Cuando todo parecía a punto de volar por los aires, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich levantaron el teléfono y terminaron de cerrar un principio de acuerdo: la coalición continuaría llamándose Juntos por el Cambio y Juan Schiaretti no formaría parte de ella. Así, el deadline de las alianzas electorales logró cerrarse con una relativa paz tras la carnicería interna de la última semana. La discusión de fondo, sin embargo, continúa siendo la misma y en ambos bandos de la guerra interna hay una convicción cada vez más creciente: "Esto se rompe en un año". El debate es en torno a la gobernabilidad y la estrategia con la cual ambos precandidatos piensan aplicar sus recetas económicas. Si bien hay algunas diferencias, el programa es el mismo: flexibilización laboral, apertura comercial, baja de impuestos, unificación del tipo de cambio y ajuste del gasto estatal. Lo que difiere es la implementación. Y es que mientras Larreta imagina un acuerdo programático y parlamentario con una parte del peronismo no kirchnerista, Bullrich amaga con respaldarse en una alianza política y estratégica con Javier Milei. Es una cuestión de estilos, pero, a la larga, podría ser el germen de la ruptura. 

Rodríguez Larreta adelantó la discusión cuando se mandó, casi en soledad, a negociar con el gobernador cordobés Schiaretti. "Nosotros nos quisimos anticipar a la discusión sobre la gobernabilidad porque queremos ganar sólo si tenemos posibilidades de gobernar. Y para gobernar necesitas ampliar. Algunos se olvidan pero nosotros ya fuimos gobierno, supimos lo que era no tener los votos para impulsar las reformas", explica una de las principales espadas larretistas, masticando bronca todavía por el fallido experimento de incluir a Schiaretti en JxC. El peronista cordobés todavía podría formar parte del armado de Larreta de manera extra partidaria, tal vez como un vice, pero la resistencia de Bullrich a "dormir con el enemigo" -y el hecho de haber salido victoriosa en esa resistencia- despertó las alarmas en el armado larretista respecto de la estabilidad de la coalición luego de las elecciones -para las cuales ya se sienten victoriosos-.

Lo dijo Elisa Carrió hace una semana y ahora lo repitió: "Quiere un ajuste tan brutal al que yo no estoy dispuesta porque va a caer sobre la clase media", lanzó la líder de la Coalición Cívica sobre su (¿ex?) socio Mauricio Macri. Y es que en el esquema que respalda la candidatura del jefe de gobierno porteño -apoyado por un sector del PRO, la mayoría radical que responde a Gerardo Morales y la Coalición Cívica- están convencidos de que el verdadero objetivo de Macri es romper JxC para aliarse con Milei e impulsar, de manera más rápida y brutal, las reformas laborales, previsionales, penales y tributarias con las que fantasea toda la coalición. La propia precandidata de Macri, Bullrich, ha blanqueado esta estrategia dando a entender su buena relación con Milei, aunque rechazando una ruptura. "Si soy la candidata que represente a JxC y gano en las elecciones, voy a poder articular con diputados de distintas provincias y del bloque La Libertad Avanza. Vamos a poder lograr aprobar las leyes principales que mandaremos al Congreso si somos gobierno", aseguró en declaraciones radiales.

La estrategia de Bullrich parte de la premisa de que, en la Cámara de Diputados, los libertarios terminarán sumando 10 o 15 legisladores más. Ese número, sumado a los propios -que no serán mayoría pero sí una pequeña primera minoría-, les permitiría garantizar el quórum para avanzar en algunas de las iniciativas que tienen pensadas para los primeros años de gobierno. Los detalles de este plan económico -diseñado por su potencial ministro de Economía, Luciano Laspina- son harto conocidos y la ex presidenta del PRO los ha repetido en cada foro empresarial al que la han invitado: achicamiento de la estructura del Estado, eliminación de gran parte de los convenios colectivos de trabajo, reemplazo de las indemnizaciones por seguros de desempleo, baja de impuestos para empresas, eliminación del cepo cambiario, persecución de la protesta, aumento de tarifas, eliminación de retenciones y poda de los planes sociales. 

El programa económico de Rodríguez Larreta -encabezado por Hernán Lacunza- no es muy distinto, aunque difiere en los tiempos y, una vez más, en "las formas". Las palomas de JxC advierten que la sociedad, desgastada ya por la inflación y la pandemia, resistirá con fiereza algunas de las medidas, por lo que será imprescindible contar con el apoyo de una parte importante del arco político ("el gobierno del 70 por ciento" que Larreta repite). "Hay que ampliar. ¿A quién le vas a pedir los votos si les dijiste a todos que no? Hay mucho voluntarismo. En las provincias está ganando el peronismo, ¿cómo vas a hacer en el Senado?", insiste una dirigenta del riñón del jefe de gobierno porteño. 

En el bullrichismo, mientras tanto, buscan desdramatizar. Insisten en que esa es una discusión para después de las elecciones e interpretan que fue un error de parte de Larreta haber adelantado la discusión sobre las alianzas de gobierno. "Las alianzas demasiado amplias pre eleccion te desdibujan y la gente no sabe bien a qué atenerse. Mientras más amplias tu coalición más laxa se vuelve tu propuesta. Y en una crisis como esta, los mensajes tienen que ser claros y contundentes", reflexiona un dirigente bonaerense del PRO, que insiste en que, una vez ganadas las elecciones, "los acuerdos de gobernabilidad son posibles". Incluso en el Senado, donde el peronismo seguirá siendo mayoritario: "En el peronismo hay varios peronismos", ironiza un senador norteño con muchos años de negociaciones en la Cámara alta.

Para Bullrich, la única manera de ganar la interna y las elecciones generales es en modo rápido y furioso. Uno de los principales armadores de la precandidata tiene una frase que repite cada vez que le consultan por alguna de sus promesas de campaña -como la eliminación inmediata del cepo o de los planes sociales-: "Primero hay que ganar la elección. El 11 de diciembre es ya otra conversación".