Un rasta brasileño-jamaiquino jugando al fútbol: si una imagen vale más que mil palabras, el logo de Natiruts es una buena introducción a la música de esta banda brasileña de reggae. En ese orden, porque Natiruts primero fueron Nativus, allá por 1997 con su primer disco, lleno de hits y ritmos implacables; y aún siguen en esa senda con Indigo cristal, su último álbum, manteniendo una fuerte identidad musical brasileña en clave reggae: “Tenemos mucha influencia de la música latinoamericana. Creo que Brasil es un país que tiene mucha facilidad de asimilar otras estructuras para crear algo nuevo. Todos los artistas brasileños tienen esa característica”, comenta en un correcto español Alexandre Carlo Cruz Pereira, cantor, compositor, guitarrista y actor, cuyo dominio de la sonoridad de su idioma y su conexión con compatriotas como Djavan, Gilberto Gil, Caetano Veloso o incluso bandas de rock de los 80’s como Legiao Urbana le dio siempre una personalidad a Natiruts. Una en la que el reggae roots, la MPB, el rock, la samba, el soul, las gambetas de Pelé y Zico, o el funk son solo elementos para jugar y divertirse: “Desde el primer trabajo, hace ya veinte años, cambiaron muchas cosas: la verdad es que no conozco a ninguna persona ni banda que no cambie. Natiruts hoy es una mezcla entre música brasileña y música jamaiquina. En Brasilia, cuando estábamos en la universidad, teníamos un team de fútbol y ahí nos conocimos; yo jugaba en el mediocampo y el resto (el bajista Luis Mauricio, aún en la banda, y el baterista Bruno Dourado) eran defensores. Fue ahí que nos conocimos y que armamos el grupo, por eso que Natiruts tiene una referencia a la gran pasión de los brasileños y también de los argentinos, que es el fútbol”, analiza Alexandre Carlo, que ve muchas cosas en común entre ambas actividades: “Tanto en un equipo de fútbol como en un grupo musical tiene que haber un entrenamiento, las personas tienen que conocerse y saber qué es lo que los otros van a hacer para saber qué es lo que tiene que hacer uno”. 

Lo que caracteriza entonces a Indigo Cristal, su último disco, es una forma de entender el reggae como una plataforma para el jogo bonito colectivo musical, pero también para enviar un mensaje con vibraciones positivas, algo indispensable en tiempos en los que el clima político en Brasil parece exasperante: “El título del disco es un homenaje a los niños porque creemos que ellos son el futuro. Vivimos en un momento muy especial en el planeta, en el que las verdades están muy claras, tanto en la política como en todo lo que pasa: creer que la vida se resume al mundo material es un error. Así como tiene que haber una alianza entre la izquierda y la derecha, para Natiruts también hay una alianza psicofísica y espiritual que tiene consecuencias directas con este mundo material. Indigo cristal es un término muy utilizado por espiritualistas y por todas las personas que estudian sobre las religiones, y es una palabra que puede ser una influencia para los que quieran investigarlo y saber un poco más: en internet se puede encontrar mucho para leer. La intención de Natiruts es cambiar la energía mental y corporal de las personas para que puedan ver el lado positivo y sientan esperanza en un momento que es malo. Las cosas estarán mal en el plano material, pero si pensamos de manera positiva tenemos más condiciones para ayudar a la naturaleza”.

Siguiendo los pasos de pioneros en la síntesis entre reggae y MPB que hiciera en los ‘80 Cidade Negra, los Natiruts sintonizan con el lado más devocional de la música jamaiquina, aunque el imaginario rastafari brille por su ausencia: “Por supuesto que me encanta Bob Marley, pero también Ziggy Marley, su hijo, a quien creo que se subestima un poco. Y Dennis Brown, que tiene una voz muy bella, una de las mejores voces jamaiquinas.  De las bandas actuales, nos gusta mucho Chronixx, un grupo nuevo jamaiquino contemporáneo que hace una muy buena música que mezcla la música roots con la actual, con cosas de ragga. Hace quince o veinte años, para poder escuchar algún disco de música jamaiquina tenía que mandar una carta a Inglaterra con las bandas y los discos que quería escuchar; y después capaz comprarme cuatro o cinco discos de música jamaiquina muy caros. Ahora es mucho más fácil, pero cuando arrancamos a hacer reggae era raro que alguien tuviera algún disco de Gregory Issac o Dennis Brown. ¡Lo único que se conocía era “No Woman No Cry”! Por eso, otra banda que para nosotros fue fundamental fue Cidade Negra, muy importante no sólo el reggae brasileño, sino también para toda la música brasileña. Ellos fueron los primeros en mezclar el reggae con la música brasileña”.

Gestado en el estudio de la empresa Zeroneutro (del que Alexandre Carlo es socio), el séptimo disco del grupo (del que ya se conoce Sol do Meu Amanhecer, en cuyo video actúan Diogo Sales, de Game of Thrones y la despampanante Miss Brasil Raissa Santana) transmite esa actitud positiva sin perder de vista la situación de caos y crisis social que se vive actualmente en su país, ni tampoco las canciones de amor que los caracterizan. “La música es una herramienta y una fuerza muy importante porque no tiene fronteras: incluso aunque no te guste la música la tenes que escuchar igual, aunque sea porque justo la escuches en un coche o en la radio”, afirma Alexandre Carlo. “Los jamaiquinos también tienen una espiritualidad muy grande, que en su caso está asociada a una religión, como es el rastafarismo. Nosotros creemos que todas las religiones bien utilizadas tienen un gran valor para las personas, pero no estamos asociados con ninguna religión. En Natiruts nos dirigimos a todos los seres, más allá de su color, de sus creencias. Nuestra música habla de la energía positiva o negativa, para que las personas cambien sus pensamientos para el lado positivo, porque hay también otras fuerzas además de las políticas”. Fuerzas como la de ese rasta brasilero-jamaiquino jugando al fútbol, que, a despecho de los ecos del aún bochornoso “Brasil decime qué se siente”, políticamente merece, ante todo, mucho respeto. 

* Natiruts se presenta hoy en Roxy Radio City, San Luis 1752, Mar del Plata; mañana en la Casa de las Artes, Suipacha y Güemes, Rosario; y el martes en el Luna Park, Madero 470.