durante años la salud mental de las mujeres y el desarrollo de su autoestima. Frente a un proceso tan complejo como un divorcio, obviamente las mujeres violentadas se encuentran en una situación más desventajosa de dependencia, también económica, y esto muchas veces es así porque en el reparto de roles tradicionales, el hombre es el que trae el dinero a la casa, y la mujer es la que generalmente se queda en la casa, es ama de casa o, si bien tiene un trabajo, gana menos que el hombre.

Sumado a esto, esa mujer además tiene toda la carga de las tareas domésticas y de cuidado. Entonces cree que ante el divorcio no va a poder salir adelante, o cree falsamente que como ella tiene ingresos más bajos, lxs hijxs van a quedar a cargo del padre.

Lamentablemente, entre muchas de las mujeres que consultan, aún existe una tendencia a pensar eso. Entienden que como el varón percibe mayores ingresos y puede afrontar todos los gastos, los jueces o las juezas les van a otorgar el cuidado a los progenitores porque ellas se encuentran en una situación económica más desventajosa, y a veces ni siquiera evalúan la posibilidad de divorciarse, porque están atrapadas en esa dependencia que les impide romper con un vínculo que no es saludable y que no da para más.

En estos casos, creo que lo más importante es que puedan asesorarse con un patrocinio jurídico de abogado o abogada con perspectiva de género, para tener otra mirada, más integral, que tome en cuenta todas estas violencias al momento de negociar o de llegar a acuerdos. También es muy importante que estén acompañadas por psicólogos o psicólogas con perspectiva de género, que puedan acompañar y asistir en estos procesos. Si bien en la actualidad divorciarse es muy sencillo a nivel jurídico, en cuanto al aspecto emocional se trata de un proceso muy complejo, por eso resulta central la posibilidad de acompañamiento psicológico. En nuestro caso, como Abogades en Cooperativa, muchas veces trabajamos conjuntamente con las psicólogas o psicólogos de nuestras patrocinadas para poder hacer este abordaje integral e interdisciplinario que es sustancial.

Debemos visibilizar también que es posible que no se lleguen a acuerdos porque existe mucha rigidez o inflexibilidad de alguna de las dos partes, ya sea por los años de violencias sufridas o por cuestiones por las cuales no aceptan ceder en ningún punto, porque quieren romper con esto y ya, mientras que hay otros casos en los que son los hombres quienes no quieren llegar a ningún acuerdo, como una forma de seguir perpetuando esas violencias y seguir dañando de alguna forma a su expareja.

Y si bien en esos casos no va a quedar otra salida que judicializar aquello que no se puede acordar, casi siempre en procesos de Familia los juzgados van a impulsar el acuerdo, van a hacer audiencias para que se logre acordar, y ahí nuevamente la actuación de un patrocinio con perspectiva de género va a ser elemental, porque en las audiencias muchas veces los juzgados no toman en cuenta los años de violencias o de microviolencias que ha sufrido una mujer.

En esos precisos momentos de las audiencias es cuando nosotrxs tenemos que estar preparadxs para patrocinar, asesorar, acompañar y contener a las mujeres, con mirada de género y poniendo con claridad sobre la mesa todos estos padecimientos, que son relevantes al momento de la negociación. Los juzgados buscan llegar al acuerdo, resolver rápido, como una especie de “miremos para adelante”. Si bien en algunos casos específicos ayuda, en otros de ningún modo se puede borrar la historia familiar para llegar a un acuerdo. Eso pesa y además afecta en los vínculos de las personas y en los efectos jurídicos que van a tener respecto de sus hijxs o respecto de sus bienes. Por todo eso me parece que en ese punto exacto está la clave: contar con un patrocinio que tenga esa mirada de género para que pueda defender aquellos intereses vitales.

*Jimena López es abogada feminista especializada en Derecho de Familias. Integrante de Abogades en Cooperativa