Recientemente Víctor Hugo Morales fue a ver Oppenheimer, el nuevo filme de Christopher Nolan, en el que se cuenta el proceso de creación de la bomba atómica a través de su impulsor, el físico estadounidense Robert Oppenheimer.

"La película me importó por la historia de la bomba atómica. Lo que hay que reconocer es que el poder de Estados Unidos opera todo lo imaginable y contra ese poder hay que estar luchando. La única forma de luchar es, quizás, tomar distancia y repartir un poco el juego internacionalmente", comenzó Morales su análisis en AM750.

"(Estados Unidos) manda de verdad, son malos de verdad, hacen un daño importante, y son al mismo tiempo un monstruo que está acechado por tal monstruo, como le pasó a Oppenheimer, el inventor de la bomba atómica, que con esa bomba detuvo la guerra con Japón cuando ya estaba vencido Alemania", siguió.

"Para ir a Japón había que perder vidas y para (Harry S.) Truman, el presidente de Estados Unidos entonces, esas vidas tenían un costo, no había manera de entrar a Japón sin perder miles de vidas y esto es lo que se quiso ahorrar", agregó.

"Lanzar esas bombas sobre Hiroshima y Nagasaki implica un extraordinario poder de daño. Oppenheimer se arrepiente de lo que pasó en la bomba atómica, lo recibe el presidente para felicitarlo y Oppenheimer le dice que tiene las manos manchadas de sangre", explicó.

"Truman le dice: 'usted fue el que inventó la bomba, no tiene las manos manchadas de sangre, en todo caso eso queda para mí, que fui quien dio la orden de lanzarla. Nadie se interesa por quién hizo la bomba, sino por la que lanzó'. Una insólita competencia planteada por un exceso brutal de vanidad del presidente de los Estados Unidos", dijo.

"Pero, ¿dónde está el poder de Estados Unidos? Primero, en esta ingratitud que manifestaban a Oppenheimer. ¿Cómo construyen la bomba? Tenían que ganarle a los rusos y a los alemanes en esta carrera: construyen una ciudad en el medio del desierto llamada Los Álamos y encerraron allí a todos los científicos importantes que había con sus familias, pero sin poder salir, porque se debía mantener en secreto".

"Gastaron dos mil millones de dólares para hacer la bomba atómica, que en realidad llegó tarde, llegó para destruir a Japón. Destruyeron las ciudades de Hiroshima y Nagasaki tirando una bomba desde lo alto sin correr el más mínimo riesgo. Sin probar la guerra convencional, por lo menos que determina la muerte de un lado y del otro".

"Higiénicamente -palabra que me provoca horror- lanzaron las bombas en las ciudades y mataron a 220.000 personas, según lo que documenta la película, entre los que murieron en el acto y los que murieron después como consecuencia de la bomba. Gastaron dos mil millones de dólares en crear una ciudad y alimentar a los científicos encabezados por Oppenheimer que iban a crear la bomba atómica".

"Contra ese poder lucha el mundo, es muy difícil. Me vine muy decepcionado de las posibilidades que se tienen frente a semejante poder. Además, lo emplea y lo usa la derecha del mundo".

"Así que me vine entre la fascinación del cine que se hizo, el armado de traiciones y envidias de los propios científicos y también admirado de la cabeza. Hay que verla, es una manera de entender el mundo, pero también porque es buen cine", concluyó.