Un pastor religioso acusado por abuso sexual contra nueve víctimas -siete eran adolescentes- fue condenado a 30 años de prisión por hechos cometidos entre 2015 y 2020. Héctor Cabrera está detenido hace más de dos años y estaba al frente de un templo de Batlle y Ordoñez al 1800, llamado Tabernáculo de Restauración. Las víctimas se acompañaron entre sí para poder denunciar al también policía exonerado sobre quien ya pesaba una condena a 3 años de prisión condicional por apremios y exacciones ilegales. "Es una pena importante. Si bien no es lo que habíamos pedido (37 años), se evaluarán los fundamentos ante la posibilidad de apelar", dijo la fiscal Luciana Vallarella, ya que el acusado fue absuelto en tres de los casos llevados a juicio.

Cabrera, de 60 años, llegó a juicio acusado de someter a mujeres que asistían a su templo, de quienes se aprovechó con un mismo patrón de hostigamiento y amenazas, de forma previa y posterior a cometer los sometimientos. Las víctimas atravesaban diferentes situaciones de vulnerabilidad que para la fiscal fueron usadas por quien dirigía la iglesia a la que recurrieron en busca de contención y ayuda. Los delitos fueron cometidos tanto hacia dos adultas como a siete menores de 18 años, al momento de los hechos. "Para ellas fue difícil y es importante que se haya creído lo que venían contando", destacó Vallarella sobre la resolución. 

El tribunal integrado por Gonzalo López Quintana, Carlos Leiva y Lorena Aronne dictó la condena por los delitos de abuso sexual simple agravado por ser cometido por un ministro de culto, abuso sexual con acceso carnal agravado, amenazas coactivas. En un caso, se lo acusó de hechos reiterados; en otro, por haberse cometido en tres oportunidades. En tanto, fue absuelto por tres de los casos que serán analizados por la fiscal para evaluar una apelación.

Para cometer los abusos, Cabrera tenía un patrón de comportamiento prácticamente calcado que se pudo ver en los nueve casos que analizó la Fiscalía. El primer contacto, los acosos, fueron realizados por medios virtuales, con mensajes en redes sociales (WhatsApp y Facebook). A algunas de las víctimas les dijo, según el caso, que podía ser su secretaria, que era su discípula favorita. Las agresiones sexuales, en la mayoría de los casos sucedieron en espacios cerrados, una casa del templo y una fábrica; excepto dos, que ocurrieron en zonas descampadas.

"En todos los casos utilizó la figura de pastor para lograr el acercamiento a las víctimas", sostenía la imputación. En ese papel les ofrecía trabajo, dinero ante situaciones económicas complicadas, contención por situaciones personales, rehabilitación en consumos problemáticos o ayuda espiritual.

En los alegatos de cierre del debate, la fiscal planteó que para poder obtener el control y mantenerlo, recurrió por ejemplo, a colocar a las víctimas en una situación de mayor vulnerabilidad de la que se encontraban; incluso, en algún caso cortaba la comunicación con sus familiares y las llevaba a vivir a la Casa de Mujeres, en su templo.

La imputación en su contra también planteaba que cometió delitos mediante amenazas, incluso con un arma de fuego. Según la acusación, cuando comenzaron los comentarios sobre que era un acosador, tanto él como su entorno buscaron acusar a las víctimas mediante dicho para denigrarlas y estigmatizarlas. Ese accionar, para la fiscal, "anula las posibilidades de que puedan pedir ayuda y salirse de esa situación".

Además, la fiscal mencionó que Cabrera se presenta, lo hizo en el juicio, como policía, pero señaló que es un policía que fue exonerado. Años atrás fue expulsado de la fuerza por ser condenado en una causa por apremios y exacciones ilegales a la pena de 3 años de prisión de ejecución condicional más inhabilitación.