Dos argentinos se contaron entre los heridos en el atentado de ayer en La Rambla de Barcelona. Se trató de Cristina, una mujer de 67 años, y Pablo, un hombre de 36. La mujer anoche seguía internada a la espera de una intervención quirúrgica pero fuera de peligro mientras que el hombre había sido dado de alta luego de recibir atención de primeros auxilios. Barcelona es la ciudad española en la que residen más argentinos, alrededor de 13.500, según el Instituto de Estadísticas de España. Varios de estos residentes luego dieron su testimonio sobre el terror vivido. 

Cristina, quien se encontraba de vacaciones en la ciudad, presentaba heridas óseas y anoche permanecía internada en un hospital en las afueras de Barcelona. “La señora tiene fractura de fémur y de pelvis; hay un funcionario que está en el hospital con ella y su marido, esperando a que sea operada”, dijo el cónsul argentino en Barcelona, Alejandro Alonso. Pablo, en cambio, sufrió sólo heridas leves y fue dado de alta luego de ser revisado. 

Además de los miles de residentes, la capital catalana suele ser uno de los destinos turísticos preferidos de los argentinos en el exterior. Manuel Valle, quien vive en Barcelona hace 12 años y que poco antes pasó por la zona del ataque, contó a la agencia Télam que comenzó a caminar hacia su casa, en el barrio de Gracia, y se sorprendió por encontrarse “con la ciudad desierta”. “Es raro, al principio no entendía bien que pasaba. En estos días se celebran las Fiestas de Gracia, y estamos en agosto. Es desolador ver la ciudad vacía”, agregó. Según Valle, de 41 años, nacido en Morón y con dos hijos catalanes, “todos en algún punto sabíamos que podía llegar a pasar acá en Barcelona. Lo veías cuando a veces, de un día para el otro, encontrabas en el subte policías armados hasta los dientes, con ametralladoras. Así que quiero imaginar que deberían tener alertas o algo”. 

El también argentino Diego Otamendi aseguró que permaneció durante varias horas encerrado y escondido en su local de tatuajes frente a La Rambla de Barcelona y cercano al popular y turístico mercado de La Boqueria. El local comercial de Otamendi albergó a otros paseantes por temor a que otro ataque terrorista. “Mi local está a diez metros de donde se frenó la camioneta. No vi nada porque estaba trabajando pero salí ni bien escuché un gran estruendo y gritos. Enseguida vi una estampida y decenas de cuerpos en el suelo. Esto es horrible”, confió Otamendi.

Tras cerrar un perímetro de seguridad, los agentes le pidieron a los comerciantes que bajaran sus persianas y evacuaron el mercado de La Boquería para evitar que los atacantes se escondieran en su interior. Según el joven argentino, quien logró reconstruir lo sucedido con testimonios de la decena de paseantes que se escondieron en su negocio. 

Florencia Perlo, una argentina que vive hace casi 13 en Barcelona a una cuadra de La Rambla, contó que al salir de su casa a las 16.45 comenzó a caminar y a los cinco metros “se me vino encima una avalancha de gente corriendo, gritando”. “Cambié el rumbo y me uní al grupo de gente con rostros desencajados, pero no me daba cuenta de qué ocurría, hasta que intenté volver a La Rambla unas cuadras después para tomar el subte y me topé con la Policía y gente herida en el piso”, ajustó la mujer de 34 años.

Florencia hizo este relato desde “un local, a donde la Policía pidió a los ciudadanos en la zona que se refugien. Somos muchos, afuera hay caos, helicópteros y policías uniformados. Es muy triste, realmente muy triste”.

Claudia Rigghetti, una formoseña que recorría la zona de La Rambla donde se produjo el atentado, contó en su Facebook que vivió “una de las experiencias más feas de su vida” y subrayó que “por cinco minutos” no fue una de los atropellados. “Doy gracias a Dios que me dijo que cruce la calle en ese momento”, contó.