Se cumple un mes de la llegada y permanencia pacífica en Plaza Lavalle, frente a la Corte Suprema de Justicia, del Tercer Malón de la Paz, contra la reforma constitucional de Gerardo Morales, en reclamo del respeto a derechos ancestrales sobre los territorios, en defensa de la propiedad comunitaria y del derecho humano al agua. Hay sed de justicia y hay denuncias del envenenamiento sobre las parcelas sembradas. Pero sobre todo hay pie de lucha que aguarda inamovible la respuesta de un porvenir sin extractivismos. Esta semana se sumó un nuevo capítulo al debate ambiental pendiente, cuando la Convocatoria Nacional por la Naturaleza como Sujeto de Derecho (Conasud), que reúne a juristas, referentes académicos, sociales, políticos y culturales, poetas y ambientalistas, impulsó en el Senado un proyecto de ley para el reconocimiento de los Derechos de la Madre Naturaleza. Con las firmas de lxs senadorxs por el Frente de Todxs (FdT), Nora Giménez y José Antonio Rodas, vicepresidente de la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable, postula los derechos esenciales a la vida, a la diversidad ambiental, al agua y al aire limpio, a vivir libres de contaminación y a la no mercantilización de los sistemas de vida ni de los procesos que los sustentan.

“Este proyecto de ley para el reconocimiento de los derechos de la Madre Naturaleza, que elaboramos en conjunto con el equipo de Conasud, está fundado en las graves consecuencias que genera el cambio climático”, dijo Giménez, autora de la iniciativa. “Consideramos que ante la crisis del sistema capitalista, racista y patriarcal, es un momento para fortalecer el protagonismo de la lucha de las mujeres por la defensa de la tierra, el territorio, los recursos naturales y la Madre Naturaleza”, enfatizó.

Entre 3.300 millones y 3.600 millones de personas viven hoy en países altamente vulnerables a los impactos climáticos, con puntos críticos globales concentrados en los pequeños estados insulares en desarrollo, el Ártico, el sur de Asia, América Central y del Sur y gran parte del África subsahariana. “El propio Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, ya había alertado acerca de que el estudio publicado por el IPCC en el año 2021 representaba 'un código rojo' para la humanidad”, advirtieron desde la Conasud. Al reponer este grado de alerta, la iniciativa-documento funciona como herramienta de actualización y recupera las experiencias de Bolivia y Ecuador, donde se logró avanzar hacia un nuevo paradigma de protección de la naturaleza.

Desde el vamos, se declara a la Madre Naturaleza como sujeto de derecho, para que se respete integralmente su existencia, junto con el mantenimiento y regeneración de sus ciclos y funciones vitales, estructura y procesos evolutivos. “Garantizando de esta manera la autopreservación de la especie humana, junto con las diversas especies animales y vegetales”, sostiene el proyecto, en el marco de una síntesis de afectividad política: “Se entenderá a la Madre Naturaleza como el sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común, que se definen por su relación con el sistema como un todo”, describe. “El ser humano y todos los seres vivientes son parte integrante de la Madre Naturaleza; las personas y los pueblos son interdependientes con ella y forman un conjunto inseparable”.

El Estado por su parte deberá, en todos sus niveles y ámbitos territoriales, desarrollar políticas públicas y acciones sistemáticas de prevención, alerta temprana, protección y precaución, “para evitar que las actividades humanas conduzcan a la extinción de poblaciones de seres, a la alteración de los ciclos y procesos que garantizan la vida, o a la destrucción de sistemas de vida, que son parte de la Madre Naturaleza”. En la letra del texto legislativo, garantizar la soberanía energética a largo plazo y desarrollar políticas para defenderse de la sobreexplotación de los componentes, del uso inadecuado de los sistemas de vida y de las causas estructurales del Cambio Climático global y sus efectos, son ejes que plasman los reclamos históricos de las poblaciones originarias.

“Es imprescindible avanzar hacia un paradigma de reconocimiento de los derechos de la Madre Naturaleza”, expresó uno de los impulsores del proyecto, el sociólogo ambientalista Juan Pablo Olsson. “Los científicos nos están alertando que ante la grave crisis climática se necesita un cambio en el modo de producción y consumo, y nuestros países de América Latina y el Sur Global necesitan garantizar la calidad de vida de las presentes y futuras generaciones, confrontando con una agenda de colonialismo y endeudamiento que pretende condenarnos a ser territorios de sacrificio y población descartable.

Se trata entonces de pensar a la Naturaleza no como un objeto externo a los seres humanos, a ser dominado y explotado, “sino como un sistema de vida que nos contiene”, expresan los fundamentos de la ley. “Es por ello que necesitamos promover un paradigma jurídico que reconozca su calidad como sujeto de derecho, considerándola una entidad, viva, compleja, dinámica, y diversa. De esta forma, al reconocer a la Madre Naturaleza como sujeto de derecho, procuramos defender los sistemas de vida que en ella están contenidos”.

Nora Giménez suele remarcar que en la historia de los pueblos, cada ampliación de derechos fue anteriormente impensable. “La emancipación de lxs esclavxs o la extensión de los derechos a lxs afrodescendientes, a las mujeres y a los niños y las niñas fueron una vez rechazadas por ser consideradas como un absurdo. A lo largo de la historia ha sido necesario que se reconozca ´el derecho de tener derechos´, y esto se ha obtenido siempre con un esfuerzo político para cambiar aquellas visiones, costumbres y leyes que negaban esos derechos”. Desde esa perspectiva, concluye la senadora, aceptar que la Madre Naturaleza tenga derechos propios se encuadra en la lucha de la humanidad "por la ampliación permanente de esos derechos y por su propia supervivencia, frente al deterioro ambiental provocado por el calentamiento global”. Y, se sabe, todas y cada una de esas batallas necesitarán siempre de la decisión política de los Estados.