La clasificación en la Copa Libertadores le provocó un gran envión anímico a Boca, para afrontar con mayor tranquilidad el campeonato local. De todas maneras, la necesidad de un triunfo comenzó a ir en aumento. El último había sido ante Platense, por la primera fecha, debido a que en la segunda fase del certamen continental todavía no pudo ganar.

El rival era Tigre, que llegaba con nuevo entrenador (Pusineri) después de la partida de Sara por los malos resultados. Si bien no se esperaban grandes cambios tácticos, el visitante sorprendió por la prolijidad con la que manejó la pelota.

Los problemas para Boca aparecían en la mitad de la cancha. El técnico Almirón ubicó a Campuzano por el centro y a Ezequiel Fernández a su izquierda. A los dos le costó prevalecer en su sector, y los volantes de Tigre eran los que se habían adueñado de esa zona. Paradela y Menossi se abrían por los costados y combinaban con el lateral que aparecía por esa franja.

El único que ofrecía algo distinto era Zeballos, que fue el volante más libre, para tratar de abastecer a Cavani y Benedetto. Las acciones más peligrosas de la primera parte fueron a favor de Tigre, que no se podía poner en ventaja por la falta de precisión cuando tenía que enfrentar a Romero.   

Sin embargo, el gol visitante llegó luego de una acción detenida, cuando se jugaban 37 minutos. Luciatti conectó de cabeza un tiro de esquina y colocó la pelota al lado del palo, ante el esfuerzo del arquero que no pudo llegar.

Boca intentó reaccionar con el ingreso de Taborda (salió Benedetto) en el segundo tiempo, pero fue Tigre el que estuvo más cerca de aumentar la diferencia. El conjunto local terminó de cambiar un poco su imagen cuando entró a la cancha Bullaude. Ellos más Zeballos empezaron a tener el dominio de la pelota, y el desarrollo se trasladó hacia el campo de Tigre.

El equipo no deslumbraba pero al menos empujaba hacia el área de Rojas López. El arquero respondió bien ante un tiro libre de Zeballos, y también dio seguridad en el juego aéreo. 

La falta de ideas en Boca para tratar de revertir la situación era alarmante. Y a eso se le sumaba la quietud de algunos futbolistas para sacarse a su marcador de encima. La impaciencia de la gente crecía, y hasta se escucharon algunas reprobaciones cuando aparecían errores de sus propios futbolistas.

La aparición de Janson, de buen rendimiento ante Racing, fue lo último que intentó el equipo local. Con muy poco, Tigre fue el que aprovechó la desesperación de su adversario, pero sobre todo la falta de juego en ofensiva, a pesar de toda la gente que tenía con esa vocación.

La derrota lo aleja de los puestos de clasificación, pero la mayor preocupación para el futuro radica en la ausencia de capacidad para generar desequilibrio.