En la víspera de la llegada al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en 1979, la revista Para Ti publicó una nota que llevaba por título: “Habla la madre de un subversivo muerto”. Nada de la entrevista era cierto. La mujer en cuestión, Thelma Jara de Cabezas, llevaba cuatro meses secuestrada en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) cuando sus captores la sacaron del campo de concentración de la Marina para sentarla frente a un micrófono y una cámara de fotos. Antes, la llevaron a una peluquería y a comprar ropa al barrio de Once para borrar de su cuerpo todos los rastros de la tortura a la que la habían sometido. Pablo Llonto, el abogado que representa a la familia de Thelma, se presentó ante el juez federal Ariel Lijo para denunciar, una vez más que, esa nota fue parte de una operación de acción psicológica orquestada desde la ESMA y la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) y pidió la detención de cuatro editores –tres de ellos supuestamente ligados a los servicios–.

Thelma fue secuestrada el 30 de abril de 1979, cuando salía del Hospital Español, donde su marido agonizaba. En 1976, la dictadura había secuestrado a Gustavo Cabezas, su hijo de 17 años que militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), y tenía a su otro hijo, Daniel Cabezas, en el exilio. Ella, para entonces, era una de las dirigentes de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.

A partir de junio de 1979, la patota empezó a intentar usar la imagen de Thelma para contrarrestar la campaña de denuncia contra la dictadura. Primero, la sacaron de la ESMA y la llevaron hasta la zona de la Panamericana para tomarle fotos simulando que estaba en Uruguay. Como las imágenes no resultaron, decidieron efectivamente trasladarla hasta Montevideo con un documento falso. La idea era instalar que ella estaba del otro lado del Río de La Plata porque denunciaba la militancia de su hijo y, de esa forma, negar que estuviera en los campos de concentración de la dictadura.

En la nota que se publicó en Para Ti se hacía mención a un artículo anterior publicado por News World que contenía la misma versión. Desde siempre estuvieron identificados los responsables de la revista de la Editorial Atlántida –de hecho, Alberto Fernández fue quien denunció los hechos en 1984– y hasta llegó a estar procesado el jefe de redacción de Para Ti, Agustín Juan Bottinelli, aunque después la Cámara Federal porteña dio marcha atrás con la decisión del juez Sergio Torres. La novedad –aportada por Llonto– es que ahora lograron identificar a los responsables de News World gracias a un archivo desclasificado en 2017 por Estados Unidos. 

El Departamento de Justicia le había pedido información sobre Antonio Rodríguez Carmona al Buró Federal de Investigaciones (FBI en inglés). Una primera búsqueda no había arrojado información, pero en una segunda ronda sí hubo novedades para informar. El 24 de marzo de 1981, Edward O’Malley, director asistente de la División Inteligencia, notificó que una exfuente de Nueva York había identificado a Rodríguez Carmona como el director de News World y como jefes de redacción a José María Fernández Diéguez y José Antonio Cardinale. La misma fuente decía que los conocía y eran empleados de la SIDE.

“La documentación traducida es prueba contundente del plan conjunto de la inteligencia de la dictadura en conexión con los grupos de tareas de la ESMA”, sostuvo Llonto en el escrito que presentó ante Lijo para reclamar las detenciones de Bottinelli, Rodríguez Carmona, Fernández Diéguez y Cardinale.

"Es hora de que la justicia federal atienda uno de los reclamos más antiguos que hay en las causas de lesa humanidad. Thelma, a pocas semanas de recuperada la democracia, hizo la denuncia y pidió justicia para su caso, además de reclamar por su hijo Gustavo. Fue la primera denuncia contra alguien de la prensa cómplice de la dictadura, la que en 1984 era llamada ‘prensa canalla’”, le dijo Llonto a Página/12. El juez le remitió el pedido al fiscal Eduardo Taiano para que se pronuncie.