Horacio Rodríguez Larreta sinceró desde un supermercado el plan de claro perfil neoliberal con el que pretenderá bajar “la tortura” de la inflación en caso de ser elegido como presidente. Ajuste fiscal, privatizaciones, salida del cepo cambiario, apertura de importaciones, independencia del Banco Central y endeudamiento. Es decir, “retomar el camino que había iniciado Mauricio” Macri en 2015, sinceró.

La particularidad del anuncio fue la simbología de su escenario: un supermercado para el vaticinio de medida de mercado ultraortodoxas que más que anuncios fueron amenazas.

Primero hizo una larga perorata acerca de la inflación, cuyo índice dado a conocer ayer por el Indec dio signos de desaceleración. “Ir a un supermercado es una angustia, una incertidumbre” que “sufrimos todos” y que “no nos deja vivir en paz” porque “es una tortura” diaria como una “desgracia”, dijo en su discurso de la aflicción in crescendo.

“La única seguridad que tenemos es que los precios vuelven a subir. La inflación más que un número es una desgracia”, añadió con adjetivos uno más superador que otro.

Ajuste y recetas conocidas

Y luego de apelar a la angustia como descripción de la realidad, dijo que “ahora tenemos que hacer lo que nunca hicimos”, y comenzó a enumerar su receta sanadora de nueve medidas ya aplicada por Martínez de Hoz (1976), Domingo Cavallo (’90) y Mauricio Macri.

“Si los argentinos me eligen presidente, vamos a vajar la inflación con estas propuestas bien claras”:

  • Bajar el déficit fiscal, no gastar más de lo que ingresa” y “llegar al déficit cero en el primer año” de gobierno. Para esto, afirmó, habrá que “revisar el presupuesto “línea por línea para sacar todo gasto innecesario”.
  • Eliminar el déficit de las empresas públicas, Aerolíneas Argentinas y otras”. “Todas las empresas del Estado van a tener que ser rentables”.
  • El Congreso no va a poder aprobar ninguna ley que implique un gasto si no se justifica de dónde sale los fondos”.

En síntesis, ajuste de Estado, privatización de empresas recuperadas durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, y todo con una política de coerción al Poder Legislativo, lo cual supone el avance sobre un poder de la República.

Los dos puntos siguientes tienen que ver con la libertad cambiaria, la “recuperación de la confianza en la moneda” y el abandono de los controles del Estado sobre la economía:

  • Modificar la Carta Orgánica del Banco Central (BCRA) para que sea realmente independiente” y que “las autoridades no puedan ser removidas políticamente”.
  •  “Trazar un sendero de salida del cepo cambiario hacia el final del primer año” de gestión. Lo que no dijo Larreta fue cuáles serán las consecuencias de esta medida: una profunda devaluación del peso con la consecuente pulverización del salario.
  • Un muy agresivo plan de apertura de mercado para duplicar las exportaciones en seis años”, añadió pero omitió decir que ello también implicaría la apertura de importaciones y su consecuente efecto destructivo en la producción nacional.

Si todo esto se aplica, prometió, “se acaba para siempre el problema de la inflación”. Y por si faltara algo, sumó el punto que no podía faltar: un nuevo endeudamiento del Estado.

  • “Con todo esto vamos a poder recuperar el crédito” internacional para “permitir invertir a las empresas”.
  • “Impulsar un nuevo acuerdo con las provincias de baja de impuestos. Vamos a retomar el camino que había iniciado Mauricio (Macri) con el pacto fiscal: reducir y ponerle topes a ingresos brutos y el impuesto a sellos”.
  • “Con todas estas medidas, la novena propuesta es más bien un objetivo: que los salarios le ganen a la inflación. Al final del mandato (eventualmente en 2027) el salario real va a estar recuperado”, concluyó.

Es decir que para el final de todo quedaron los salarios de los trabajadores. En síntesis: cuando el Estado esté vaciado, la moneda devaluada, el mercado liberado, las empresas nacionales nuevamente cerradas y el país más endeudado, se pensará qué hacer con los sueldos.