La compra y venta de ropa usada, moderna y en buen estado, fue ganando popularidad en los últimos años por motivos culturales, pero también económicos. Tras la salida de la pandemia comprar ropa de primera mano comenzó a asustar al consumidor por los altos precios y no se trata solo de la ropa de marca reservada para una fracción minúscula de la población. En solo tres años, desde mayo de 2020, el precio promedio de la ropa y calzado se multiplicó por siete, mientras que los salarios subieron cuatro veces entre marzo de 2020 y 2023, de acuerdo al Indec. “Las personas buscan mantener su estilo sin quebrar su presupuesto”, comentan desde Urban Luxury, una tienda de artículos y ropa de segunda mano con varios locales a la vista que se confunden con otros de marcas propias porque también son espacios amplios y vistosos. La moda circular ya no es una feria americana.

“Que la moda sea asequible y sostenible para todos” es una premisa que se apoya en que cada vez más personas son conscientes del impacto ambiental de la industria de la indumentaria y buscan formas de minimizar su huella ecológica. Por ejemplo, Angelina Macchiaroli, que vive en Carlos Tejedor en la provincia de Buenos Aires, entiende la moda circular desde una mirada ambientalista y reutiliza los residuos textiles de forma creativa, dando lugar a distintas colecciones de prendas, algunas con intervenciones. Menciona una de buzos y pantalones creados a partir de residuos textiles industriales enviados por una empresa de CABA. Además como vive en un pueblo, la gente sabe lo que hace y le deja bolsas con ropas en donación o las compra en Caritas.

“Hay un negocio que surge del descarte de prendas que ya no quiero y que ahora puedo monetizar para seguir consumiendo”, dice Macchiaroli, quien remarca que no es lo que más interesa sino la consciencia ambiental del consumidor. 

Locales vistosos en lugar de ferias

La moda circular se vende en locales grandes, amplios y bien decorados. No se trata de los reductos hogareños o barriales como eran las ferias americanas. Son tiendas que pueden costear un alquiler en una zona céntrica de la ciudad y pagar mensualmente el sueldo a sus empleados. Negocios rentables que proliferaron de la mano de un cambio en las costumbres, de la conciencia medio ambiental, del avance de las tecnologías y la suba de precios.

Urban Luxury tiene locales en Saavedra, Almagro, Belgrano, Palermo, Martínez, Pacheco, Ituzaingó, etc. Una red de comercios con mucho vidrio, llamativos a la vista en la calle. Venden ropa usada con precios que “varían dependiendo la marca y la condición de la prenda, pero en promedio son hasta un 85 por ciento más baratos que en las tiendas de las marcas originales: por ejemplo, una campera marca Adidas que puede llegar a costar hasta 180.000 pesos en la web oficial se vende en Urban Luxury a 36.000 pesos.” Valores mucho más accesibles, conservando la calidad y el diseño original.

Cocoliche ropa con otra oportunidad tiene tres locales: uno en La Plata, uno en Belgrano y otro en Palermo, y venden también a través de su tienda online desde donde llegan a todo el país. “Podés encontrar prendas a un tercio del valor de las que encontrás en el shopping: sweaters desde 8.000 pesos cuando hoy en día parten de los 40 a 50.000 pesos, jeans a 10.000 cuando en los shoppings están a 30.000 pesos”, aclara Franco.

The Vintage Hole empezó hace 13 años siendo una feria itinerante, como un hobby entre amigas que hacían ferias cada tres meses en distintos galpones, departamentos, garages o restaurantes. Pero las amigas crecieron, junto con el proyecto, y hoy tienen un local en la calle Uriarte en pleno Palermo Soho donde venden prendas de segunda mano, ropa y artículos vintage y una selección de marcas argentinas con sus temporadas anteriores. “Los productos de segunda mano están entre 1.000 a 20.000 pesos dependiendo el tipo de prenda y los artículos nuevos de temporadas anteriores varían entre 4.000 a 50.000 pesos”, narran desde la tienda. La diferencia con los precios de productos nuevos de primera marca es notoria.

Venden todo tipo de prendas y accesorios para mujer, niños y hombres con mucha variedad de precios. Venden marcas nacionales como Aynotdead, Jazmin Chebar, Divina Bolivia, Garzon Garcia, Etiqueta Negra, etc. e internacionales como Gucci, Prada, Dolce & Gabbana, Banana Republic y Zara entre otras.

El medio ambiente en el centro circular

Entre las dificultades enfatizan la falta conciencia ambiental de parte del consumidor, así como de políticas ambientales que promuevan la transparencia y una mejor calidad de prendas. “Hoy circulan en el mercado prendas de corta vida útil que utilizan fibras que dificultan su reciclado y dañan la calidad de los productos, esto principalmente para abaratar costos”, sostiene Angelina Macchiaroli.

Otro elemento sobre el que hay que estar alerta es “greenwashing” que es una forma de publicidad que utiliza el marketing verde de manera engañosa. Por ejemplo empresas que cambian sus etiquetas sugiriendo el uso de alguna práctica amigable con el medio ambiente, pero son altamente contaminantes. “La moda consciente como filosofía de vida implica no solo comprar usado sino también cuidar y valorar lo que tenemos, entender el impacto sobre el ambiente, sobre los recursos naturales que se sacrifican”, aclara Angelina.

Para Franco, jefe de marketing de Cocoliche ropa con otra oportunidad, “la moda circular nace en contraposición a la moda rápida que es lo que caracteriza el crecimiento de la industria en los últimos 20 años: un modelo de desarrollo lineal, demandante de materias primas vírgenes y con externalización de costos medio ambientales, que estimula la reducción del tiempo de uso de las prendas”. En su concepción, el emprendimiento nace de la idea de “hacer de la venta de ropa usada algo de calidad y vincularse con la moda de una manera más conciente y solidaria”.