Con independencia del resultado electoral, el mapa político que quede plasmado será distinto al que se cimentó durante los últimos años. En el Congreso no solamente puede modificarse el equilibrio entre las diferentes fuerzas sino que la aparición de nuevos espacios y el desbande de otros puede terminar por configurar un escenario totalmente novedoso. El Parlamento que se configuró en 2005 con la victoria del kirchnerismo sobre los Duhalde fue capturado por la oposición en 2009 y recuperado por el peronismo en 2011, tuvo sus últimos estertores en el primer bienio macrista y desde diciembre dejará de existir.

La aparición de Unidad Ciudadana llevará a replantear los bloques del Frente para la Victoria/PJ en las dos Cámaras sería el cambio más notorio; su dimensión quedará consagrada por los votos y de ello dependerá el futuro de otras bancadas, como la Justicialista, que encabeza Oscar Romero (hoy candidato con Florencio Randazzo), y de algunos dirigentes históricos, como el cacique de los senadores Miguel Angel Pichetto. Fuera del universo peronista, la principal novedad sería la vuelta de Martín Lousteau a Diputados, que podría causarle algún dolor de cabeza al oficialismo, particularmente si tiene un mal resultado en las urnas.

La estrategia parlamentaria de UC después de diciembre, o al menos los planes que pueden haber comenzado a discutir en ese sentido en el Instituto Patria, están “guardados en secreto bajo siete llaves”, dice un candidato de ese espacio. Un intendente bonaerense que espera tener un diputado de su palo en el Congreso a partir del próximo 10 de diciembre dice que “el bloque nuevo seguramente reemplazará al del Frente para la Victoria” y espera que “la mayoría de los que hoy forman parte sigan estando ahí” el año que viene.

Lo cierto es que eso dependerá en gran parte del resultado en la provincia de Buenos Aires, donde Cristina Fernández de Kirchner se mide contra los representantes del gobierno nacional. Una victoria abultada ayudará a atraer voluntades; una más ajustada extremará las tensiones dentro del peronismo; una derrota podría menguar su influencia y poner en jaque sus planes para el futuro. En un escenario auspicioso, además de la tropa propia, la ex presidenta podría sumar el apoyo de otras bancadas pequeñas para conformar un interbloque más robusto.

En ese lugar podrían encontrarse  referentes peronistas de otros distritos en los que hay competencia en las primarias, como Santa Fe, donde Alejandra Rodenas enfrenta a Agustín Rossi. Respecto al ex jefe de bloque del FpV entre 2005 y 2013 podría volver a ocupar ese rol para UC en caso de tener éxito en su provincia, según se especula en los pasillos del palacio legislativo. El actual titular del espacio, Héctor Recalde, deja su banca en diciembre. 

La postura ciudadana ante esta clase de acuerdos con socios minoritarios sería de apertura, siempre y cuando haya un compromiso de votar en forma conjunta contra las iniciativas del Gobierno que afecten derechos o el bolsillo de los sectores populares. “Ese fue el sentido de armar un nuevo espacio: buscar una coherencia interna de oposición a los avances de Macri. No tiene sentido juntarnos con gente que después vota a favor de los peores proyectos que bajan desde la Casa Rosada”, explica un dirigente kirchnerista.

Es una incógnita lo que pueda pasar con el Bloque Justicialista. Un buen resultado de Randazzo le daría volumen. Si bien el ex ministro no se postula como diputado, sino al Senado, haciendo un papel digno podría erigirse en una figura de referencia para ese bloque. Sin eso, muchos diputados de esa filiación esperarán a ver qué sucede con la liga de gobernadores, que (en caso de consolidarse) podría asumir la conducción colegiada de ese espacio, engrosado con legisladores “propios”, para ofrendársela a quien emerja como primus inter pares de ese espacio dispuesto a disputar la candidatura del peronismo en el 2019.

Directamente emparentado con este proceso estará el futuro del bloque peronista en la Cámara alta. Allí, casi con seguridad, habrá un cisma entre los que adhieran al bloque ciudadano que conformará CFK y los que se queden de la vereda de enfrente, reeditando al “peronismo federal”. Por dónde se corte el espacio dependerá de los resultados, por supuesto. Para agregar incertidumbre, Pichetto, jefe de la bancada peronista en el Senado desde diciembre de 2002, advirtió hace algunas semanas que ese ciclo podría terminarse este año.

Fuera del peronismo, la principal novedad sería el desembarco en el Congreso de un Martín Lousteau alejado de Cambiemos, que podría constituirse en el eje de un nuevo bloque opositor o al menos crítico del gobierno nacional. El espacio del ex embajador ante los Estados Unidos, que llegaría al Parlamento de la mano de la UCR porteña, puede crecer en los próximos dos años con radicales desencantados de la gestión macrista, en particular si el Gobierno no rectifica su rumbo, calculan en su entorno, donde admiten que eso en gran parte depende de que haga una buena elección.

Algo parecido corre para Sergio Massa, que hizo una apuesta fuerte en una elección bonaerense cargada de figuras de peso. Si logra entrar al Senado, ese batacazo puede modificar todo el escenario y atraer para sí parte del peronismo no kirchnerista y de los desencantados con el gobierno nacional. Si queda tercero, sobre todo si no se acerca a los veinte puntos porcentuales, deberá ir pendiente arriba durante los próximos dos años para evitar que su bloque de diputados, ya sin su presencia en el recinto, termine por atomizarse antes del 2019.