En unas declaraciones recientes, recogidas por Telam, https://www.telam.com.ar/notas/202309/638954-contaminacion-agua-milei.html, el candidato presidencial Javier Milei banaliza el tema de la contaminación del agua preguntándose “¿cuál es el problema de que una empresa contamine un río?”. Relativiza el tema indicando que se trata de un problema derivado de una “mala definición de los derechos de propiedad”. La “externalidad negativa” derivada de un vertido tóxico a un río se solucionaría si alguien puede cobrar por la provisión de agua limpia. En el video hace expresa mención a que cuando el agua (limpia) pase a ser un recurso escaso los dos privados que detenten la propiedad “lo resolverán”.
El discurso, que pretende mostrar solvencia académica, pone de manifiesto al menos dos cosas: lo limitado de los marcos conceptuales del candidato y su profundo desprecio por la vida. Que una persona que se dice educada diga esto genera inquietud. Que esto lo diga el candidato presidencial que obtuvo el primer lugar en las PASO tiene una gravedad inusitada por las catastróficas consecuencias que estos planteos puede tener para la mera posibilidad de existencia de la especie humana. No exagero, la Ciencia ha aportado una cantidad abrumadora de evidencias de los riesgos asociados a no controlar de manera efectiva, y a través de regulaciones, procesos de contaminación o de degradación del ambiente.
Entre las muchas falencias conceptuales de la argumentación de Milei destacaré sólo algunas. El candidato asume un modelo de Naturaleza plana, en donde los impactos humanos pueden ser revertidos con plata y tiempo sin mayores dificultades. Este modelo de comportamiento de la naturaleza supone una respuesta lineal, o sea que verter una unidad más de un tóxico al agua producirá un aumento proporcional, digamos también de 1, en eso que llamamos “contaminación” (o sea la degradación de propiedades físicas, químicas, biológicas, estéticas, culturales, sanitarias, etc. del curso de agua). Existen sobradas evidencias de que los ecosistemas acuáticos no se comportan así. La respuesta es no-lineal. ¿Que significa esto? Pensemoslo así: cuando el curso de agua no ha recibido aún vertidos el agregado de una unidad de tóxico aumenta, como en el caso lineal, una unidad la contaminación pero luego haber agregado 10 unidades, y que parte de estas se acumularan en el sistema, el aumento asociado a verter una unidad más produce un cambio mayor.
En lugar de aumentar una unidad la contaminación aumenta 2 unidades, luego 5, luego 10. Más aún en muchísimos sistemas acuáticos se ha verificado que el ecosistema puede alcanzar un umbral de contaminación en donde deja de existir como tal, lo más parecido que nos podemos imaginar a la muerte de un ecosistema. Otro concepto que Milei ignora es el de Resiliencia, o sea la capacidad de un sistema de “recomponerse” luego haber sido degradado o contaminado. La historia humana esta llena de ejemplo de sociedades que han afectado, por sobreexplotación o contaminación, la resiliencia del ecosistema del que dependían y que frente a un evento relativamente menor (una sequía por ejemplo) han colapsado.
Milei desconoce que tratamos con sistemas socio-ecológicos en donde se establece un vínculo de ida y vuelta entre la sociedad y la naturaleza. Probablemente su desprecio por el Marxismo no le ha permitido familiarizarse con la dialéctica de la Naturaleza que planteaban Marx y Engels. Estas ideas, la de los sistemas socio-ecológicos y la dialéctica de la naturaleza, han nutrido los enfoques más modernos de gobernanza de los bienes de propiedad común. La politóloga estadounidense Elinor Orstrom, Premio Nobel de Economía en 2009, fue una de las personas que más contribuyó a pensar y proponer soluciones en torno del manejo de los recursos naturales de propiedad común. Milei desconoce o ignora estos aportes. Es obvio que un/una candidato/a a la presidencia no puede conocer y entender de todos los temas. El problema es que Milei piensa, o pretende hacerle creer a la gente, que entiende. Eso es extremadamente peligroso.
El discurso de Milei no solo es conceptualmente erróneo. Es profundamente deshumanizante. Muestra un profundo desprecio por la vida en general y por la humana en particular. Una necesidad tan básica como el agua aparece en su discurso solo para promover su mercantilización. Las decisiones sobre la provisión de agua estarían, en su modelo, en manos del dueño de la fábrica y de quien detente la propiedad (privada) del río. La casi totalidad de los 7.352.244 argentinos y argentinas que lo votaron también estarán al margen de esa decisión. En sus planteos ya había negado el cambio climático, el terrorismo de Estado y la mera existencia de la idea de justicia social. Ahora, niega el derecho al agua.
José Paruelo. Investigador Superior – CONICET; Profesor Titular – UBA; Docente a cargo de las asignaturas “Gestión y Conservación de los Recursos Naturales” y “Ordenamiento Territorial” y Ex – director de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la UBA