Si en el ingreso al Luna Park el público entraba en calor compartiendo o contrastando anécdotas acerca de las anteriores actuaciones de Steve Hackett en Buenos Aires, a la salida el “puntódromo” de esta vuelta del legendario guitarrista inglés estaba al rojo vivo. Tan alto rankeó que los vendedores de merchandising oficial no daban abasto, euforia que bien supo aprovechar su competencia alternativa ubicada sobre la calle Bouchard. Cuando la razón volvía a ganar espacio, e invitaba a continuar con la eucaristía en alguna de las pizzerías de la Avenida Corrientes, quedaba en evidencia un rasgo que aunó a todas las visitas a esta parte del mundo del otrora integrante del grupo Genesis: su relación con su pasado estaba más que sanada. Lo refleja su obra solista, de producción discográfica cuantiosa. A tal punto que en 2021 lanzó dos álbumes de estudio (los números 26 y 27, respectivamente): Under a Mediterranean Sky y Surrender of Silence.

Sin embargo, la última vez que esta leyenda del rock progresivo estuvo por estos lares, en 2018, presentó en el teatro Gran Rivadavia su entonces flamante disco The Night Siren, lanzado el año anterior. Repertorio que mechó con sus álbumes en solitario de antaño, así como con algunas canciones que grabó con aquella banda, entre las que destacaron “Supper’s Ready” y “Dance on a Volcano”, con las que cerró ese recital. Si en aquella ocasión las tocó con sus músicos, en la noche del viernes las volvió a recrear apoyado por Genetics,la gran banda homenaje a Genesis en la Argentina. La relación entre maestro y alumnos se remonta a 2015, cuando juntaron fuerzas para hacer sendos shows en el Teatro Coliseo. La experiencia fue tan sustanciosa que la repitieron al año siguiente en Lima. Es por eso que aprovecharon el anuncio del regreso al trajín de las giras de Hackett para cruzarse nuevamente, esta vez en torno a una intención conceptual.

Mientras en el verano europeo el violero estuvo presentando el tour Genesis Revisited: Foxtrot at Fifty (fundamentado en Foxtrot, de 1972), que sorprendió a propios y extraños por la capacidad que está teniendo de vuelta el rock progresivo de agotar entradas tanto salas como en estadios, en este lado del Atlántico la propuesta fue otra. Incluso más ambiciosa y emocionalmente removedora para el artista londinense de 73 años. Lo primero tuvo que ver con que, lo que inicialmente podía ser un mero recital, se convirtió en una serie de performances por Sudamérica. En tanto que lo otro estaba vinculado a un hecho emocional: se trató de la recreación de Seconds Out (1977), el último álbum que Hackett grabó con la banda británica. La carga sentimental es mayor si se toma en cuenta que fue un disco registrado en vivo (el segundo en Genesis), básicamente a partir de cuatro shows que el grupo ofreció en París en 1977.

Seconds Out es un disco cargado de mitos. En ese periodo, Phil Collins ya era el cantante de Genesis. Mientras el disco estaba en etapa de mezcla, este se encontró a Hackett en la calle, y le preguntó si deseaba que lo alcanzara hasta el estudio. Y el violero le dijo que no. Una vez que el vocalista vio al resto de sus compañeros, se enteró de que el guitarrista había dejado la banda. Fue el propio Hackett el que explicó por qué no aceptó ese aventón: “Phil era el único capaz de convencerme para que me quedara”. Otra fábula de ese álbum versa que, a manera de castigo, a la viola le sacaron en la mezcla el protagonismo que tenía. Lo cierto es que ese trabajo fue la despedida del grupo del rock progresivo (para rumbear a un sonido más pop) y que a las 21:40 el músico británico apareció con su Fernandes dorada en un Luna Park de distribución atípica. El escenario no se encontraba erigido sobre la Avenida Madero, como suele suceder, sino que apuntaba hacia Lavalle.

Tras calentar motores con “Ace of Wands”, “Spectral Mornings” y “Shadow of the Hierophant”, temas de la carrera solista del músico inglés, el frontman de Genetics, Tomás Price, entró en escena para interpretar la canción que abre Seconds Out: “Squonk”. Previo a eso, Hackett sacó un machete de su bolsillo del que leyó en español: “Buenas noches. Estoy muy contento de estar aquí con ustedes y con mis amigos de Genetics”. Hizo bien al hablar sólo al inicio, porque lo que estaba por venir era una especie de trance colectivo. Genesis es una de las bandas legendarias del rock cuyos integrantes aún viven. Casi todos. Los que pasaron por sus diferentes formaciones, al igual que el núcleo de las últimas cuatro décadas (Phil Collins, Tony Banks y Mike Rutherford), que, de hecho, estuvo de gira entre 2020 y 2022. Pero su etapa progresiva jamás se reunió, por lo que el público que asistió esa noche al show lo vivió como si se tratara de esos recitales en el Palais des Sports.

Y para muestra estuvo “The Carpet Crawlers”, clásico tan onírico como envolvente que puso a delirar al público. Cantando por el aforo con un entusiasmo que emocionó a Hackett, pese a que como buen gentleman nunca se corrió de su lugar en el centro de la escena. Al terminar, Price pidió un aplauso para él, que devino ovación. En el primaveral “Robbery, Assault and Battery” el tecladista Horacio Pozzo cobró un rol fundamental, lo que se patentó en una suerte de headbanger de parte de la audiencia, que siguió (con un cambio más abajo) en el introspectivo “Afterglow”. Hasta el momento, el orden del repertorio se respetó. Si “Firth of Fifth” clamó por el barroquismo, en “I Know What I Like” invitó al groove expansivo y canto feligrés. Tan bien se entendió la idea que el violero se sumó con su voz a ese mantra. Ya en ese pasaje del show, Jorge Araujo, otra leyenda, pero de la batería argentina, entraba y salía de escena reforzando los tambores de Daniel Rawsi.

Luego de “Musical Box”, Price anunció: “Esta es cortita y fácil”. De esa forma presentó a “Supper’s Ready”, himno sine qua non del rock progresivo. No sólo porque llevó al formato canción al extremo, sino porque también ayudó a incentivar al rock a convertirse en una obra de arte en sí mismo. Aunque hoy algo así sería una rara avis, capaz de provocar con sus casi 30 minutos de duración un ataque de ansiedad. Le secundaron “The Cinema Show”, en la que Leo Fernández (viola) y Claudio Lafalce (bajo y guitarra) tuvieron protagonismo notorio, y así siguieron hasta “Los Endos”, donde hubo duelo de bateristas. Hackett y Genetics (el grupo presenta el 5 de diciembre, en el Teatro Gran Rex, un tributo a los 50 años del disco Selling England By The Pound) regresaron a escena para ponerle un poco más de leña al fuego que encendieron dos horas antes. Lo hicieron con “The Lamb Lies Down on Broadway” y “Fly on a Windshield”, en sintonía con este invierno caliente.