Una nota publicada el martes 15 de agosto en la página de la Secretaría de Estado de Comunicación Pública del Gobierno de Tucumán dice que, según el comisario Hugo Cabezas, jefe de la división Homicidios de esa provincia, se estaría investigando una nueva pista en el crimen de Ayelén Gómez. El cuerpo de Ayelén fue encontrado en el Lawn Tenis de esa capital hace unos días, con signos de evidente saña transfóbica (asfixia, tierra en la boca, golpes en el cuerpo). Después de sospecharse que el travesticida fue un cliente (un preservativo usado y la ropa tirada alrededor, podrían estar indicándolo, dicen), y más tarde que lo fue una pareja de homeless ausentados del lugar tras el crimen (sí, este tipo de especulaciones nunca faltan), la nueva pista “oficial” apunta a las mujeres trans con quienes Ayelén trabajaba en el Parque 9 de julio. Con esta hipótesis coinciden también otros medios e incluso Mahia Moyano, la activista que dialogó con Soy sobre la muerte de su compañera. Pero lo que el comisario Cabezas omite contar es nada menos que la mitad de la verdad, ya que en sus declaraciones saltea otra hipótesis (o tal vez es la misma pero con la inclusión total de lxs responsables): en 2012 la víctima tuvo que irse de su provincia tras ser amenazada y violada en la Comisaría 2da de esa provincia (no sería el primer caso en sacar a la luz la cruda violencia uniformada de San Miguel, en 2013 Celeste, otra persona trans también asistente, como Ayelén, al Centro Educativo Puertas Abiertas, fue ultrajada en la Seccional IV). De la persecución policial no se habla, sí, en cambio, en consonancia con un informe televisivo emitido por un medio hegemónico tucumano, Cabezas eligió destacar las maravillas del procedimiento: las evidencias recabadas “están siendo analizadas por el departamento toxicológico”. Toxicológico, dice, con intención, parece, de vincular algún supuesto hábito de consumo de Ayelén con el travesticidio que terminó con ella. “Nos conocimos una noche en un boliche, me pareció una persona buena, dulce, siempre con una sonrisa - cuenta Mahia Moyano-. La vida nos separó después y nos llegamos a encontrar en el Mocha Celis, compartíamos el colectivo porque vivíamos cerca. Y ahí ella me empieza a contar quien era, no podía creer que fuera la chica que una vez conocí. Me contó que había tenido muchas dificultades, un accidente grande. Perdí el contacto con ella hasta que Francisco, del Mocha, se comunica conmigo y con Fabián Vera del Barco de Puertas Abiertas, el lugar donde iba a venir a estudiar Ayelén, para comentarnos una noticia. El sábado apareció una nota en la Gaceta que hacía referencia a que habían encontrado una persona - no diciendo sexo ni identidad de género, solo decían una persona- debajo de las escaleras de la tribuna. Esta nota hablaba del evento que se iba a realizar ese día, un partido de rugby. Entre lxs activistas empezó a circular la noticia. Ahí empecé a preguntar si se trataba de una chica trans.

¿Por qué se te ocurrió?

Se empezó a despertar esta idea porque el Lawn Tenis está ubicado en el Parque 9 de julio, que es zona de trabajo sexual por las noches. A esta nota se la cambió porque se hablaba de este evento y no se respetó la identidad de género de Ayelén porque no tenía hecho el cambio registral. Después nos fuimos enterando por noticias que salían y rumores, que se la había asfixiado y tenía signos de golpes. Hoy en un noticiero iban a pasar la nota y al final no lo hicieron. En el otro sí: mostrando la parte oscura, entrevistaban a una amiga que estaba con ella en el parque, y decían que Ayelén estaba siempre drogada y perdida. Algo de mal gusto para todas nosotras. Eso es lo único que divulgan como información.

¿Qué se sabe de la situación de Ayelén con la policía tucumana?

Denunció a la policía de la Comisaría 2da. de Tucumán en 2012 porque ella fue detenida junto al taxista que la llevaba, por el simple hecho de ir en el taxi. A ella la habían violado en esa comisaría. Después de esta denuncia la policía la empezó a perseguir y se tuvo que volver a Buenos Aires. Ella salió en los medios y la policía la anduvo buscando. También se sabe que tenía una enemistad con otra chica, una compañera del parque. Acá en Tucumán todas sabemos que tenemos una mafia de chicas trans que hacen trabajar a otras.

¿Una mafia arreglada con la policía?

Sí. Para que esto funcione tiene que haber una complicidad de la policía que cobra coima a estas mafias que viven de la plata de las chicas. Nos siguen invisibilizando y cuando ocurren cosas como estas los medios hegemónicos de la provincia nos quieren dejar como que somos las responsables. Como estudiante me pongo la camiseta de empezar a cambiar esa mirada: las mujeres trans no somos sinónimo de prostitución y drogas, sino de personas vulneradas de nuestros derechos desde muy pequeñas.