Catupecu Machu sigue festejando su regreso a los escenarios. Tras debutar en junio en Movistar Arena, ahora la banda se instala en Teatro Vorterix (Federico Lacroze 3455) a través de una serie de shows conceptuales titulado Secretos pasadizos. Si bien se le adjetivó “residencia”, la propuesta tiene más sabor a “experiencia” interactiva. Sin embargo Abril Sosa, baterista del cuarteto, sube la vara: “Esto es un museo Catupecu”, define el músico sobre un espectáculo que comienza este jueves y continuará el viernes, el jueves 31 de agosto y el viernes 1º de septiembre, en el mismo lugar. desde las 19. “El concepto que queremos ofrecer está dividido en dos partes. La primera es que tomamos todo el Teatro Vorterix con elementos físicos y técnicos de la banda. Desde instrumentos hasta remeras, pasando por casetes viejísimos, una moto y auriculares bluetooth en los que se podrán escuchar esos sonidos que son imperceptibles en los temas”.

-¿Y la segunda parte?

-La segunda fue que la dio pie a la primera parte. Teníamos ganas de mostrar a ese Catupecu más punk y descontracturado, donde el show no está guionado y en el que no hay secuencias ni programaciones. Si bien venimos de tocar en el Movistar y en festivales para 80 mil personas, queríamos representar a ese Catupecu en un lugar más chico. Con nosotros cuatro en el escenario, y sin repetir la lista de temas en ninguno de los shows.

-A pesar de que te fuiste de la banda para probar suerte con tus proyectos, hoy se te nota nuevamente involucrado con Catupecu. ¿O es una apreciación errónea?

-Hay una frase que me define, y que incluí en una de mis canciones como solista, y es que “sólo la inquietud te salva”. Soy una persona muy inquieta. Hace dos años me fui a vivir a Europa. Primero llegamos a Italia, y, por un tema escolar de mi hijo, luego me fui a Madrid. Yo había abandonado completamente la música antes de irme. Estaba muy cansado. Empecé a tocar a los 13 años con Catupecu, ahora tengo 42, y realmente me sentía agotado. También me cansé de muchas cosas que estaban sucediendo en Argentina. Decidí parar, y dejé todo. Apareció esta vuelta con Catupecu, a partir del homenaje a Gabriel tras cumplirse un año de su muerte, y después todo se fue dando de manera natural. Seguimos adelante con dos baterías, lo que me entusiasmó. Antes decía que vivía en Madrid, ahora no vivo en ningún lado. Es el sueño de vivir una vida nueva.

-Más que una banda establecida, la sensación que ustedes emanan actualmente es la de laboratorio sonoro experimental. ¿Esta vuelta a los escenarios tiene fecha de caducidad?

-En el arte, en general, cuesta hacer las cosas a futuro. Más allá de que ésta es una banda con 30 años, no deja de ser nueva. Y eso lo da la experimentación, que es lo que se ve más en los shows en vivo. Lo único electrónico que existe en esta serie de recitales es el octapad que toca el otro batero. A mí este Catupecu me recuerda al primero. No sabías nunca a dónde ibas o si era el último show. Hoy eso sigue estando, quizá con un poco más de prolijidad.

-Si hubiese que ubicar la época en la que la banda adoptó una actitud conceptual y experimental afín a la de esta encarnación fue justo tras tu salida, cuando apareció el disco Cuadros dentro de cuadros (2002).

-Participé en la composición de “Origen extremo”, que es el tema que abre ese disco. Fue la última canción que hicimos juntos. Cuadros… es un disco que ya se estaba gestando antes de que me fuera (el último álbum que grabó con la banda fue Cuentos decapitados, del que salió un libro, de la autoría del periodista Nicolás Igarzábal, que se venderá en Vorterix). La banda se volvió más experimental tras mi salida, porque era irremplazable esa dinámica que se daba entre los tres. Y en eso fueron inteligentes, porque fue un disco que apuntó hacia otro lado. Más allá de las peleas, porque Fernando (Ruiz Díaz, frontman del grupo) y yo tenemos un carácter de mierda, siempre fuimos muy cercanos. Hay una hermandad que siempre nos mantuvo unidos. Quizá Catupecu mantuvo esa cosa experimental porque Fer es el único integrante que sobrevivió a todas sus formaciones. Pero la experimentación constante puede ser algo peligroso, que fue lo que le terminó pasando a Björk.

-¿A qué te referís?

-Ese personaje moderno y experimental se terminó comiendo a Björk. A veces, uno se puede aburrir de esa pose. Estamos en ese momento de decir “no nos importa nada” o de reconstruir ese imaginario que existe sobre nuestro cancionero. Ya grabar con dos baterías es un experimento muy difícil. En el show en vivo se puede dar rienda suelta a esa energía, pero en el estudio la coherencia es más compleja.

-Algo destacable de su peformance actual es que hay pocos artistas en el mundo que estén tocando con dos baterías en simultáneo. Uno de ellos, por ejemplo, es King Crimson.

-King Crimson no toca con dos baterías en sus recitales, sino con tres. Ese caso es increíble, y es una de las referencias que tenemos con Juli, el otro batero. Siempre nos preguntamos cómo logran eso. Aunque en el caso de Catupecu, “Y lo que quiero es que pises sin el suelo” o “Magia veneno” son temas en las que ambas baterías tienen que ir derecho. Ahí lo que importa es la contundencia.

-Sos como el Dave Grohl argentino, si tomamos en cuenta que buena parte de tu carrera la llevaste adelante en el rol de cantante y guitarrista. Aunque él no volvió a encarar la batería tal como lo hiciste vos. ¿Qué te pasó cuando retomaste el instrumento?

-Dave Grohl forma parte de la respuesta. Cuando me fui de Catupecu, dije que el día que tocara la batería de vuelta iba a ser con Foo Fighters o en Catupecu. Cuando produzco música para otros, la agarro. También en mis discos solistas. Pero nunca con la misma frecuencia o dinámica. En estos meses en los que estuvimos tocando, me parece que recuperé cierto nivel sonoro y técnico con el instrumento. Lo siento cuando toco las canciones que compuse y grabé. Están diseñadas para mi cuerpo, a diferencia de las otras. Esas me costaron. De todas formas, nunca me sentí muy baterista que digamos. De la misma forma que tampoco me sentí cantante o guitarrista.

-Cuando terminen la residencia en Vorterix se van de gira a Europa. ¿Qué viene luego?

-Estamos preparando un nuevo álbum de estudio. Pero no queremos subirnos a la vorágine de estar lanzando material todo el tiempo. Puede que quedemos como unos retrógrados con esa actitud. Cuando volvamos de Europa, nos abocaremos cien por cien a desarrollar las ideas que tenemos, para convertirlas en un disco que verá la luz el año que viene.