“Me distraigo fácil y la vida me ha llevado por otros lares”, es la primera explicación que da Ana Prada al largo hiato de diez años que ha transcurrido sin discos suyos. El último había sido Soy otra, publicado en un año tan lejano como 2013. Y el flamante –el que acaba de cortar la racha- lleva por nombre No. Así, a secas. “Todas las canciones empiezan con la palabra 'no' y cuando me di cuenta de esto, fue revelador. Por eso el título, también. Si bien el disco no es un tratado de filosofía, acompaña en mí algunas cosas profundas”.

-¿Por qué no Si?

-Creo que "sí" y "no" son realmente parte de un mismo equilibrio que va delimitándonos. Pero, aunque no saber decir que “sí” sea limitante, no aprender a decir que “no” puede ser peligroso. El "no" le da calidad al "sí", digamos. Y la verdad es que aprendí a decir que "no" a un montón de cosas en este proceso.

El nuevo trabajo de Prada está poblado por ocho canciones. Intervienen en algunas de ellas Jorge Drexler, Patricia Kramer y Natalia Oreiro, entre otros y otras. Su estreno en público en la Argentina será este viernes 30 de junio a las 20 en Niceto Club (Niceto Vega 5510), junto a su banda, hoy conformada por Juan de Benedictis y Javier Mattano en guitarras, Juan Clemente en batería, Julieta Taramasso en bajo y Sabrina Díaz en teclados. Y el tema que lo inicia lleva por nombre “Todo es poco”, cuya frase inicial marca territorio desde el principio: “No sé cómo empezar”. “Esta es una canción de amor, pero de alguna manera también podría ser para la música, ¿no?”, se pregunta, asertiva, la cantautora nacida en Paysandú. “De hecho, no saber cómo empezar fue lo que sentí durante un tiempo de ambivalencias y dudas respecto de este oficio de hacer, grabar y cantar canciones, y claramente esta es una canción que, desde la crisis, detecta una certeza”.

La cantante y compositora sanducera cuenta que durante la década que transcurrió entre su anterior trabajo y el actual pasaron cosas. Muchas. Giró y tocó bastante. Crió ovejas. Armó una huerta. Condujo un programa de radio. Dio charlas. Se mudó varias veces de hogar. Y tuvo un hijo. “También hice duelos, crecí mucho, dejé de tomar alcohol, me embarqué en muchas causas sociales y políticas. Me reencontré con un amor. Leí mucho. Gané canas. Volví a hacer deporte. Pero, bueno no grabé un disco”, ríe ella.

-¿Fue ganada o perdida la década sin grabar, entonces?

-Siempre son ganadas. Aunque tarde se aprenda incluso de lo perdido, la vida es siempre ganancia. Y desde el punto de vista de la música y de las canciones, compactada y filtrada con vaya una a saber qué lente.

-No publicaste el disco en físico, solo en plataformas. ¿Motivos?

-Tengo un vínculo raro con las plataformas, porque por un lado tienen la maravilla de la accesibilidad, pero por otro muchas veces se pierde una escucha “ordenada”. En mi casa tengo reproductor de CDs y sigo escuchándolos, y la experiencia es otra. Ni mejor ni peor. En fin, no lo edité (al menos por ahora) en formato físico, además por un tema de costos. Soy una artista independiente y, se sabe, nada más dependiente que una artista independiente (risas).

-¿Qué aportó la intervención de Natalia Oreiro “No hay verdades”, tema que tiene su réplica en video?

-Natalia es de esos seres superiores, la verdad. Particularmente en la grabación del video, que para mí es un mundo completamente desconocido, me sentí sumamente protegida, como con un súper poder de la tranquilidad y la confianza que te da que una formula 1 como Natalia te lleve.

Prada elige hablar también de “Palabras de amor”, porque la compuso con “Pata” Kramer y porque hacerlo con ella le evitó varias sesiones de terapia. “La compusimos sentadas frente a frente, cada una con guitarra. A pesar de lo doloroso del momento y de la letra, nos reímos hasta el día de hoy. Fue una forma más del amor”, cuenta la uruguaya, que tampoco ahorra palabras al momento de posarse en “A la deriva”, otra bella canción de No. “Este tema lo hice en pleno momento pandemia, cuando la fantasía y la realidad se habían desdibujado bastante, y aprendíamos otras maneras de todo. La canción viaja entre esos mundos, solitarios y compartidos solitariamente, donde el amor (aunque quizá platónico) siempre sostiene".

-Volviendo a lo global de No, decís que el trabajo te lleva a tu primer disco.  ¿Cuál es el argumento?

-Capaz por cierto desvío del "desde dónde" hacer música, que por momentos generan los años. No es un disco que en cierta manera viene a rescatarme de un lugar oscuro en el que estaba y representa, en este sentido, un renacer en varios aspectos. Creo que en este disco me reencontré con el disfrute de lo inútil. Con el despojo de la mirada de los otros en el resultado.

-¿De ahí su carácter introspectivo, tal vez?

-Basado en una conexión con algo más mío, digamos. Con una inocencia y una incertidumbre. Con la fuerza de saber que siempre podemos empezar de nuevo. Por eso, me atrevo a imaginar que en el show de Niceto podríamos bailar lento, enamorarnos, llorar, abrazarnos a algún desconocido y conocerlo… Como dijo el Príncipe (el fallecido cantautor Gustavo Casanova): "conseguir una buena compañía para ver las estrellas, animarnos y, en vez de porquerías, consumir cosas bellas".