Científicas del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAus-Conicet) investigan la biología y el estado de conservación de las lampreas, una especie de la que no se conocía casi nada hasta el momento. Estos animales carecen de mandíbula, tienen esqueleto cartilaginoso como los tiburones, y poseen una gran ventosa circular dentada que utilizan para extraer sangre y carne de otros organismos. Se estima que existen hace 360 millones de años y son anádromos, es decir que viven tanto en los ríos como en el mar.

“Una empresa nos convocó a realizar los estudios de impacto ambiental ante la inminente construcción de dos represas hidroeléctricas en el Río Santa Cruz. Se buscaba evaluar de qué forma se verían afectadas las rutas migratorias y el acceso a los sitios de reproducción y crianza de la lamprea aguas arriba de las presas”, indica Carla Riva Rossi, investigadora del IDEAus.

En otros países, las barreras migratorias fueron causantes del declive de las poblaciones de lampreas, especialmente en represas de gran altura. El conocimiento de estos animales permite pensar medidas de conservación. Las lampreas del hemisferio sur, como las de Argentina, cumplen un rol trascendente en los ecosistemas acuáticos ya que reciclan y depuran materia orgánica al excavar y filtrar en el lecho del río. Además, aportan nutrientes marinos cuando los adultos mueren después de soltar sus huevos.

“Junto a mi colega Pamela Quiroga, especialista en el hábitat de peces anádromos de Patagonia, para proteger a las lampreas mapeamos sus movimientos, distribución espacial y la utilización de los tramos del río que se verían afectados por las represas. Además, junto a una científica que trabaja en Nueva Zelanda estamos diseñando experimentos destinados a explorar la habilidad de estos peces para sortear los obstáculos”, afirma Riva Rossi.

Peces vampiro

El término lamprea es una mezcla de palabras griegas y latinas, y se traduce como lamedoras de piedra. Nacen en agua dulce como pequeñas larvas de color amarronado y se alimentan de partículas y microorganismos. Luego se transforman en peces jóvenes y, a medida que crecen, desarrollan ojos y cambian a un plateado brillante con dos franjas azules y forman la boca que succiona.

Cuando migran al mar se convierten en parásitos en busca de sangre. A través de un método anticoagulante, las lampreas pueden permanecer adheridas a sus víctimas durante meses mientras se alimentan hasta provocarles la muerte. Luego regresan al agua dulce para reproducirse y mueren.

“Las lampreas tienen un ciclo vital muy particular que dura entre siete y ocho años. Su estilo de vida llama la atención ya que se alimentan de la sangre y los tejidos de otras criaturas, incluyendo peces y ballenas. Utilizan su boca redonda y desprovista de mandíbulas, repleta de pequeños dientes afilados en forma de embudo, para aferrarse a sus presas”, destaca la investigadora.

En Argentina, durante mucho tiempo se creyó erróneamente que las lampreas nacionales pertenecían a la misma especie que las presentes en otros países del hemisferio sur: Geotria australis. Sin embargo, las científicas detectaron que esto no era cierto y aportaron un conocimiento fundamental para la conservación de estos animales.

Único en su especie

Las investigadoras indagaron en archivos históricos y hallaron un antiguo estudio taxonómico en el que se describía una especie de lamprea capturada viva en una calle de la ciudad de Buenos Aires, arrastrada por un fuerte temporal. El animal fue descripto por el naturalista Carlos Germán Conrado Burmeister en 1867.

En la presentación científica del ejemplar encontrado, llevada a cabo en la sociedad Paleontológica de Buenos Aires, el especialista la denominó como Petromyzon macrostomus. Posteriormente, en 1893, Carlos Berg, zoólogo alemán radicado en Argentina, revisó el material y le reasignó el nombre de Geotría macrostoma.

A pesar de ser correctas, estas primeras descripciones fueron desestimadas. Los resultados que obtuvieron las especialistas a partir de los análisis de ADN mitocondrial y de comparaciones entre la morfología de ejemplares actuales y las descripciones originales, demostraron que la lamprea argentina es Geotria macrostoma, una especie con características únicas en su ecología, fisiología y comportamiento.

Desconocer o ignorar esta singularidad e implementar acciones de conservación diseñadas para otras especies de lamprea puede llevar a decisiones erróneas de manejo, inadecuadas para garantizar la viabilidad poblacional y el potencial evolutivo de la lamprea argentina”, resalta Riva Rossi.